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—Jordan, Jordan, Jordan, Jordan.

Mi nombre sale de la boca de Roma como diez veces, mientras su dedo me toca la mejilla. Abro los ojos poco a poco, percatándome de que ya ha amanecido.

—¿Qué? —murmuro. Carraspeo un poco para hacer desaparecer la ronquera y me froto la cara.

—Ya es de día, deberíamos ponernos en marcha de nuevo.

Miro la hora en mi reloj y puedo ver que son casi las nueve de la mañana. Anoche salimos a las tres y media de Miami y tras dos horas y media, llegamos a un área de servicio de Cabo Coral, donde decidimos dormir un rato.

—Desayunemos antes —pido abriendo la puerta del coche.

Una vez ambos estamos fuera, cierro bien el coche para que no nos roben nada. No desayunamos en la estación de servicio sino que cogemos un café de esos fríos para llevar y un bollo de chocolate cada uno, y nos vamos al coche de nuevo.

—¿Cuánto dinero llevas? —pregunto cuando entramos al coche.

—Lo suficiente para mantenerme medio año fuera de casa... —murmura antes de darle un bocado a su bollo.

—¿Puedo saber por qué te has ido de casa? Ariel y Matt son de lo mejor.

—No, no puedes saberlo.

Yo asiento con la cabeza, aunque sé que en cualquier momento se lo sonsacaré. Desayunamos en silencio dentro del coche, viendo como coches aparcan y otros se van del aparcamiento. Cuando terminamos, arranco para irnos hacia nuestra próxima parada, Tampa.

De camino, escuchamos la música que hay en la radio mientras Roma tiene los pies subidos al salpicadero mientras lee un libro. Yo me mareo cuando leo libros en el coche.

—Entonces —empiezo a decir para sacarle conversación. Me estoy aburriendo—, ¿vas a ir a la universidad?

—Tengo una beca académica para la uni de Nueva York —explica sin apartar la mirada de su libro—. Me contó mamá que tú también has conseguido una para la UCLA.

—Cierto. Y enhorabuena. ¿Cuando te vas hacia allí?

—Tengo billete de avión para principios de septiembre, aunque quizás me vaya antes. Tengo una amiga allí y me dejaría quedarme con ella hasta que pueda entrar a la residencia.

—Tendrás que volver a tu casa a por las cosas, ¿no?

Ella levanta la mirada del libro y la fija en la cartera.

—No había pensado en eso, joder —bufa echando la cabeza hacia atrás—. Dios, soy un puto desastre.

—No entiendo qué pueden haber hecho tus padres para que te vayas de esta forma —confieso.

—No me han hecho nada, Jordan. No te metas, por favor.

—Digo yo que merezco una mínima explicación ya que te estoy ayudando a huir.

—¿Hasta donde dices que vas? —pregunta como si nada. Yo bufo.

—St. Augustine Beach.

—Eso está cerca de Jacksonville, ¿no?

—Sí —afirmo asintiendo con la cabeza—. Podrías pasar a ver a tus abuelos.

—Si, claro, para que les digan a mis padres dónde estoy.

—Caleb y Chris seguro que te ayudarían a lo que sea.

—Que no, pesado —bufa—. Conduce y calla.

Y eso hago. Conducir y callar porque Roma tiene un carácter de mierda ahora mismo y quiero ahorrarme discusiones. No soy bueno en ellas, la verdad.

¿Juntos? {N #2} (PAUSADA TEMPORALMENTE) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora