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Me sorprende lo mucho y bien que he dormido. Siempre he pensado que el simple hecho de buscar a mi madre biológica me pondría nervioso, pero estoy bastante tranquilo inexplicablemente. Esta mañana, cuando nos hemos levantado, Roma se ha duchado mientras yo iba a buscar algo para que desayunemos y cuando he vuelto, me he duchado yo. Ahora estamos desayunando juntos mientras vemos las noticias. De nuevo.

—Me estoy imaginando la situación en casa —murmura Roma mientras se limpia la boca con una servilleta—. Mi madre queriendo llamar a la policía y mi padre diciéndole que soy responsable, que me dé tiempo. Soy un asco de hija...

—No digas eso —digo poniendo mi mano en su rodilla y dándole un apretón—. Supongo que tienes razones para hacer lo que estás haciendo, pero creo que deberías hablar con tus padres. Siempre me dijiste que Ariel es tu mejor amiga, ¿qué tan grave es lo que te ha pasado como para que no puedas decírselo a ella?

—No insistas —pide mirándome con súplica.

—Está bien —asiento con la cabeza—, pero cuando quieras hablar de lo que sea, sabes que puedes contar con tu amigo gay —bromeo. Ella suelta una carcajada.

—Siento eso...

—Tranquila.

Cuando acabamos de desayunar, recogemos nuestras cosas y vamos a recepción a devolver la llave. Subimos al coche después de cargarlo todo en él y vamos dirección al despacho del gestor. No es muy complicado llegar ya que con decirle el nombre de la calle a un hombre, nos ha indicado fácilmente donde es.

—No pareces nervioso —me dice Roma mientras conduzco hacia el despacho del gestor.

—No lo estoy demasiado, la verdad...

Aparco delante de una casa de dos pisos pequeña pero bastante bonita. Cuando bajamos del coche y nos acercamos a la puerta, puedo ver que hay un cartel en el que pone "Walton Holden. Gestor" junto a un horario. Son las diez de la mañana. Llamo al timbre sin dudarlo mucho y a los pocos segundos, un hombre joven de unos treinta años nos abre.

Este no puede ser Walton. No creo que gestionara una adopción a los diez años.

—Hola, ¿está Walton Holden? —pregunto.

—Sí. ¿Tenéis cita?

—No —respondo negando con la cabeza.

—Pues deberíais pedir hora por teléfono, no atiende sin cita previa —comenta con una mueca.

—Solo quiero hacerle una pregunta que no nos llevará más de cinco minutos.

Él mira dentro de la casa unos segundos y luego nos mira a nosotros mientras abre la puerta del todo, invitándonos a entrar. Entramos juntos en la casa, pero en realidad no es una vivienda. O al menos no lo parece. Tiene pinta a gestoría, las cosas como son.

—Disculpad un momento —pide el hombre.

Nosotros asentimos con la cabeza y nos sentamos en las sillas que nos indica con la mano.

—Llámame loca, pero ese tío tienes tus mismos ojos claros y la nariz chata —susurra Roma mirándome.

—Loca.

—Te lo juro, fíjate bien.

Ruedo los ojos restándole importancia a lo que ha dicho, pero no me da tiempo a decir nada porque el hombre de antes vuelve con otro hombre muy parecido a él, pero con unos veinte años más. Debe tener unos cincuenta. Lleva un traje gris que le queda como un guante y hombre se conserva bastante bien.

—Buenas —saluda y alarga su mano hacia mí—. Walton Holden.

—Jordan Johnson —le estrecho la mano y él la lleva hacia Roma.

¿Juntos? {N #2} (PAUSADA TEMPORALMENTE) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora