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El fin de la "misión progenitora" fue bastante extraño e incómodo, y frío a la vez, pero por fin acabó. Me quedé bastante relajado y tranquilo después de eso. No fue la gran cosa, lo sé, pero al menos pude saber porqué nos dio en adopción y cómo era ella. También me quedó claro que mi afición por mirar fuera por la ventana es dado a que siempre me ponía delante de una cuando lloraba y eso me relajaba.

Ayer, después de diez horas de conducción hasta Jacksonville, nos quedamos a dormir de nuevo en la casa del tío Chris y por la mañana, salimos dirección a Miami de nuevo. Ahora mismo estamos en la ciudad vecina, apunto de llegar. Roma no ha dormido mucho esta noche por los nervios y ahora está que parece querer salir del coche en marcha.

Cuando llegamos a Miami, son las seis de la tarde. Hora en la que tanto mis padres como los de Roma están en casa. Antes de llegar a nuestra calle, aparco a un sitio libre y miro a Roma.

—¿Qué hacemos aquí? —murmura.

Me inclino hacia ella y beso sus labios. Roma me sujeta por la nuca y me atrae más a ella. Sus labios son lo más suave que los míos han tocado nunca.

—Tranquila —susurro en sus labios—. Vamos a hacer esto juntos, voy a estar contigo en todo momento hasta que me digas que me vaya.

—Gracias, Jordan —musita rozando su nariz con la mía.

—Venga, vámonos.

Arranco de nuevo el coche y no tardamos ni dos minutos en aparcar delante de mi casa. Los coches de mis padres están aparcados donde siempre, además del coche que comparten los padres de Roma y hasta me atrevo a decir que el coche rojo aparcado enfrente de la casa de enfrente es de Abraham, el hermano mayor de Roma.

Bajamos juntos del coche y cojo su bolsa para llevársela yo. Caminamos los dos juntos hacia su casa y antes de llamar el timbre, ella me mira inquieta.

—Juntos, ¿vale?

—Juntos —susurra asintiendo con la cabeza.

Roma llama al timbre dos veces como siempre hacía. Sé que sus padres saben que es ella porque siempre llama igual, además de que escuchamos unos pasos apresurados acercarse. Es Ariel quien abre.

—Dios mío, Roma —susurra tirándose encima para abrazarla.

Roma abraza fuerte a su madre y yo entro en su casa, viendo como Matthew y Abraham están asomados desde el salón. Ambos me miran sorprendidos.

—Jordan... —dice algo confundido Matt.

—No le digas aún a mis padres que estoy aquí. Esperaros unos minutos, por favor —pido.

Roma y Ariel entran juntas mientras yo dejo la bolsa de Roma en una de las sillas del salón. Ariel viene a mí y me atrae a ella para abrazarme fuerte contra ella. Airel ha sido la madre que no he tenido nunca, junto a tía Lena.

—¿Cómo estás, Jordan? —me pregunta separándome de ella, examinándome de arriba a abajo, mientras Roma se abraza su hermano y a su padre—. Richard y David están muy preocupados, voy a llamarles y...

—No, espera —digo y miro a Roma—. Antes Roma tiene que hablar con vosotros.

Ella asiente con la cabeza y va hacia su bolsa. Supongo que para coger una ecografía o algo. Le pido a Ariel que se siente, aunque a quien más falta le hará es a Matt que es un poco más sensible y susceptible a desmayos por disgustos. Ariel se sienta en el sillón de siempre y yo me pongo de pie detrás de ella, con las manos apoyadas en el respaldo del sillón.

—¿Te acuerdas que te dije que algo estaba mal en mis ovarios porque no me venía la regla y continuamente tenía sangrados leves? —pregunta a su madre.

¿Juntos? {N #2} (PAUSADA TEMPORALMENTE) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora