Eran entrenados para eliminar a los demonios.
Los monstruos debían de ser eliminados.
Entonces, ¿que hacia un demonio hablando de manera familiar con la persona a la que llamaban maestro?
Y, ¿Por qué esas rubíes les miraban con tanto cariño?
...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Amistad, hermandad, cariño, aprecio, rivalidad y envidia.
Esos eras los sentimientos que Tomioka tenía hacia Sabito.
Tenía un lazo muy fuerte con Sabito que nadie sería capaz de cortarlo.
Apreciaba la amistad que tenía con Sabito, también le agradecía que se mantuviera siempre a su lado y mostrarle que no todo estaba acabado. Que todavía podía luchar, podía tomar un arma y proteger a los que ahora eran su familia.
Sabito, Makomo y Urokodaki le habían permitido ver nuevamente la luz del mañana.
Se esforzaba cada día para mejorar y pulir sus habilidades al máximo.
¡De verdad que lo hacía!... Pero al lado de Sabito se sentía inútil.
Habían comenzado su entrenamiento al mismo tiempo pero aun así lo único que podía ver era la espalda de su amigo.
¿Por qué solo puedo ver tu espalda?...
¡¿Por qué?!
¡Me estoy esforzando, de verdad que lo hago!
¿Entonces por qué... veía cada día esa espalda tan lejana?...
Esos eran los pensamientos que siempre nublaban el corazón del joven.
Tomioka lo sabía.
Sabía que nadie podría romper sus lazos con Sabito, nadie, exceptuando él mismo.
Estos pensamientos lo atormentaban por las noches, impidiéndole dormir en paz. Se sentía asqueado de sí mismo. Tenía que estar feliz por su amigo que cada día se hacía más fuerte pero simplemente no podía.
El deseaba pelear al lado de Sabito. Deseaba ser necesario, que Sabito le confiara su espalda en batalla... Esos eran algunos de sus sueños.
Sueños que eran destruidos al darse cuenta de que su amigo no necesitaba de alguien que le protegiera la espalda. Sabito era capaz de cuidarse por sí solo.
Se negaba a quedarse atrás.
No quería correr detrás aquella espalda.
Quería volverse más fuerte, tenía que hacerlo.
Si él se volvía capaz de caminar al lado de su amigo entonces... ya no tendría que preocuparse de esas asquerosas emociones que le hacían observar a su amigo con odio y envidia.
Todo estaría bien.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
