Hace unos veinticinco años desde que mi madre vivió las peores dos semanas de su vida. Hasta que no fui una adolescente no entendí por qué mamá nunca llevaba ropa o bañadores que mostraran su espalda, por qué acostumbraba a ir con leggins en vez de con pantalones cortos o por qué iba al psicólogo una vez a la semana. Mamá fue maltratada durante su infancia por su padre, el cual acabó por matar a mi abuela Blanca. Cuando mamá estuvo apunto de terminar su carrera, fue secuestrada por él, por su propio padre. La tuvo encerrada durante dos semanas y la maltrató cada día con cortes y quemaduras más visibles ahora que sus cicatrices internas.
Mamá, a día de hoy, sigue yendo al psicólogo. No puede estar en sitios totalmente oscuros, necesita estar en contacto con la gente siempre ya sea físicamente o por teléfono. Sabe que no está sola, pero de todas forma necesita saberlo aunque no nos lo diga. Su mejor terapia ha sido Alice.
Alice es una niña que se ríe por todo y es cariñosa como ella sola. Le encanta dar abrazos y besos, agarrarte de la mano cuando se sienta a tu lado y baila cualquier canción que le pongas. Eso pareció revivir a mi madre y al ver la notoria mejoría que tuvo mamá, supe que Alice había llegado a nuestras vidas en el momento adecuado.
—Mamá —la llamo mientras visto a Alice.
—Dime, cielo —dice ella desde su dormitorio.
—Me voy con Alice a ver a Jordan, ¿vale?
—Vale, tened mucho cuidado.
—Sí —decimos Alice y yo a la vez. Escucho a mamá reírse.
Cuando Alice ya está vestida, dejo que ella misma se ponga los zapatos ya que le gusta hacerlo. Es muy apañada a pesar de tener tres años y medio. Además de que es muy coqueta. Lleva puesto un pantalón corto blanco y una camiseta de una talla más grande azul pastel con estampado de sandías. Le ajusto bien los zapatos y bajamos las escaleras juntas.
—Balón, mamá —me recuerda Alice.
—Ve a por él mientras yo cojo agua.
Ella asiente con la cabeza contenta y cuando estamos listas, salimos juntas tomadas de la mano con su balón bajo el brazo. De camino al parque, va tarareando una canción, la cual no tengo ni idea de cual es. Cuando estamos apunto de llegar al parque, veo a Jordan sentado en el banco de siempre.
—Vamos a asustar a ese chico de allí —susurro a Alice. Ella sonríe con malicia y asiente con la cabeza.
Nos acercamos poco a poco sin hacer ruido y cuando llegamos, ambas gritamos para asustar a Jordan. Y vaya si lo hace. Pega un salto que lo hace bajar del banco y Alice suelta una de carcajadas que me hace pensar que acabará por hacerse pis encima. Jordan nos mira divertido, con su mano en el pecho.
—¿Queréis que me dé un infarto? —pregunta poniendo sus brazos en jarra
Alice no deja de reírse y yo la cojo en brazos, haciendo que se le caiga el balón al suelo. Jordan sonríe con ternura mientras la mira.
—Alice, cielo. Él es Jordan, un amigo de mamá y el hermano de tía Juls —digo a Alice. Ella lo examina sin perder su característica sonrisa.
—Hola, Alice. Es un placer conocerte por fin —dice Jordan sonriéndole.
—Hola, tío Jordan —saluda Alice con una sonrisa.
—Dale un beso, anda.
Alice extiende sus brazos hacia Jordan y él la coge en brazos, mientras mi hija le besa la mejilla y le da un abrazo de los suyos. Jordan la apretuja contra él.
—Pero qué niña más bonita, por favor —dice Jordan, dejando unos cuantos besos en su mejilla también.
—Tú también.
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¿Juntos? {N #2} (PAUSADA TEMPORALMENTE) ©
Teen FictionJordan es un chico que ha pasado desapercibido entre sus compañeros prácticamente toda su infancia y adolescencia. Roma siempre ha destacado por su facilidad por hablar con la gente, por la cantidad de amigos que tiene y por su mala reputación gana...