En el capítulo anterior...
—¡Ni creas que saldré, ya mismo me cambio!
—No Midoriya, me dijiste que lo harías, ahora por favor, cumple, todo va a estar bien, ¿vale? Yo te voy a cuidar, no te tienes que asustar, sé lo que es tener un omega en manos así que por favor confía en mí, te lo ruego, sólo será el día de hoy.
Ya era casi medianoche y el bar estaba a reventar, la música sonaba incluso fuera del edificio a unos pocos metros. Eso lo pudo notar perfectamente un apuesto joven de cabellera mitad blanca y la otra mitad rojo intenso, el cual se aproximaba con un paso firme y lento, aligerando la presión de su corbata mientras varias miradas se posaban en su cuerpo, el cual parecía estar tallado por los mismos dioses debajo de tanto elegante traje...
Definitivamente iba a disfrutar de su noche...
• • •
La medianoche al fin había alcanzado su máximo punto y el ambiente a esas alturas ya era completamente erótico, sólo había una cosa que no estaba permitida: "follar" o bien sostener relaciones sexuales con los bailarines, ni aunque se pagara por ellos, cosa que estaba únicamente disponible después de la 1 de la mañana.
La confianza del peliverde ahora se encontraba por los cielos, hasta se podría decir que no era aquel chico cargado de timidez extrema, como si alguien hubiera rociado en él una poción.
Midoriya había caído en un profundo hechizo hormonal, pues a pesar de que los supresores hacían su trabajo, pronto comenzarían a perder efecto puesto que por un error de cálculo, su aroma comenzaba a llenar el lugar.
Los alfas parecían quedar estupefactos, llenando sus pulmones con el frutal aroma que el omega desprendía. Toda la música pronto subió de tono y el bar parecía ser una jaula, una jaula con tantos tigres hambrientos y con un único filete en el lugar.
Bien decían que el celo de un omega entre alfas era algo que podía resultar mal, especialmente por la cadena que se creaba, desencadenando así un efecto mariposa.
Kirishima, quién se encontraba en la barra trató de controlar sus impulsos, y con fuerza de voluntad bajó a su amigo, quién parecía estar disfrutando del baile. A esa altura ya no era quién todos conocían.
Los alfas, quiénes iban perdiendo el control, pedían a gritos que permitieran al omega seguir bailando. El pelirrojo, quién más temprano que tarde, arrastró al omega a los camerinos y lo encerró. El contrario pedía a gritos salir.
—¡Kirishima! ¡Déjame salir! —. Izuku gritaba mientras pateaba la puerta. Bajo ninguna circunstancia su amigo lo dejaría salir, pues ambos sabían que todo podía descontrolarse aún más estando afuera, trayendo graves consecuencias para ambos, y sobretodo para el recinto.
—¡Midoriya! ¡Lo que sea que hayas hecho antes de salir alborotó tus hormonas! Es preferible que te quedes adentro, nos evitaremos problemas para ambos, bueno, para todos en el lugar.
El peliverde sabía que el chico tenía razón, así que se alejó de la puerta y tomó asiento en una silla, retirando sus zapatillas altas y mirando el suelo con algo de pena.
° ° °
Cuando el joven de cabellera mitad blanca mitad roja entró al bar, el dulce aroma frutal comenzó a inundar su nariz, evocando en él instintos poco vistos.
Shōto Todoroki, dueño de su propia empresa, hijo de un poderoso empresario y uno de los alfas más codiciados por todos los omegas. Alguien que tiene a su merced cantidades enormes de omegas tanto mujeres como hombres, jóvenes hermosas y atractivos muchachos, se encontraba paseando por uno de los lugares de mayor costo y mayor clientela en todo el país.
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¡Mírame! {TodoDeku Omegaverse} [YAOI]
Fiksi Penggemar-Mírame, Todoroki-kun, no soy invisible, sólo soy un muchacho, un triste muchacho que añora tu regreso... Ese muchacho te ama en secreto. [Portada en edición, no se aceptan copias y/o adaptaciones] [Historia original]