Capítulo XXI

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Awilda

Llegué al lugar donde Aiden me había citado. Era una casa que se veía muy linda por el exterior me imagino que en el interior es igual de bella. Miré a todos lado y no habían rastros de que alguien vigilará la casa y tampoco rastros de Ema y Aiden.

Toqué el timbre y a los poco segundo la puerta se abrió dejando ver a mi amiga vestida de negro sin expresión en su rostro. —
Ema.–susurré.

Ella se hizo a un lado para que yo entrara y así lo hice entré a la enorme casa, y no me equivoqué por dentro es súper linda.

—Así que tu eres Awilda. –dijo en un tono cortante.

No entiendo por que su actitud. —Ema no sabes la falta que me has hecho. –traté de acercarme a ella pero se alejó. —¿Qué sucede contigo Ema?

—Y te lo preguntas cuando por tu culpa tuve un accidente en el que tuve a punto de morir. –escupió con odio. Yo solo negué con tristeza. —Eres una maldita perra Awilda no se como pude ser tu mejor amiga.

—¿Por que me dices todo eso? –digo con los ojos cristalizados.

Se acercó a mi y me lanzó un golpe en la cara aciendo que cayera por lo fuerte que fue. Sobe la parte en que me golpeó y la miré sorprendida. —Pensé que tenías buenos reflejos, pero veo que no, creo en el FBI no te están enseñado nada. –habla en un tono burlón.

Me paré mirándola mál, ella me sonrió falsamente para luego aproximarse a mi y lanzarme un golpe pero fui rápida y lo equivé, le lancé una patada que la hizo tambalear pero no cayó.

—Ema no quiero hacer esto contigo. –ella me miró con odio.

—Pero yo si. –dijo para lanzarse sobre mi propinarme unos bueno golpes en la cara. Como pude me la quité de encima y ahora era yo la que la golpeaba auque no quisiera.

No se en que momento Ema alcanzó a tomar en mano un florero el cual terminó estrellado en mi cabeza provocando que me cortara, sentí como algo líquido resvalaba por mi cabeza . Toqué donde el florero me había golpeado y miré mi mano la cual tenia un líquido rojo.

Miré a Ema la cual me miraba un tanto asustada y no entiendo por que si ella me miraba con tanto odio hace unos minutos atrás. Ema agarro un tubo de metal que no se de donde rayos lo sacó y me apuntó con este como si fuese a golpearme con este.

—Hazlo.–dije sentí como una línea de sangre bajaba por mi frente y luego todo se torno negro.

▪▪▪▪▪

Desperté al escuchar dos voces desconocidas para mi. Abrí los ojos lentamente, miré a mi alrededor encontrandome con cuatros paredes totalmente blanca y con una mujer y un hombre frente a mi. Al hombre lo reconocí pero la mujer no.

—Nuestra bella durmiente ya despertó. –dijo Daniel con una sonrisa cínica.

Traté de moverme pero no podía ya que estoy amarrada en una silla. —¿Por que estoy aquí?–digo.

—Por andar de perra. –contestó la mujer a lado de Daniel con una sonrisa burlona. Solo la fulmine con la mirada.

—¿Qué hiciste con Ema?

—Ya no es Ema ahora es Débora, querida.–respondió Daniel sonriendo. —Awilda te haré sufrir por la muerte de mi hija.

—Yo no tuve la culpana que Débora muriera. –digo.

—Si la tienes. Si tu no te ubieras metido con Brent ella no estaría muerta. –dice con odio mientras me mira.

—Eso no lo sabemos.

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