Nathan:
Después de los rasguños y gritos, por fin se le pasó el coraje a Sofía. El reloj de la pared marcaban las 8:50 de la noche, tocaba meternos ya a nuestras habitaciones.
—Ya no se rasguñen por favor o la manicura no aguantara para la siguiente semana —bromeó Yael.
—Yo me encargo de eso —dijo Jelly caminando tomada de la mano con Sofía.
Yael y yo caminamos a nuestra habitación, íbamos hablando de teorías sobre cómo el porqué Jelly le había hablado.
—De verdad que te estamos perdiendo, Yael —dije dándole palmaditas en la espalda.
—¿Porque lo dices? —dijo mirándome incrédulo.
Yael:
—Algún día sabrás —comentó Nathan abriendo la puerta del cuarto, Emiliano se encontraba acostado en su cama, miró a Nathan de reojo sin decir nada, todo parecía tranquilo, hasta que a Diego se le ocurrió abrir su maldita y estúpida boca.
—Así que te andas tirando a la rubia —comentó Diego con una sonrisa mirando a Nathan— y yo que juraba que traía onda con Emiliano.
—No te metas en donde no te hablan, Diego —sentenció Emiliano, mirando su celular.
—Y tú andas con la pelirroja que es más fácil de besar —agregó más leña al fuego.
—Su nombre es Paula y es mi novia así que más vale que la respetes —dijo Emiliano mientras se levantaba de la cama.
—¿Como quieres que la respete, Emiliano? Si ella misma se ganó en un día esa fama.
Ay no. Emiliano estaba apunto de golpearlo pero Nathan habló.
—Siempre directo a los golpes —dijo con simpleza Nathan mientras se recostaba en su cama y tocaba un pequeño piano de juguete. Emiliano se puso totalmente recto y serio mirando a Nathan— ¿Acaso no tienes otra forma de arreglar tus problemas, Emiliano? —siguió Nathan.
Sabía que esto causaría otra pelea. Estaba harto.
Emiliano:
—¿Porque lo dices, Nathan? ¿Acaso te afecta en algo en cómo arreglo yo mis problemas? —dije casi enojado. Me sentía tan presionando y enojado sin ninguna razón.
—¿Que porque lo digo? —dijo riendo sarcásticamente y mirándome desde que llegó— ¡Desde que llegaste al colegio siempre has tratado de arreglar tus problemas a golpes!
—Nathan, no necesitas gritar —dijo Yael con una mirada de cansancio.
—¿Enserio, Yael? ¿Estás de su lado? ¿Acaso no viste cómo quedó la cara de Sofía por su maldita culpa?
—¡Puta madre, Nathan! ¡No fue mi intención! —grité ya más enojado y con desesperación. Diego miraba la escena sorprendido.
—¿No? ¿Ya la viste acaso? —dijo con enojó.
Negué.
Me sentía tan mal de solo pensar que había golpeado a Sophie, pero realmente no fue mi intención. Me sentía tan fatal.
—¡Te estoy diciendo que no era mi maldita intención! —grité ya desesperado y apunto de lanzarme contra Nathan por lo mal y estúpido que se estaba comportando.
Yael rápidamente se interpuso entre nosotros y me tomó de los brazos. Suspire pesadamente, realmente me sentía frustrado y mal, sentía tantas ganas de romper en llanto e irme a otra parte.
—Emiliano... sé que no fue tu intención, basta de peleas. ¡Maldición! ¡Son compañeros de cuartos! —Yael me miró casi con súplica— tranquilízate, tienes que hablar con Sophie, realmente se ve muy mal.
—Oh, ahora me entero que te encanta golpear a las mujeres —habló Diego. Golpee la pared. Sentí una punzada y dolor pero lo ignoré y me acerqué a Nathan rápidamente.
—Te juro que no fue mi intención, las cosas solo sucedieron, yo no sabía que Sofía se metería justo cuando al que iba a golpear era a ti, enserio discúlpame. Pero el único culpable no soy yo y lo sabes —dije antes de salir de la habitación sin importarme nada. Necesitaba estar solo, solo quería pensar bien las cosas, me sentía tan mal y confundido.
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Siete Encuentros.
Teen FictionSe inicia un nuevo año, nuevas personas están llegando al internado, y muchas aventuras estarán por llegar, ¿Quieres ser parte de la historia de estos 7 chicos que acaban de entrar al Instituto Lemon?. Emiliano, Sophie, Yael, Nathan, Paula, Jelly y...