Capítulo 1

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*Flash back*

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*Flash back*

Natalie observa a su hermana, un año menor que ella, con una sonrisa mientras intenta subirse a su espalda. Sophie, de temperamento fuerte, sabe que debe apurarse o se enfadará.

— ¡Date prisa! — le urge Sophie.

— Me duele la espalda. Tú no estás en mi lugar — responde Natalie entre risas. Es un ritual cada vez que intentan tomar las galletas que su madre compra.

Sophie siente que tiene el peor trabajo del mundo. Como Natalie es más alta, Sophie debe agacharse para que ella pueda alcanzar la caja de las preciadas galletas. Pero siempre fracasa debido a su tardanza.

Natalie hace un último intento y, como era de esperar, cae. Sophie la reprende de inmediato. Natalie se pregunta cómo una niña de diez años puede tener tanto temperamento.

— ¡Tonta! — le dice Sophie.

— Solo quería las galletas — responde Natalie con un puchero.

Natalie se levanta indignada. "No puedo soportarlo más. No puedo esperar a mudarme con papá", piensa. Pero apenas termina el pensamiento, se arrepiente.

Sería duro dejar a su hermana. Y sería difícil decirle que le había pedido a su madre que le dijera que aceptó irse con su papá.

Sus padres están separados. Viven las tres juntas, pero en un arrebato, su papá llegó a casa pidiendo llevarse a una de las niñas. Después de trámites y asuntos, dijo que se mudaría a Italia. ¡Sí, al otro lado del mundo! Y quería llevarse a Natalie.

Su mamá no se quejó. Sabe que Italia es un país importante, donde Natalie puede tener mejores oportunidades. Solo quiere lo mejor para su hija. Pero cuando él dijo que se iría por mucho tiempo, ella dudó unos instantes.

Ella sabe que su exesposo ya tiene a otra mujer. Y que su sueño siempre ha sido irse a Italia. Y que también siente un apego por las niñas. Pero ¿qué hará ella sin Natalie? ¿Qué hará ella sola con Sophie? Puede arreglárselas económicamente, pero ese vacío en su corazón nadie podrá llenarlo.

Tiempo después, Natalie se irá a Italia.

— Te quiero, hermana — le dice Natalie. Siente que todos engañan a Sophie; ella es la única que no sabe nada. Es la única que todavía tiene la esperanza de volver a ser una familia feliz.

— Yo también te quiero. Estoy segura de que en unos años podremos sacar las galletas nosotras mismas. No te sientas mal — intenta calmarla. Una lágrima cae por la mejilla de Natalie.

— Tengo que decirte algo — dice Natalie, decidida. Eso nunca será fácil.

Fin del flashback

El sonido fuerte de la música, saltos en la cama, pintura regada por toda la casa; eso solo puede significar una cosa.

Hannah sube las escaleras, furiosa, y cada paso de sus zapatos de tacón resuena.

Toca la puerta con enojo. Pero Sophie tarda dos minutos en darse cuenta, lo que enfurece aún más a Hannah.

Hannah abre la puerta con furia y apaga la radio. Sophie frunce el ceño, enfadada.

— ¡Jovencita! — le grita Hannah. — ¿Qué te he dicho?

— ¡No me llames jovencita, mamá! No puedes simplemente entrar a mi cuarto así — responde Sophie frunciendo el ceño. Hannah se enoja aún más. No puede creer cómo ha cambiado su dulce Sophie. Hannah hace un gesto de frustración; ya no sabe qué hacer con ella.

— Te he dicho mil veces que no saltes en tu cama, que no pongas la música tan fuerte y que no pintes tu pared. ¡Maldita sea, Sophie! ¿Cuándo vas a empezar a escucharme?

— Es mi habitación, puedo pintarla si quiero — responde Sophie a la defensiva, mientras continúa con su obra de arte, que para ella es simplemente arrojar pintura a todas las paredes sin importar qué se interponga.

— ¿Por qué usas mis cosas? — pregunta Hannah. — ¿Qué tienes en la pierna? — pregunta indignada mientras se acerca y se da cuenta del dibujo debajo de una nalga. Frunce el ceño con desdén; no puede creerlo.

— Es un tatuaje, mamá — responde Sophie, como si fuera obvio. Hannah no puede más. Simplemente no puede más.

¿Qué le ha pasado a su dulce niña? Ahora tiene un dibujo, ¡en la nalga! ¿No hay un lugar mejor para hacerse un tatuaje? ¿Por qué permiten que una niña de 17 años se haga tatuajes sin el permiso de su madre? ¿Sin que la acompañe? Su madre observa el dibujo con más detenimiento, pero no logra distinguir qué es.

— ¡Dios mío, Sophie! ¿Qué tienes en la pierna?

— Es el árbol de la vida.

— ¿El árbol de la vida? ¿Te has tatuado el árbol de la vida? Estás castigada. Me llevo esto — dice Hannah, tomando la computadora que está en el escritorio.

Sophie mira impotente; sabe que cualquier intento de recuperarla es inútil, así que sigue tirando pintura y ahoga un grito en un cojín después de que su madre desaparece.

Se para frente al espejo y se pregunta cuándo empezó a disfrutar contradecir a cualquier ser humano que se le ponga por delante.

Se peina hacia atrás y suspira, tratando de contener las lágrimas. Ya no es una niña; ya no puede hacer berrinches por todo. Pero ¿por qué le resulta tan difícil entender eso?

Se voltea y dobla el cuello para ver su tatuaje del árbol de la vida.

Tan simple. Todo en color, excepto las hojas cayendo del árbol. Donde las hojas están marchitas. Lo observa con una sonrisa. Este no es un simple árbol de la vida, es algo especial.

La leyenda dice que antiguamente, las hojas solo crecían en primavera y en otoño los árboles se marchitaban.

Pero este era un árbol inusual, que solo florecía la mitad del año, mientras que la otra mitad se marchitaba, lo que lo convertía en un árbol maldito. A pesar de los intentos de talarlo o quemarlo, el árbol permanecía inexpugnable. Siempre corrían historias y mitos sobre el árbol marchito.

La leyenda del árbol comenzó hace milenios en el Olimpo, donde una pareja se amaba tanto que fueron maldecidos por los dioses. No por el amor en sí, sino por ser un amor prohibido. Él tenía esposa, pero un día ella descubrió la traición, lo que la llevó a la muerte.

Como castigo, los dioses los condenaron, transformando a ella en un árbol y dictaminando que su amor sería eternamente prohibido.

Se dice que ese árbol aún existe, marchitándose en espera de su amor prohibido.

Sophie pasa la mano por su tatuaje y lo acaricia una y otra vez, mientras una sonrisa se dibuja en su rostro.

— Soy un árbolmarchito — murmura, recostándose en su cama y mirando el techo mientras suteléfono comienza a sonar

— Soy un árbolmarchito — murmura, recostándose en su cama y mirando el techo mientras suteléfono comienza a sonar

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"ROMPIENDO CADENAS" [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora