Parte 6

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Todo el equipo de la científica estaba reunido en los alrededores de la carpa. La estancia de aquella supuesta bomba había dejado en shok a todo el mundo, y por eso se habían valido de los mejores investigadores. En las calles no se hablaba de otra cosa y tanto participantes como espectadores estaban corrobidos por el miedo. Marsella se había encargado de infiltrarse como uno de los encargados de entrar a tomar parte de todo. Entró en el primer grupo, dirigido claramente por el Inspector Alberto Vicuña. Se encargaban de analizar cuidadosamente cada partícula electrónica de aquel sistema informático y de revisar cada rincón del lugar. De pronto un humo voraz comenzó a nublar su vista y a provocar efecto de tos a todos los internos. El inspector Vicuña dio la órden de salida urgente y todos abandonaron la carpa rodeándola por la entrada. Aprovechando todo ese caos, creado por un simple truco que le habían enseñado en el ejército, Marsella se desplaza rápidamente hacia donde está la bomba insertando en ella el código para desactivarla. Ya inactiva la deja en el suelo y sale por la parte trasera de la carpa logrando burlar a los policías que se pagoneaban cerca.
Cuando el humo cesó los inspectores volvieron a irrumpir, apreciando los restos de aquel explosivo que yacía en el suelo. Como un pinchazo el sentir de aquella trampa había picado en cada vena de la inspectora Sierra, provocando un aspecto de furia indiscutible en su rostro quemando su mirada.
- Nos han timado ¡Joder!, ¡Nos han tendido una trampa! ¡¡Y hemos caído como imbéciles!! - Gritó pareciendo apoderarse de todo el explosivo de aquella bomba. - Ya basta de cuentos, es hora de actuar. ¡Qué traigan el coche!

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A veces la mejor forma de cuidar a alguien es simplemente alejándote de él. Ese era el concepto teórico acerca del amor y el afecto, que había tenido El Profesor durante toda su vida. Pero sin embargo, Sergio pensaba diferente. Él sí había conocido el amor y sí se había dado cuenta de que cuando de verdad quieres a alguien, lo único que quieres es estar a su lado a todas horas, en todo momento. Se odiaba horriblemente por no poder haber ido directo a los labios de Raquel cuando por fin la vio salir de aquella inapreciada cárcel. Pero era necesario. Los disparos no habían sido suyos, pero fueron de gran ayuda para su plan. Tenía que verse con aquel contacto que les facilitaría el transporte para salir de la ciudad, una vez hubiesen escapado del banco. No eran personas con las que pudiera jugar, así que debía estar seguro de que no hubiesen fallos. Una vez cumplido su objetivo, se dirigió hacia el viejo almacén que había escogido como un temporal refugio durante su corta estancia en Murcia. Recordó el papel que le había dejado a Marsella escrito específicamente para Mabel. Pensó que tal vez fue un poco estúpido darle tanta importancia en ese momento, pero es que no sabía cómo iban a ser las cosas y si algo fallaba no podía permitir que el atraco fracasara por su culpa. Llegó a su destino y parqueó el vehículo por la parte de atrás. Era un camión grande de esos que se encargaban de darle publicidad a una empresa, por eso era perfecto para la fuga. Se arrimó a las puertas del local y dejó secos golpes en estas. Tras par de segundos una de ellas se abrió muy lentamente casi sin movimiento. Por la endija pudo distinguir el familiar rostro de su amigo soldado. Este dibujó una casi inapreciable sonrisa pero que dejaba ver claramente su estado de alivio repentino.
- ¡Profesor!, ¡está bien!
- ¿Dónde está Raquel?
- Aquí, pasa.
Sentía que su corazón latía a mil. Recuperando cada álito de vida que había perdido aquella horrible tarde en la granja. Y entonces la vio. Estaba de espaldas, ocultando su mirada. Estos días que había estado privado de ella habían sido sin duda los peores, los más tristes. No sabía qué palabras exactamente usar, pues la verdad era que prefería no hablar, pero sí habían algunas cosas que eran necesario decirle. Se acercó lentamente tratando de opacar el sonido de sus pasos. Ella seguía envuelta en su transe, en sus pensamientos, probablemente protagonizados por él. Cuando llegó a rozar su espalda, movió su cabello a un lado y en cuestión de mili segundos besó su hombro. Fue un beso corto, húmedo, pero que había sido posiblemente el más tierno de su vida. Ella reaccionó de inmediato, girando su cabeza. Cuando sus ojos se encontraron sintieron como ambos corazones competían por quien latía más fuerte.
- ¡Sergio!...
Se abalanzó hacia él sin poder contonerse más y ambos se perdieron en un nostálgico abrazo. Su rostro se perdió en el hombro de él, dejando caer una sutil lágrima por su mejilla. Daría la vida por él una y mil veces más si cada renacer sería de ese modo. Sergio le abrazaba la espalda enredando sus húmedos ojos en el cabello de ella. Sentía que podía vivir eternamente así, solo con el tacto de sus manos y el olor de su perfume. No quería despegarse pero necesitaba mirarle a los ojos una vez más.
- Raquel, yo...lo siento mucho, por todo...por todo lo que te dije aquel día, por lo que no pude decirte a la cara, por el tiempo que estuvimos separados, yo...
- Shh - Puso ambas manos en los laterales de su rostro pegando su boca a la suya. - Te quiero Sergio.
- Y yo Raquel, te quiero no sabes cuánto. - La besó instintivamente mordiendo suavemente su labio inferior. Respiraron par de veces al unísono descansando ambas frentes unidas. Se tomaron de las manos entrelazando sus dedos y se volvieron a mirar.
- Ya tengo todo listo. Acabemos de una puta vez con este atraco y regresemos a nuestro paraíso. 
- Vamos.
- Marsella, contacta a Mabel y ponla al tanto de la situación. Ya vamos en camino.

***********

Había perdido la cuenta de cuántas veces había recorrido en círculos la habitación. Se sentía completamente ahogada en un mar de trajes y pistolas. Las ideas se le estaban acabando y el tiempo se volvía cada vez más su enemigo. No iba a hacer explotar la carpa, por supuesto que no. Eso iba en contra de todas las reglas que se habían acordado al inicio de todo. Pero necesitaba actuar rápido, necesitaba ser más inteligente que ellos y tener la mente más fría, cosa que se le iba dificultando cada vez más. Aquellas cuatro paredes de ese viejo hangar parecían querer estrecharla y llevarse toda su fuerza.
No podía negar que la llamada repentina de Marsella la había tranquilizado muchísimo. Saber que por lo menos no estaba sola en esto.  Ya todo estaba listo para salir del banco, pero le preocupaba la reacción de la policía. De pronto siente el sonido de un auto estacionándose en la entrada del hangar. Salió corriendo hacia la puerta y mostró una expresión de alivio.
- Marsella, qué bien están aquí.
- Tienes que irte con el Profesor.
- ¿Pero y la carpa?, Qué haremos con la bomba, no podemos dejar que explote, y es muy difícil que la policía logre decifrar el enigma.
- Yo me encargo de eso, ¿tienes el código?
- Sí, aquí está. - Le mostró el papel doblado que conservaba con extremo cuidado.
- Perfecto, vamos. Ah, por cierto, el Profesor me había dejado este papel allá en Murcia para ti, me dijo bien claro en ese momento que era algo preciado pero después pareció restarle importancia. Como sea te lo voy a entregar, así en todo caso, no queda por mi.
Marsella se desvaneció con el sonido del auto en marcha y ella dio una despedida al lugar leyendo curiosamente el papel en su mano:

"La clave de todo está en la distracción. Juega con sus prioridades y el sentido de razón actuará en su contra"
                    Pr.

😄//HASTA AQUÍ EL 6to CAPÍTULO.
NO FALTA MUCHO PARA EL FINAL Y DE CORAZÓN ESPERO QUE LA ESTÉN DISFRUTANDO. ME ENCANTARÍA SABER SUS OPINIONES Y CRITERIOS PARA PODER MEJORAR.// 😄
💥PRONTO TENDRÁN EL PRÓXIMO CAPÍTULO.💥

💖❤GRACIAS POR LEERME ❤💖

       

_La Estrategia Deseada_//Fanfic_👓La Casa de Papel👓_afterSeason3❣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora