Capítulo 14

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Cuando Nick oteó la gran sala de llegadas, la reconoció enseguida. Era imposible no hacerlo. Llevaba el pelo recogido en una cola alta, unas sandalias de cuña, y un vestido blanco de tirantes, que se ajustaba a sus pechos, y después dejaba su cuerpo oculto bajo un tejido vaporoso. Estaba absorta en su móvil, y no lo vio acercarse por detrás. Quería inhalar su aroma una vez más.

Diana dio un respingo al notar unos labios en la base de su cuello, pero enseguida reconoció su olor. Ningún otro olía como él, ni sus labios acariciaban su piel con tanta calidez. Todo su cuerpo lo reconoció, y oír su voz le erizó los pelos de la nuca.

-           Estas preciosa.- Diana se giró. El atuendo de Nick no era tan informal como era costumbre, pero tampoco llevaba un traje de chaqueta. El calor y el paseo en barco no maridaban con el uniforme de ejecutivo.

-           Tu también. ¡Oh!, ahí están.-

No era difícil reconocerlos. Los tres hombres tenían la piel aceitunada, pelo muy oscuro, y estaba claro que los dos gigantes protegían al que avanzaba delante de ellos.

-           ¿Señor Sied?.- le tendió la mano con una encantadora sonrisa, y el hombre la sonrió con la misma sinceridad.

-           Señorita Livingston, supongo. – Ambos sonrieron por la similitud con la famosa frase. Ella asintió y le dio la bienvenida en un fluido árabe, a lo que él hombre respondió en el mismo idioma. Nick estaba maravillado, ¿dejaría de sorprenderle algún día aquella mujer?, seguramente no. Finalmente, el árabe prefirió hablar en el idioma que ellos tres conocían, para no hacer un feo a Nick, el cual lo agradeció.

Viajaron en la motora hasta Port Arthur, y Nick le cedió los mandos de la embarcación para que disfrutara de ella durante el trayecto. Se hizo nuevamente cargo de la motora para entrar en el embarcadero de Benson Boats. No le gustó que el árabe ayudara a Diana a entrar y salir de la motora, pero no era ni correcto ni inteligente mostrarse posesivo. El árabe era un cliente, y traía con él a dos armarios roperos con cara de doberman.

Le mostraron las instalaciones y le llevaron a comer ostras a un caro restaurante. El árabe regresaba de vez en cuando a su lengua, para brindarle algún comentario a Diana. Y eso no le gustaba demasiado a Nick. Parecía que se traían un extraño juego aquellos dos. Él no tenía que tomarse tantas libertades con su chicha, y ella no tenía que ser tan solícita, ¡que él estaba delante, leches!.

Cuando por fin despidieron al árabe en el aeropuerto, Nick dejó salir toda la presión que llevaba dentro.

-           ¿De qué coño te hablaba que no quería que yo entendiera?.- Diana sólo tuvo que mirar su cara para saber lo que le pasaba. Alzó una ceja al contestarle.

-           ¿Celoso?.- Nick la tomó por la cintura para pegarla a su cuerpo. Inclinó la cabeza para que sus frentes se unieran.

-           Te miraba como si quisiera… como si quisiera comerte.- ella apoyó  las manos en su cálido torso.

-           Tu también me miras así a veces.- Nick la apretó más a sus caderas.

-           Porque eres mi chica, mía. No suya. Sólo yo puedo comerte.- la besó posesivamente, marcando lo que era suyo.

-           ¿Tuya?.-

-           Sí, mía.- ella esbozó una sonrisa.

-           No recuerdo haber firmado ese traspaso de poderes.- Nick tensó su mandíbula, aquello no era una broma para él.

-           Hablo en serio, Diana. Soy muy posesivo, no pienso compartirte con ningún otro hombre, de ninguna de las maneras.-

-           No soy un bufé libre, del que todos pueden servirse.- el asintió satisfecho.

-           Vámonos a casa, quiero enterrarme en ti y no salir de allí hasta que asome el sol.- Nick la tomó de la mano y tiró de ella, pero Diana lo detuvo.

-           Espera. Sabes que tendré que volver a verlo cuando viaje a Arabia Saudí. La franquicia depende de él.- Nick dejó escapar el aire.

-           Prométeme que no serás cariñosa con él.- su voz era demasiado baja, y Diana tuvo la tentación de abrazarlo. Era tan adorable cuando asomaba el niño vulnerable que había en él…

-           Con los clientes soy agradable, cariñosa sólo lo soy contigo. Recuérdalo.- lo beso fugazmente y el no la dejó separarse. Después de un largo beso, la cogió a de la mano para sacarla del aeropuerto tan deprisa como pudiese. Tenía que recuperar la confianza de su cuerpo, tenía que marcar su propiedad tantas veces como necesitaba.

Boby no podía creer lo que sus pasmados ojos veían. Nick, su amigo Nick, marreándose con la jefa. El muy cabronazo lo tenía bien escondido. Sabía que desde aquella noche que le vio besarle la miraba de otra manera, ¡Joder!, él mismo la miraba de otra manera. Pero de ahí, a comérsela literalmente, había un trecho que Nick había pasado. ¡Vaya con esos dos!. Pues iba a ser que acercar a su hermana al aeropuerto de Beaumont, no había sido tiempo perdido como había pensado.

Lección 7

Nana permanecía sentada en la cama mientras veía a Diana preparar la ropa para el día siguiente, tenía su primera entrevista con Alexia. Pronto tendría de demostrar de lo que valía.

-           Lo harás bien, mi niña.- Diana soltó pesadamente el aire.

-           Lo sé abuela, pero no puedo evitar ponerme nerviosa.-

-           Relájate. Con el tiempo verás que todo es cuestión de confianza.-

-           ¿Confianza?.-

-           Si tienes confianza en ti misma, todo irá bien.- Diana se detuvo delante de ella.

-           ¿Esa es la base de todo?.-

-           De casi todo, mi niña. Incluso las relaciones se basan en la confianza. Si hay confianza, todo irá bien. Si no la hay, nada funciona. Y recuerda, la confianza, cuando se pierde, es muy difícil de recuperar, así que nunca, repito, nunca hagas que los demás pierdan la confianza en ti, sobre todo él.-

-           ¿Eso es lo que hace que tú y el abuelo…?.- Nana soltó una risilla.

-           Entre otras cosas, si. – Nana se puso seria.- Él saltaría al vació si se lo pidiese, y yo haría lo mismo.-

El Club de las Damas 01- Volvemos al campo de cazaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora