《XI》

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《Sentimientos 3》.

Ariana miro el cielo nocturno con neutralidad.

-...estaré bien.

Apretó el libro entre sus manos y sus ojos se llenaron de preocupación

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Apretó el libro entre sus manos y sus ojos se llenaron de preocupación.

Tenía miedo, tal como cuando se enteró de lo que era. De la responsabilidad que tenía. De lo que tendría que hacer en el futuro si una calamidad se desataba.

Tenía miedo.

No sabía qué hacer. Ella siempre fue segura de si misma, tenía sus miedos pero los derrotaba con valentía.

Ahora no sabía qué hacer.

Por un lado estaba el emperador que la hacía sentir cosas inimaginables, la hacía sentir deseada, única, sus ojos la cautivan cada vez más. Su sonrisa, su voz, su olor, su toque.

Su corazón rebosa de emoción cuando lo veía.

No tiene ninguna traba para no enamorarse del emperador, nadie se opondría ante el amor del gran emperador de obelia y la joya sagrada de los continentes.

Sabía que si ella estaba con claude su hija sería princesa, tendrían una buena vida. Pero ella no buscaba eso.

Ella sabía que había algo tras la magia oscura de su hija. Algo muy grande y no podía darse la libertad de amar cuando algo así se avecinaba. Sus premoniciones nunca le fallaban.

Además, por el otro lado estaba keiran.

Ese lord que apareció de la nada como un conocido del duque. Que cada día sin darse cuenta empezó a meterse más y más en sus vidas.

Y dando así el resultado de que se empezó a meter en su corazón. Empezó a tomar un lugar importante en su corazón.

Ninguno conocía el pasado del otro pero se conocían lo suficiente para estar a gusto cuando estaban juntos.

Se entendían con la mirada, sabían los gustos del otro, los disgustos, la pasaban bien juntos.

Se sentía en familia cuando estaba con su hija y keiran.

Lo mismo le pasaba cuando estaba con claude y athanasia.

Athanasia, esa pequeña que la abrazó al conocerla y la miro con sus ojos brillantes.

Tal vez era porque estaban relacionadas pero al ver la sonrisa de la princesa sintió lo mismo que cuando vio a zenit por primera vez.

Esas dos pequeñas despertaban un gran sentimiento maternal en ella.

Estaba confusa.

Su corazón estaba confuso.

-tranquila Ariana...podrás con esto igual que en el pasado.

Suspiro dejando el libro de lado y recostandose en el sillón.

Estaba en el balcón de su cuarto sentada en un sillón de tres, delante suyo había una mesita con algunos dulces y té de menta.

Desde hace rato zenit estaba durmiendo junto a kiel luego de jugar toda la tarde con Ariana.

El duque se había ido a su mansión y keiran al parecer se iba a quedar unos días allí.

Hizo una mueca cuando sintió un leve dolor en su pecho.

Toco justo en donde estaba su corazón y miro la marca verde que brillaba con fuerza.

Toco justo en donde estaba su corazón y miro la marca verde que brillaba con fuerza

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La marca que la calificaba como santa.

Cuando una santa nace, justo a la altura de su corazón aparece esa marca que simboliza quién será en el futuro.

Su padre sí bien estaba disgustado al saber que su hija sería santa, ya que no podría casarla con nadie por otro lado pensaba que ella al ser santa tendría un contacto extremo con la realeza y ahí sí tendrían algún beneficio de ella.

Pero todos sus ideales con su última hija se fueron a la basura al saber que su amada moriría al nacer Ariana.

Dio la casualidad que la pareja yedith fue al palacio junto a los demás nobles a festejar el cumpleaños del príncipe athanasio. Esa noche la condesa yedith se sintió mal y el emperador al sentir un gran poder mágico provenir de ella dio la orden a los magos de la torre para que la revisen.

Cuando el jefe de la torre negra descubrió que la condesa estaba embarazada y ese bebé tenía mana sangrado dieron el aviso al principal templo sagrado del imperio castina.

La nueva santa nacería.

La condesa yedith estuvo bajo el cuidado de todos, gracias a su embarazo su riqueza aumentó ya que el emperador estaba totalmente feliz de que una persona tan sagrada como la santa naciera en su imperio así que decidió obsequiarle grandes cosas a la familia yedith.

Pero no todo fue felicidad, en el quinto mes de embarazo los magos dieron el aviso de que el cuerpo de la condesa no resistiría el parto ya que el poder de su hija la estaba destruyendo poco a poco. El cuerpo de la condesa no estaba resistiendo el mana sagrado.

Pero ninguno podía detener el embarazo o serían castigados.

Cuando ella nació su madre se fue de su lado.

Su padre y sus hermanas la odiaron.

Odiaron a un ser inocente que fue amado por todos menos por su propia familia.

Pero por suerte ella despertó sus poderes desde pequeña y sin decirle a su familia ella se comunicaba con su madre.

Su madre fue su Ángel guardián.

-"mamá ayúdame a elegir...no qué hacer...debo de ignorar mis premoniciones junto al poder de mi hija y dejar que mi corazón caiga por completo ante el emperador o...debo de seguir con mi trabajo e ignorar lo que siento por el emperador y estar con keiran que no será ningún riesgo para mi hija y para mi?".

Suspiro con pesadez y cerro sus ojos para luego abrirlos y mirar a la luna.

Ésta brillaba con fuerza.

Qué debía hacer?.

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La esperanza de la realeza.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora