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Lo tomaron del cuello de su chaqueta de cuero, lo empujaron contra la pared y comenzaron a golpearlo simultáneamente en lugares aleatorios con todas sus fuerzas. Los quejidos producidos por el menor se hacían cada vez más sordos por cada golpe, que venía con más fuerza, se notaba el odio con que lo hacían.

Ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar o defenderse, estaba rodeado por cuatro muchachos; Sigurd y sus amigos ahora si lo tenían contra las cuerdas. El que mas disfrutaba esto es el pelinegro pero si tomamos en cuenta a sus acompañantes, empezaron a sentir pena por el rubio agonizando.

Duraron un buen rato propinandole una golpiza a Thorfinn, al cabo de unos minutos, donde se agotaron los otros tres menos Sigurd que continuaba golpeando al más bajo aún cuando esté estaba en el suelo, inconsciente y sin posibilidades de moverse.

Los amigos de Sigurd lo detuvieron al ver los brutales ataques del pelinegro.

—¡Detente Sigurd!, ¡lo matarás!—lo sostuvo Olm.

—¡Dejame hacerlo!—exclamó.—¡Sueltame puto gordo de mierda!

Olm, Dyri y Heldi tomaron las extremidades de Sigurd, lo detuvieron antes de que cometa alguna locura de la que podría arrepentirse por el resto de su vida.

—Pobre, tan solo mira como lo dejamos.—comento Heldi.—Me da pena, realmente me siento mal.

Sigurd chasqueo sus labios.

—Si te da pena pues ayudalo, de seguro te matara cuando despierte.

—No digas eso, Siggy.—interfirio Olm.—El que estaba apuntó de matarlo fuiste tú.

Sigurd jadeaba, en medio de esa queja que tanto le molestan de sus amigos, miró a su alrededor y se dio cuenta en el lugar donde estaban. Esas peligrosas calles donde las prostituta se reúnen, donde las bandas y mafias caminan en estas tierras libremente como su propio patio. La ira y euforia se desvanecieron, su expresión fue cambiando a una más preocupante y de temor.

—Ah, maldición, no me había dado cuenta donde estamos.—soltó, los otros le prestaron atención.—¡No se le queden mirando, joder, vámonos de aquí!—exclamó.—¡Miren, ya esta anocheciendo, este lugar se vuelve peligroso cuando pasa eso!

—¿Y que hay de Thorfinn?

—¡Dejalo ahí tirado, ni que fuera familiar tuyo!—respondió.—¡Vamos!

Como gallinas, huyeron de ahí y dejaron al pequeño rubio inconsciente en el suelo.

Los minutos pasaron y anochecio, eso sólo indicaba una cosa para aquel rubio de facciones femeninas acostado en la cama. Se despertó y miró el reloj, ya es hora de que trabaje.

Temprano, desde las nueve hasta altas horas de la noche debe salir a las calles para prostituirse. A aquellas calles peligrosas entregar su cuerpo, dar cada trocito de si para obtener una considerable cantidad de dinero.

Sin perder tiempo, se desvistio y tomó una ducha, salió y se arregló con cuidado para verse “apetecible” esa noche. No necesitaba maquillaje, su belleza natural es más que suficiente. Se paro de la silla y tomó unos preservativos por sí acaso, y claro, para no contraer alguna enfermedad. Salió y se detuvo en la puerta, miró hacia el cielo, uno que estaba estrellado, donde las luces tan distantes brillaban en apogeo, lejos de este mundo.

—Ojalá y yo poder estar así de lejos.—comento con una mirada melancólica adornando sus ojos tristes.

Canute suspiro, su aliento fue visible gracias al frío que hacía. El menor se estremeció, solo tenía unos pequeños pantalones que dejaban al descubierto sus piernas y una polera que dejaba en vista su abdomen. El frío caló por su piel, haciéndolo tiritar.

Crybaby {Thornute}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora