escritos en una connotación lingüística inesperada.

hygge

la felicidad no es una forma de ser, sino un estado y como tal puede cambiar. todo lo hace con el tiempo, nada se queda de la misma manera y así es también la felicidad.

por ejemplo, un baile. no importa si es lento o rápido, solo o en pareja. lo que importa es que se baile, que se disfrute, que estés feliz con ello.
aunque pronto termine y cambie a otra cosa.

o la canción favorita, que vas a disfrutar sin importar el género, como la cantés, escuchés o toqués en un instrumento. vas a estar feliz con la música, la letra y con todo.
aunque pronto termine y cambie a otra cosa.

imaginá otro ejemplo más. la clase favorita, que parecés disfrutar ya que te gusta lo que estudiás o porque te gusta aprender. estás feliz cuando te enseñan algo nuevo.
aunque pronto termine y cambie a otra cosa.

prometo que este será el último ejemplo: estar feliz con tu pareja o amigos, después de una salida con una birras o sin ellas, abrazados en cualquier momento del día. ¿es hermoso pensar en ello, verdad?
aunque pronto termine y cambie a otra cosa.

cada uno de estos ejemplos te hacen feliz, pero se terminan repentinamente y eso hace que se cambie de estado.

el único ejemplo que sí te puedo dar, que se mezcla con la felicidad y se mantiene es el amor, pero de un tipo muy especial: el propio.

tiene la ventaja de que no es un lugar físico, entonces no puede ser demolido. es tan persistente que no llega a acabarse (incluso así parezca) ni a reemplazarse. ese ejemplo es el único que puede hacerte feliz y puede hacer que los otros ejemplos duren más o tengan mayor validez. en otras palabras: no se acaba, sino que evoluciona los otros estados efímeros de la vida para hacerte estar más feliz.
recordá que al final el amor propio es lo que dura, y aunque la felicidad no lo haga, el amor propio se rehúsa a creerlo y la hace permanecer.

vos, ¿ya conseguiste esto? y si no, ¿qué esperás para hacerlo y estar feliz por más tiempo?