III. Comunión

16.9K 1K 83
                                    

Su enojo y confusión se unían en comunión, dispersarlos era una batalla, recordaba aquella tarde de verano en la que, repentinamente, oscuros cabellos empapados emergieron del agua y se cruzó con una azul mirada, lentamente se repetía, se dibujaba, se trazaba en su mente como si en lugar de hacerse lejano, se arraigaba:la memoria de un chico envenenado hasta los huesos de pecados mortales.

Bianca se había escandalizado más de lo que Inocencia y exigía una razón lógica que justificase lo sucedido.

-¡Claro que voy a decírselo a tu madre!-exclamó-Así que escúpelo, Inocencia.

-No, Bianca, está bien, mamá solamente vendría a gritar aquí.-asaltada por el miedo de las represarías que su madre podría tomar, negaba con la cabeza y hacía ademanes de suplica-Sería completamente inútil.

Bianca largó un suspiro.

-Tienes razón, el principal no va a hacer nada al respecto. Pero, dime ¿Por qué Andrew Leonard te buscaba? ¿Y por qué lucía tan enojado? ¿Respecto a qué?

Inocencia pensó en todas las mentiras que había dicho ese día y su comportamiento inadecuado, y sí, Bianca era su mejor amiga, pero no había una explicación razonable para lo que había ocurrido, siquiera para la misma Inocencia que estaría cuestionándose el resto de su vida porqué hizo lo que hizo, así que estando al borde del abismo una vez más se arrojó en un río de mentiras.

-Lo que sucedió es que, comparto la clase de historia con él, a la cual no asistió la semana pasada y el Sr. Pastrana me encomendó decirle acerca de un trabajo que nos había dejado para hacer en casa y debíamos traerlo hoy, pero yo lo he olvidado y no se lo he dicho, por lo que el Sr. Pastrana le ha reñido y es mi culpa, eso provocó su enojo y que actuara de la manera en que lo hizo.

Bianca se lo creyó todo.

-Es detestable-escupió.

Mentalmente, Inocencia de sintió más tranquila.

-Sí, lo es.

Pedalearon en sus bicicletas a casa y no se habló más del tema.

Inocencia se sintió acechada el resto del día, como si estuviese esperando que algo malo sucediera y tenía todo que ver con Andrew Leonard y su auto invitación a casa de Inocencia, ella no dudaba de que él supiese dónde vive y de no saberlo, podía preguntar a literalmente cualquier persona la ubicación de la mirada del pastor y la obtendría.

Situó una silla frente a la ventana de su habitación y allí reposó con un libro entre sus piernas el resto del día, eventualmente echando un vistazo al camino. Ella lo esperaba, preparada para controlar cualquier situación en caso de que él se atreviese a acercarse a su casa. Cuando cayó la noche se levantó agotada y compartió la cena con sus padres, dijo la plegaria antes de cada comida y luego volvió arriba.

Tomó las fotos de su buró sin siquiera darles una última mirada y las metió dentro de su bolso.

Procuraría que las tuviese la siguiente mañana a primera hora.

Andrew no retornó. Ni el martes, ni el miércoles, tampoco el jueves o el viernes, Inocencia lo ignoró toda la semana hasta el último día, cuando antes de marchar se dirigió al campo en caso de que él hubiese ido al menos a su entrenamiento y no lo encontró allí. Volvió a casa con las fotos una vez más. Hubo un momento en la semana en la que pensó que quizá tenía algo que ver con ella pero la sola idea era estúpida. De cualquier manera, tenía cosas más importantes que hacer y en qué pensar.

Inocencia & Las 21 ArmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora