Existe un pequeño club en Port Arthur, Texas, que no es lo que parece. Mujeres, damas de la alta sociedad, se reúnen cada jueves para intercambiar algo más que recetas de cocina.
Ningún miembro revela los secretos del club, ningún miembro abandona el club, sólo hay una manera de salir del club, y es quebrantando una de las reglas, y entonces… más te vale ir lejos, muy lejos, porque no hay nada más implacable que una dama traicionada.
Capítulo 1
Diana repasaba en su mente la última vez que habló con su abuela, parecía mentira lo fácil que se adaptaba aquella sonrosada mujer a la tecnología. ¡Videoconferencia!, habían hablado por videoconferencia, como casi los dos últimos años de universidad. Dejó que una suave sonrisa apareciera en su cara al recordarla. ¿Cuántos años tenía Verónica, 67?, de aquella pequeña mujer, de metro sesenta, aún seguía manando una energía arrolladora. Parecía frágil, dulce, pero eso era lo que se veía, dentro de aquel pecho había un espíritu de armas tomar. Por eso estaba ella allí, con la mirada perdida en el paisaje que se movía al otro lado de la ventanilla del autobús, camino de una ciudad que estaba lejos de ser grande, pero que tampoco era pequeña. Verónica la había casi obligado a ir aquel verano a su casa, y sabía que no era porque la echara de menos, hablaba más con ella que con sus padres. Aquellos dos años se había convertido en su mejor amiga. Quién lo iba a decir, una joven de 24 años amiga de una mujer vieja de 67, no, de una mujer madura de 67. Era imposible que Verónica fuera vieja. Ella era como un buen vino, mejoraba con el tiempo.
Cuando llegó a la terminal de autobuses, no le sorprendió ver un coche de gama alta con un chofer apoyado en él. Cuando descendió por las escaleras, sintió como un fuerte abrazo la envolvía, impregnándola de un perfume dulce y floral, aunque nada empalagoso. Sobre el hombro de Verónica, pudo ver la sonrisa del uniformado chofer, mientras su abuela la estrujaba sin mesura.
Cuando llegaron a la que sería su “humilde morada”, Diana se maravilló al contemplar la opulencia de aquel pequeño palacio rodeado de árboles. No le mentía su padre cuando le dijo que su familia tenía dinero, más bien diría que sudaban riqueza.
Nana, como insistía en que la llamase, la dejó el tiempo justo para que deshiciese sus maletas, o casi, porque una criada la ayudaba a hacerlo, y Nana la despidió de la habitación antes de que terminaran, de impaciente que estaba por hablar a solas con su nieta.
- - Ahora quiero que me lo cuentes todo.-
- - ¿Contarte el qué?.- ella la miró fijamente, como si pudiera leer en su cara lo que escondía.
- - Me he pasado los dos últimos años hablando contigo, se que algo te está apagando el alma. He visto día a día como la llama de tu interior ha ido perdiendo intensidad.-
¿Podía aquella mujer ver tan adentro de ella?, sabía que estaba triste, pero ni ella misma entendía el porqué.
- - No sé de qué me hablas.-
- - Mal de amores.- Diana no podía creerlo.
- - ¡Yo no voy detrás de ningún chico!.-
- - No cariño, lo sé, es precisamente eso.-
- - No entiendo.-
- - Ni has tenido novio desde aquel cretino del instituto.-
- - Matt no…-
- - Si cariño, era un cretino. Tener a una chica como tú y dejarla escapar…- soltó un suspiro.-
- - No soy ninguna belleza abuela, acéptalo, yo lo he hecho.- Nana colocó uno de los mechones rebeldes de su nieta detrás de su pequeña oreja.
- - Eres bonita cariño, es tan solo que no sabes venderte.-
- - No voy a enseñar carne como una vulgar…. ¡Yo valgo más que eso!.-
- - ¡Por supuesto que no vas a hacer eso!, mi nieta nunca se rebajará a ese nivel.-
- - Me estás dando la razón.-
- - No cariño, voy a hacer algo más que eso.- se levantó y se dirigió a la puerta.
- - No Nana, no vuelvas a intervenir.- aún recordaba aquella visita que la hizo a la universidad, sus amigos aún se reían de ella por aquella “sorpresa” de su abuela.
- - Si te refieres a los dos días que pasé intentando conocer todo lo que te rodeaba en aquel “templo del conocimiento” al que llamáis Universidad, no me arrepiento de ello. Sé que te pareció inapropiado por mi parte, pero créeme, era necesario. Me di cuenta de muchas cosas.-
- - ¡Ah, sí!, ¿de qué cosas?.- Nana no le iba a contar todo. A su tiempo ella se daría cuenta, era una mujer inteligente. No, mujer no, niña, pero eso pronto iba a cambiar, las chicas y ella se encargarían de ello.
- - De que te escondes detrás de una imagen aburrida y sosa, creyendo que si alguien ha de amarte lo hará por tu corazón. Pero no vamos a esperar a que los chicos te descubran.- Diana comenzó a seguirla por el pasillo.
- - Sé que tienes planeado algo, te conozco, y no te voy a dejar.- Nana se giró con una sonrisa malévola en el rostro.
- - Oh, sí, lo vas a hacer, porque tienes tantas ganas o más que yo de cerrar algunas bocas,… y de abrir otras.-
Aquello último no lo entendió, pero antes de que terminara aquel verano lo haría, seguro.
No le sorprendió que el abuelo Charles estuviera encantado de que acompañara a Nana aquel jueves a la reunión del Club, era una buena manera de introducirla en la buena sociedad de la ciudad. Que engañado estaba, él y todos ellos, pero no iba a decírselo. Nadie revelaba los secretos del Club de las Damas, es la primera regla.
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El Club de las Damas 01- Volvemos al campo de caza
RomanceLa presa más difícil de atrapar es el hombre, pero si eres una buena cazadora, conseguirás atrapar la pieza que deseas. Tu no entras en el Club de las Damas, ellas te invitan a entrar, y cuando lo hacen, tus objetivos en la vida cambian. Antes sólo...