Capítulo 11

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Nick maldecía mientras miraba por el ventanal del aeropuerto. Las parcas del destino se habían aliado en contra de él. Primero el avión se retrasó y perdió todos los enlaces para ir a Port Arthur. Los taxistas estaban en pie de guerra y no solo estaban en huelga, sino que no dejaban a los vehículos de los hoteles entrar en el aeropuerto. Era sábado por la noche y no conseguía localizar a ninguno de sus amigos. Su padre estaba en Houston. Eran más de las diez de la noche y tenía un hambre canina. Su última opción era Diana. - Bueno, - miró hacia abajo y se enorgulleció del paquete circular que reposaba junto a su bolsa de viaje, - al menos  ella tenía su maldito timón.-

-           ¿Si?.-

-           Diana, siento molestarte a estas horas.-

-           ¿Qué sucede?.-

-           Estoy en el aeropuerto, mi avión se ha retrasado y he perdido los enlaces. Además, hay huelga de taxis-

-           Ya, entiendo. Dame quince minutos e iré a buscarte.-

-           Gracias.-

Nick esperó sentado en la sala de llegadas, miraba de vez en cuando hacia el exterior. Seguramente aquellos energúmenos no dejarían que el coche de Diana se acercara. Bueno, al menos las motos los sorteaban sin dificultad. Un motorista se había colado hasta la puerta de salida. Marcó el teléfono de Diana, tenía que decirle que mejor quedaran fuera del edificio. Escuchó los tonos de la llamada con eco, un móvil cercano sonaba.

-           Eres un poco impaciente, ¿no crees?.- al girarse se encontró el objeto de sus más tórridos sueños embutida en cuero. Pantalones, cazadora y botas de motera, toda de negro. Bajo su axila un casco, y otro en la mano. En la otra mano, el móvil. Su melena caía suelta a su espalda. Tenía que estar babeando, pero la sorpresa era mayor.

-           ¿Moto?.-

-           ¿Quieres salir de aquí, sí o no?.- Nick cogió la bolsa de viaje y cruzó la cinta sobre su pecho. Agarró el paquete redondo y lo metió bajo el brazo. Cuando finalmente se subió a la moto, se agarró suavemente a la cadera de Diana.

-           Agárrate fuerte, no quiero perderos ni a ti ni al paquete por el camino.-

Pasó su brazo musculoso alrededor de su cintura, y se apretó dolorosamente a ella. Estaba pegado a su culo y no podía dejar evitar pensar lo erótica que era aquella postura.

Cuando vio que la moto se metía en el aparcamiento de un edificio, supo que Diana le había llevado a su apartamento. Cuando se vio libre del casco tuvo que preguntarlo.

-           ¿Por qué tu apartamento?.-

-           Son las 11 de la noche, es fin de semana y estamos en pleno Mardy Gras,  no tienes muchas posibilidades de encontrar una habitación libre. Pero si no quieres mi sofá...-

-           Me vale, me vale.- se apresuró a contestar.

El apartamento era pequeño, más sencillo de lo que esperaba. Diana lo estudió mientras inspeccionaba el salón con la mirada.

-           Es muy...- no le dio tiempo a encontrar la palabra perfecta sin decir que era pequeño.

-           No necesito más. ¿No te gusta?.-

-           Me gusta, es tan solo que... no se... tenía en otra idea diferente en mi cabeza.-

-           ¿Cómo por ejemplo?.-

-           No se... imaginaba algo más acorde con tu imagen.- lo miró otra vez y la observó mientras que quitaba la chaqueta, y dejaba al descubierto una camiseta blanca ajustada en la que se leía "Angel inside" y que tenía dos alas plateadas a la espalda.

-           ¿La imagen del trabajo?.- la imagen a la que tenía a todos acostumbrados no encajaba allí, pero la que veía ahora sí, encajaba perfectamente. Estaba descolocado, era evidente, pero le gustaba lo que veía, la hacía más accesible, más... no le dio tiempo a pensar más, un juego de sábanas aterrizó en sus manos.

-           Si, la del trabajo.-

-           Todos nos adaptamos. Si soy una mujer de negocios no puedo ir así vestida.-

-           No, tienes razón.-

-           Ahora será mejor que nos vayamos a dormir, es tarde.-

No es que el sofá fuera muy grande, ni que fuera cómodo, pero Nick se durmió con una sonrisa en los labios.

El ruido de una puerta al abrirse lo despertó. Diana salía de su habitación en pijama con el pelo alborotado. Llevaba una camiseta de tirantes y unos pantalones anchos de cadera baja. Desapareció por la puerta del baño, y segundos después oyó correr el agua. 10 minutos después la puerta volvía a abrirse, y ella salía en ropa interior mientras se secaba el pelo con una toalla. Sus ojos se recrearon en toda la piel que aquellas minúsculas prendas dejaban al descubierto, y efectivamente comprobó que no había ni rastro de pelo en la piel expuesta ante él.  ¿Qué era ese dibujo?, tenía algo tatuado que sobresalía por encima del borde de la braga. Daría lo que fuera por bajar ese trozo de tela y ver de qué se trataba. No se había movido ni un pelo, pero ella se detuvo en seco al verle mirarla con aquellos con ojos inquisidores.

-           Ah, vaya, ya estás despierto.- el se sentó despacio, con una sonrisa depredadora en los labios. En ese momento sólo llevaba los bóxer, y le estorbaban.

-           Si.- ella prosiguió hacia su habitación, al mismo ritmo de antes.

-           Tienes el baño libre si quieres darte una ducha.- y vaya si la necesitaba, y muy fría.

Cuando Nick salió del baño, su pelo estaba húmedo, y llevaba la toalla enrollada a la cintura. Diana tomaba un sorbo de café mientras ojeaba las noticias en su tablet. Se había puesto una camiseta y unos vaqueros, aunque seguía descalza. La diva inalcanzable se había transformado. Sus curvas se habían ocultado, pero él sabía que seguían allí. Ya no estaba a 10 centímetros por encima del suelo. Se había desprendido del aura depredador. Aún así, seguía tirando de sus entrañas.

-           ¿Quieres desayunar algo?.- Nick se acercó a ella. La ducha no había logrado gran cosa. Se acercó tanto que Diana tuvo que levantar la cabeza para mirarlo.

-           Me estás matando Diana, ya no puedo más.- y antes de que ella contestara, asaltó su boca. La tomó por la nuca y metió los dedos en su pelo, impidiendo que huyera. Sabía a café, sabía a Diana, aún sabía a algo prohibido, pero ya le daba igual, se había tirado a la piscina con todas las consecuencias. El beso fue una copia de aquel primero, apasionado, salvaje, posesivo. Cuando sus pulmones necesitaron aire, tuvo que dejar que entrara, pero no la soltó, quería más.

-           Te deje la puerta abierta para una retirada honrosa. ¿Por qué no lo has hecho?.- entonces él comprendió. Ella recordaba aquella noche, le había mentido. Apoyó su frente en la de ella mientras sostenía su cabeza en su mano y acariciaba la suave mejilla con su pulgar.

-           Esa opción no me interesa. Te quiero a ti.-

-           Sabes que no puedo darte....- el posó el pulgar sobre su boca.

-           Shssss, ... cogeré lo que quieras darme, me conformo con eso.- volvió a besarla, y esta vez ella no se contuvo, lo tomó del cuello y lo apretó, exigiendo más. Nick apretó sus nalgas y la alzó para que se aferrara a sus caderas. Sin dejar de besarse desaparecieron tras la puerta de la habitación.

El Club de las Damas 01- Volvemos al campo de cazaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora