Matthew observa a Sophie de reojo mientras caminan juntos, y en esos breves instantes, está convencido de que ninguna otra chica podría ser tan encantadora como ella. Ni siquiera Natalie. Intenta apartar esos pensamientos de su mente, consciente de que no quiere permitir que algo inapropiado lo lleve por un camino peligroso. Sin embargo, le resulta divertido estar en su compañía en ese momento. Se siente intrigado por la idea de seguir admirándola o incluso espera que llueva de nuevo, solo para tener una excusa para abrazarla.
Los chicos que pasan a su lado la miran, y ella parece darse cuenta de ello, pues oculta una sonrisa tímida cada vez que sucede. Sophie es consciente de su propia belleza y no hace ningún esfuerzo por disimularlo. Matthew se da cuenta de que, si estuviera verdaderamente enamorado de Natalie, esto no le molestaría tanto; el hecho de que otros chicos la miren no le causaría tanto enojo ni sentiría la necesidad de tomar su mano para marcar territorio, aunque aún no lo haya hecho. Frunce el ceño y decide cambiar de tema antes de que otro pensamiento absurdo se le cruce por la mente.
— ¿Terminas la escuela este año? — pregunta, rompiendo el silencio. Ella asiente con la cabeza, sin agregar nada más. Parece concentrada en no pisar las líneas de las baldosas, algo que hace de forma habitual al caminar por la calle, ya sea acompañada o sola. Las casas de dos pisos, algunas con patios cuidados y otros descuidados, les rodean. — Eres una mujer de pocas palabras.
— Y precisas. — responde ella. Matthew sonríe ante su intento de evitar pisar las líneas. ¡Qué inmadura puede ser! Aunque eso le agrada. Natalie nunca fue así.
Se reprende mentalmente, tratando de no comparar constantemente a Natalie con Sophie, o viceversa. Sabe que cada una tiene su encanto único, y aunque le guste Natalie, no puede evitarlo. Ha intentado convencerse a sí mismo de que está enamorado de Natalie y de que ninguna otra chica podría ocupar su lugar, pero no le está resultando tan fácil como esperaba.
Continúan su camino hacia la siguiente calle, donde no hay líneas en el suelo y las casas son todas grises y monótonas. Sin embargo, al final de esa calle se encuentra Melody's, la heladería más exquisita de la ciudad, aunque pocos lo sepan.
Sophie reconoce el lugar, pero Matthew no. Natalie lo llevó al centro de la ciudad y a la escuela de Sophie, incluso a un antiguo campo olvidado, pero nunca lo llevó por esas calles. Podría estar siendo llevado a algún agujero donde Sophie lo dejaría para no tener que lidiar más con él, pero de alguna manera confía en ella.
— ¿Es por aquí, Viziati? — pregunta, refiriéndose al nombre que le ha dado, aunque Sophie ya se ha rendido en explicarle su significado. Ella le sonríe, divertida.
— Calla y camina, te encantará la heladería.
— Espero que sí, porque si no, caminé por nada.
— No te pongas como Natalie. — Sophie frunce el ceño. Matthew la mira confundido, incapaz de entender cómo dos hermanas pueden llevarse tan mal.
— ¿Por qué no te agrada? — pregunta de repente. Ella lo mira y se encoge de hombros, evitando el tema. No le gusta hablar de su hermana. Antes ignoraba su existencia, convencida de que nunca la volvería a ver, pero parece que estaba equivocada, al igual que su madre cuando pensó que su padre volvería a casarse. Por eso, durante todos esos años, evitó salir de fiesta.
— Simplemente ya no es parte de la familia.
— No puedes dejar de ser parte de una familia, así como así.
— ¿Has visto Lilo y Stich? — pregunta ella. Matthew niega.
— Eres inmadura, ¿Lo sabes? — ella frunce el ceño, esta vez sin ánimo de juego. — Sí, lo he visto. — responde él. Sophie sonríe.
— ¿Qué significa Ohana?
— Familia. Y tu familia nunca te abandona. — responde él, captando su mensaje. — Pero ella no te ha abandonado. En serio, hablaba de ti cuando estábamos en Italia.
— ¿Sí? ¿Y qué te decía? ¿Que mi color favorito es el morado?
— Que te extrañaba, que te quería, que quería volver a cuando eran unas niñas, y siempre me contaba la historia sobre cómo conseguían las galletas de su madre. — responde él. Sophie baja la mirada, entristecida, y se encoge de hombros. Siente un nudo en la garganta, aunque no sabe por qué. Nunca ha sido de llorar, pues no le gusta el sabor salado de las lágrimas.
— Ella no volvió. Después de todos estos años, aparece de repente. ¿Cómo esperas que me sienta?
— ¡Ella no podía volver! ¿Cómo esperas que se sienta ella? Ahorró toda su vida para poder hacer este viaje y aun así no le alcanzaba el dinero.
— ¿Esperas que te crea?
— Espero que tomes conciencia de cómo la tratas.
— ¿Has visto cómo ella me trata a mí? En serio, Matthew, ¿viniste aquí para hablarme de Natalie? Porque si es así, no quiero escucharlo, no me interesa. Insistes en ser mi amigo dejando a Natalie de lado, ¡y luego insistes en que me lleve bien con ella! ¿Qué clase de idiota eres?
— La clase mayor, a veces. — responde él, con un largo suspiro. La mira mientras ella se detiene frente a una acogedora heladería de color café. — Perdón, nunca más, a menos que tú comiences a hablar de ella.
— ¿Pinky Promise? — pregunta Sophie. Matthew frunce el ceño, y ella resopla, como si Matthew fuera la persona más anticuada del mundo.
— ¿Qué es eso?
— Idiota. — ríe ella, tomando su brazo y su dedo meñique. — Tienes que entrelazar tu dedo con el mío. — explica ella. Él asiente y sigue su instrucción. — Ahora tú dices, Pinky Promise.
— Pinky Promise. — repite
— ¿Ves? Ahora nada puede romper esa promesa, porque es sagrada.
— ¿Qué tipo de brujería es esta?
— La de la amistad. — responde Sophie, riendo divertida. — Siempre lo hago con Milán.
— ¿Milán? ¿El chico que me saludó hoy? — pregunta Matthew. Sophie asiente. Matthew se rasca la barbilla, separando sus dedos, esperando que ella entre, pero no hace nada. — Y ese tal Milán, ¿es tu novio o algo así?
— No, para nada. No tengo novio.
— ¿Por qué no?
— ¿Por qué debería tenerlo? — Sophie ríe, aunque se siente avergonzada por la pregunta.
— Pues no sé, yo pienso que eres bastante bonita.
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"ROMPIENDO CADENAS" [Editando]
Teen FictionPrólogo Quién iba a pensar que lo que comenzó con intercambios de miradas furtivas y sonrisas cómplices terminaría en un amor prohibido para Sophie. Se vio atrapada en un torbellino de emociones que le susurraban lo errado de su elección, pero dicen...