SeokJin es un chico amable, guapo, generoso y sobre todo humilde. Esta cursando su último año de psicología, a la edad 24 años. Creció en un orfanato donde en su mayoría asistían monjas y adoptado por una buena familia, algunas veces el regresa a es...
NamJoon se encontraba durmiendo pacíficamente en su habitación, anteriormente había tenido un día muy agotador para él, era fin de semana y este no tenía que levantarse tan temprano como de costumbre para ir a trabajar. Jungkook y Yoongi le habían avisado que ellos se quedarían a administrar la empresa mientras que él se tomaría el fin de semana de descanso por aquellos días que no pudo descansar correctamente.
Con mucha pereza y esfuerzo se levantó de su cama para irse al baño, después de ducharse recordó que había quedado con las hermanas para ir al orfanato, además aprovecharía dicho día para despejar un poco su mente por tanto trabajo y estrés que tenía últimamente.
El peliceniza les avisó a las hermanas que iría de visita y ellas se emocionaron ya que era una gran noticia porque desde hace unos días no las visitaba, ellas adoran mucho al chico por sus actos, al ser un hombre muy noble y bueno, pero también estaban muy agradecidas por algunas donaciones y ayudas que él mismo le daba al lugar.
Cuando salió de su habitación ya se encontraba listo, cambiado y bien perfumado, se vistió con su ropa más normal y sencilla que tenía, unos vaqueros azules, una camisa de cuadros y sus lentes de sol, para él eso era lo más informal que pudiera llegar a vestir; ya que por lo general siempre lleva un traje puesto, aunque no le guste, tiene que tener un buen porte frente a sus trabajadores. Continuamente se dirigió a la cocina ahí se encontró a su abuela quien con mucho cariño le saludo con un beso en la mejilla, ella siempre es muy cariñosa con él.
Ambos se colocaron a preparar su desayuno, se sentaron y comieron tranquilamente mientras charlaban un poco sobre noticias del día y de ellos. Sin embargo, Nam le contó a su abuela que iría al orfanato para visitar a las hermanas y a los niños.
Terminaron su desayuno e hicieron lo de siempre lavaron los platos y cubiertos utilizados, ordenaron un poco la cocina y sacaron la basura que quedaba. Cuando terminaron de hacer todas sus respectivas tareas, NamJoon se despidió de su abuela con dos cálidos besos en la frente y la mejilla, su querida abuela no lo podía dejar ir sin antes darle su bendición de todos los días.
Mientras conducía de camino al orfanato todo era muy tranquilo. Pero eso le agobiaba al chico así que puso un poco de música para despejar la mente, no pasó mucho tiempo cuando llegó. Las hermanas al verlo, lo abrazaron y saludaron con mucho cariño como si de un niño pequeño se tratase, este les correspondió el abrazo con una sonrisa mostrando esos hoyuelos tan característicos y hermosos que él posee.
Una vez dentro del lugar, le entregaron un chocolate caliente, ya que hacía algo de frío afuera y el invierno se acercaba más, ellas no querían que el hermoso peliceniza agarrara un resfriado, ya terminado su chocolate se sentaron en los sofás de las sala para tener una animada conversación; pasó un rato y llegaron algunos de los niños que habitaban en el orfanato para saludar al chico con un pequeño abrazo.
NamJoon se sentía muy en paz consigo mismo al jugar con los niños. Cuando los infantes se fueron a sus habitaciones Nam ayudó a las hermanas a preparar la cena para los niños y ellos, mientras ayudaba a colocar la mesa unas de las monjas le preguntó si podrían ir al supermercado a comprar algunos ingredientes para la comida a lo que él aceptó con gusto. Luego de unas cuantas horas, ya tenían todo listo y servido para comer, las hermanas ya habían dado su respectiva comida a los niños para que se fueran a descansar.
Después de cenar los mayores se habrían quedado a ordenar y limpiar mientras hablaban de cosas triviales, Nam estaba sentado hablando con unas de las hermanas antes de marcharse.
—Hijo, antes de que te vayas me gustaría invitarte al cumpleaños de la hermana María, ella no se encuentra por los momentos porqué tuvo que salir en la madrugada por un viaje al convento pero regresará en un par de horas, sabes que ella te adora y antes de que se fuera me dijo que por favor no se me olvidará invitarte a su celebración de éste sábado.— Habló la hermana levantándose y dirigiéndose a la salida con Nam siguiéndola de cerca.
—Claro, por supuesto que sí hermana para mí sería un gusto asistir al cumpleaños de la hermana María.— Respondió el muchacho emocionado y mostrando unos lindos hoyuelos.
—Te lo agradecería mucho hijo, así aprovecharas y verás a nuestro lindo niño cantar, es el mejor y para nosotras no hay nadie más hermoso que él, tiene una voz maravillosa, es un ángel de persona.— Mencionó la hermana con una sonrisa y un brillo en sus ojitos.
—¿Tiene otro hijo hermana? Yo no sabía.— Comentó Nam ladeando un poco la cabeza confundido.
—No corazón, no es mi hijo. En realidad es un joven al cual criamos desde una temprana edad, sus padres murieron en un accidente automovilístico... Él fue afortunado de sobrevivir a aquel accidente, para nosotras fue un milagro. Al cumplir los 6 años de edad lo adoptó una bella familia. Creo que tiene la misma edad que tú cariño o tal vez sea 2 años menor, no estoy segura así que no me hagas mucho caso, cielo. Él es un buen chico, cuando lo conozcas ya verás que se llevarán muy bien.— La hermana respondió dándole un pequeño beso en la frente. NamJoon gustoso aceptó aquel beso. No obstante quedó pensativo al escuchar a su mayor hablar así del chico, por lo que le intrigó aún más y pensó que sería muy interesante e importante conocer al joven del que siempre le hablaban y escuchaba a las hermanas cada vez que iba.
—Bueno hermana, esperaré ese día con ansias y con su permiso me despido que ya se hace un poco tarde.— Nam se despidió de sus mayores con un beso en la mejilla a cada una.
—Ve con cuidado hijo y cuídate mucho.— Dice despidiéndose del chico. Al terminar de despedirse, Nam se dirige a su auto para irse directamente a su querido hogar. Tendría que pensar un par de cosas después, pero ahora no era el momento; sólo quería llegar para acostarse en su cómoda cama y dormir sin interrupciones.
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