II. El Diablo según Blanca Marrien Marves (2)

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2.

Era el 14 de marzo de 1996, solo faltaban días para el cumpleaños de blanca, para ser más preciso 9 días. El 23 de marzo, ese día en 1932, ella nació.

Ella había vivido mucho tiempo, ya casi llegaba a sus setenta años de vida. Se imaginan tal logro, se imaginan el triunfo de estar viva en esta tierra por setenta años y con las fuerzas de la juventud aun ardiente en su interior. Ese era el caso de ella. Pronto cumpliría sesenta y cuatro, desea más que nunca celebrar su edad, dar a relucir cada una de sus canas, arrugas y sonrisas tiernas. Solo eso deseaba. Nada de ocultarse tras capas de maquillaje, nada de deprimirse con su edad, No. era época de celebración, un año más de vida, y celebración por los demás que seguían. A festejar mientras aún hay vida, a bailar mientras aun caminas y a comer mientras aún hay hambre. Sí.

Ella sí que había vivido mucho tiempo, y las personas que viven muchos años. Notaran que esta tierra oculta secretos, y hasta algunos lo han visto y experimentado. Por desgracia son muy pocos los que recuerdan después de aquel hecho fantástico, lo que realmente sucedió. Muchos olvidan. Sus mentes simplemente no pueden con tanta información, borrándola. Guardándola en el subconsciente, al asecho para salir y decir: ¿recuerdas aquello que vistes debajo de la cama? , ¿Recuerdas acaso el sueño en el cual casi mueres? , ¿O recuerdas porque le temías a la oscuridad de niña? , ¿Recuerdas algo extraño... recuerdas algo? Siempre allí. Esperando el momento o lugar para surgir y dejarte helado del miedo, entonces en aquel momento gritaras a los cuatro vientos y a la humanidad entera; ¡Recuerdo porque le temía, Sí lo recuerdo bien!

Ella había vivido mucho... y si había experimentado algo parecido, pero no lo recordaba. Bueno, no con exactitud. Solo trozos que vagaban sin rumbo en los pensamientos pasajeros de verano. Allí todavía permanecía algo, el extracto de lo que fue el sueño, o el temor. Allí seguía, dentro de Marves. Esperando a armarse como rompecabezas para hacerla gritar. Pronto lo haría. Tenía la obligación de hacerlo cuando el juego comenzara.

En una noche calurosa de verano, de aquellas que hacen que todo el ánimo se desintegre debajo de vagancia y ocio. Allí había comenzado la pesadilla. Ya hacia la señora Marves en el sofá de la sala, rodeada de sus coloridas excentricidades. Escuchando las canciones cristianas de la radio de la iglesia local. En donde tocaban una canción muy armoniosa...

- somos sus siervos, sus dulces siervos. Le obedecemos, y le queremos - tarareaba la señora al compás de la música, sus ojos cansados estaban cerrados, tratando de ahorrar energía para no ceder al sueño, al agotamiento. Deseaba culminar su programa de música cristiana y luego a dormir. (Pero a esa edad era todo un reto hacer tal cosa, o mejor digo: logro) - somos... - dijo en bostezo somnoliento.

En aquel momento la anciana utilizaba su bata-pijama, ya que estaba a punto de dormir. La bata-pijama, le cubría rodo el cuerpo, llegándole hasta las muñecas y la falda hasta los tobillos, con un estampado de rosas rojas sobre una funda blanca. Hermoso pijama, sí que lo era.

Sus ojos ya cerrados le hicieron una mala jugada. Poco a poco su voz se fue apagando. O perdiendo como en un túnel. Poco a poco la anciana quedo inconsciente, cayendo en aquel dulce (engañador) sueño que le llamaba. Y allí se quedó dormida, allí sentada, con la cabeza tambaleándole hacia adelante, con la boca entre abierta por el ultimo verso pronunciado, y con rigidez también innata en su posición dormida. Allí quedo mientras en la radio se escuchaba "somos sus siervos" nuevamente.

Juego de poder: Orden y CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora