Hay ciertos momentos en nuestra vida que van acumulándose como pequeños granitos de arroz, esos que en un principio logran pasar como insignificantes hasta que se vuelven pesados y entonces terminan atentando contra tu estabilidad emocional; gracias a todos esos momentos estoy aquí.
Esos en los que no supe expresarme, alejarme de lo que no me hacía bien e ir por lo que de verdad quería, limitándome a recibir lo que no me quedó de otra, aceptando y fingiendo sonrisas con sabor a nada.
Instantes vacíos en los que mi cuerpo estaba presente pero mi alma deambulaba perdida.
Situaciones en las que solo supe callar, porque una extraña fuerza en mi interior me aseguraba que nada ganaría con gritar.
Circunstancias en las que solo permití que el tsunami me llevara a donde deseara, porque no existían las fuerzas suficientes para luchar por salir del hueco en el que caí sin siquiera darme cuenta.
Y aunque me reproché a mí misma por haberme permitido vivir un pasado tan insípido, abrumador y solitario, después comprendí que a este solo se le debe agradecer, pues gracias a él somos el aprendizaje de hoy y la experiencia del mañana. Y es debido a todo esto que dejo mis vivencias aquí, esas que una vez, sumida en mí hueco, pensé jamás superar, pero que hoy yacen indoloras, totalmente superadas.
Ahora sé que todo tiene un por qué, y aunque en el momento no tenemos respuestas certeras, el tiempo es quien se encarga de responderlas cuando nos ve listos para ello. Todo pasa, todo cambia y todo siempre llega a su final, porque sencillamente siempre seremos más que las circunstancias que nos toca enfrentar.
Lila Michelle Vespoli.
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Lo que por error callé ©
JugendliteraturSerie Silencios #2 Inconscientemente, Lila juega a ser un cúmulo intenso y desbordado en cuanto a términos emocionales se refiere, deseos contenidos además de palabras silenciadas son apenas indicios del mar pasional que la consume. Sus problemas de...