Capítulo 2
Precedida de su abuela, Diana entró en la exclusiva cafetería del club de campo. Solo la clase alta frecuentaba aquel selecto club, en el que se mezclaban entre ellos. Negocios y ocio se fundían en un ambiente selecto, al que Diana no estaba acostumbrada. En aquel momento agradeció que su abuela la obligara a arreglarse de aquella manera. Llevaba una camisa de blanco hilo, una falda recta y sencilla color azul marino, y unas bailarinas. Una fina chaqueta de punto color crema y una sencilla diadema le daban a su imagen el aspecto juvenil que definía su anodino estilo. Ella no solía vestirse de una manera tan formal para tomar un café con sus amigos, aunque claro, la media edad de aquel grupo duplicaba la suya. Así que abandonó los jeans y las camisetas de algodón.
Observó el grupo de mujeres mientras se acercaban a ellas. Todas eran elegantes, y aunque comprobó que había algunas damas mayores, había una representación variada, desde los cuarenta a los setenta.
- - ¡Vaya Verónica!, ¿así que esta jovencita es tu pequeña Diana?.- los ojos de Nana desprendían genuino orgullo.
- - Así es. ¿No os dije que era una preciosidad?.- todas asintieron mientras Diana ponía los ojos en blanco. Amor de abuela, sin duda.
- - El saloncito nos espera, y tengo unas ganas enormes de que nos pongas al día.- le apremió una madurita de unos cincuenta años.
- - Oh, Maggi, es imposible detenerte ante un nuevo reto.-
- - No puedes culparla Nana, nos has puesto los dientes largos.- le dijo otra de las mujeres.
Caminaron hacia un extremo del salón central, donde tras una cristalera, unas mesas de té las esperaban, junto con un diligente camarero con el carrito preparado para servirles las acostumbradas viandas. Diana notó que continuaban la animada charla, parecían encantadas y divertidas. Observó las pistas de tenis al otro lado del ventanal, donde algunos socios se ejercitaban y se dejaban ver. Cuando el camarero cerró la puerta de la galería, el ambiente pareció cambiar, sus caras parecían concentradas ante el nuevo proyecto que tenían entre manos.
- - Oye, Nana, ¿aquel no es el pequeño Nick?.- al oír aquel nombre, las damas se giraron como un único resorte hacia la pista de tenis. Una pareja salía de una de las pistas, y caminaba hacia el ventanal para entrar en las dependencias del club. Al reconocer al hombre, deseó que el cojín de la silla de mimbre, en la que estaba sentada, la engullera. No había vuelto a verle desde hacía un año, cuando terminó la universidad antes que ella. Pero eso dio igual, su corazón decidió dejar de latir como siempre hacía cuando él estaba cerca. Seguía igual de guapo, pelo rubio oscuro, ojos azules y un cuerpo perfecto. Seguramente seguiría jugando al rugby, como hacía en la universidad, y saldría a correr por las mañanas. La sudada camiseta se le pegaba a la espalda y a las caderas, marcando los músculos trabajados y definidos. La de mañanas que había madrugado solo para verlo correr delante de su ventana. Entonces él pasó su mirada por encima de las mujeres, y como siempre, no la vio, no sabía ni que existía.- Tiene un culo increíble.- Diana abrió los ojos como platos. ¡Vaya un vocabulario que gastaban esas refinadas damas!.
- - Si. ¿Y esa no es Bamby, la hija de Elisabeth?.- todas se fijaron en la refinada y exquisita rubia que caminaba a su lado, con una corta falda y unos muslos increíblemente perfectos. La recordaba también, una elitista niña de papá que siempre dejaba claro lo muy por encima que estaba del resto.
- - Sí, esa cretina. – Carmen, una mujer de unos cuarenta y cinco, no intentó disimular el asco que aquel nombre le producía. – Por lo que he oído decir, su gatita va detrás del chico.-
- - No me extraña, es un buen partido. Algún día heredará la empresa de su padre, si es que consiguen mantenerla a flote. Aunque dinero tienen de sobra. ¿Su hermano John no se presentó a senador el año pasado?.-
- - Sí, creo que ahora está en la cámara representando a Texas. Pero de los dos, yo me quedo con el pequeño Nicky.- Diana no podía cerrar la boca, parecían unas adolescentes.
- - Si, tiene un culo para comerse a mordiscos.-
- - ¡Chicas por favor!, que vais a asustar a mi pequeña.-
- - Nana, por favor, seguro que ella ha pensado alguna vez lo mismo. ¿Verdad que sí?.- Diana se sonrojó como un tomate, no porque tuviesen razón, sino por expresarlo en voz alta. - Lo ves, si es que el chico está muy bueno. ¡No me mires así!, soy vieja, pero sigo estando viva, y me encanta el chocolate.- Maggi tenía una sonrisa lasciva que no cuadraba con la imagen que se había hecho de ella en un principio.
- - Bueno chicas, conocéis todos los detalles, y creo que hemos comprobado que mis sospechas eran ciertas, así que… ¿puedo proponer una nueva incorporación al club?.- Nana esperó pacientemente la respuesta de las demás, y una a una, las seis mujeres inclinaron la cabeza y aceptaron cuando Nana las miraba.- Bien, unanimidad, entonces está hecho. Señoras, tenemos un plazo de cuatro meses para llegar a nuestro objetivo, así que será mejor que nos pongamos manos a la obra. Comencemos repartiendo las tareas. Sofi y Helena, necesito que os encargues del vestuario, hay que equiparla.- una elegante madurita de unos cincuenta y muchos, y otra un poco más joven, asintieron con la cabeza.- Carmen, necesito una puesta a punto, pulir y sacar brillo.-
- - Hecho.- asintió la sensual latina de melena oscura.
- - Rose, tendrás que trabajar con la presentación, no tiene la garra y ese impacto que necesitamos.- una rubia de ojos verdes la estudió con intensidad.
- - Seguro que puedo sacar algo bueno.-
- - Sonya, ¿podrías ponerte en contacto con tu hermana Alexia?. Creo que podríamos ayudarnos mutuamente.- la otra asintió mientras sonreía.
- - Maggie, ¿Sigue Peter en contacto con aquel grupo de Arabia Saudí?.- la pequeña pelirroja apoyó un índice en sus llamativos labios rojos.
- -Creo que sé donde quieres ir. Me pondré a ello de inmediato.-
- - Bueno, por mi parte creo que empezaré con el adiestramiento. Comenzaremos con el básico y para el avanzado puede que necesite vuestra ayuda y la de Catalina.- Las otras mujeres se entusiasmaron con esta última indicación.
- - Catalina, hace mucho que no tenemos una sesión con ella.-
- - Bien, en ese caso, no se diga más. Tenemos el objetivo claro y sabemos cuál es el enemigo.- puntualizó Nana.
- - De esa me encargo yo.- avanzó una decidida Carmen.- Y de su madre también. –
- - Bien, señoras. No nos gusta el juego sucio, pero ya sabéis que en la guerra, todo vale.-
Diana estaba tan perdida que no sabía por dónde iban aquellas mujeres, pero si de algo estaba segura, es que ella iba a descubrirlo enseguida, porque todas la miraban con mucho interés.
ESTÁS LEYENDO
El Club de las Damas 01- Volvemos al campo de caza
RomanceLa presa más difícil de atrapar es el hombre, pero si eres una buena cazadora, conseguirás atrapar la pieza que deseas. Tu no entras en el Club de las Damas, ellas te invitan a entrar, y cuando lo hacen, tus objetivos en la vida cambian. Antes sólo...