Giorno tuvo otro día pesado, entre deberes y asuntos con maleantes en Italia. Pero cada que tenía oportunidad mandaba mensajes a Fiore; estaba preocupado, ya que no le respondía ninguno.
Mista notaba la angustia de Giorno, y era algo nuevo, ya que jamás había visto ese sentimiento en su amigo, siempre había sido tranquilo y frío, pero, esta vez, se le veía algo distante, aunque tratara de ocultarlo. Los demás no lo notaban, claro, Mista era el único, como uno de sus mejores amigos y porque lo conocía demasiado bien.
Entrada la noche, Giorno, sentado en su escritorio, volvió a sacar el celular, escribiendo con rapidez un mensaje; Mista y Polnareff intercambiaron una mirada preocupada.
—Giorno, amigo, ¿estás bien? —preguntó Mista, acercándose al escritorio y sentándose sobre él, dándole la espalda a su amigo.
—Estoy bien...
—¡Mentira! Giorno, somos tus compañeros, puedes confiar en nosotros —soltó Polnareff, mientras Mista asentía con convicción.
El aludido dejó a un lado el celular, mientras se recargaba en su asiento, suspirando:
—...mi Fiore... no logro localizarla...
—Entonces, ¡vamos a buscarla! —contestó Mista levantándose de un brinco del escritorio y levantando los puños, atrayendo la atención de sus dos amigos.
—Pero, el trabajo... no puedo... —contestó Giorno.
—Oye oye, escúchame y escúchame bien, Giorno —interrumpió Mista golpeando el escritorio—, eres el jefe de Passione, tienes ciertos privilegios, ¿no? Gracias a ti, Italia es más segura que nunca; además, ¿qué crees que haría Bucciarati en tu lugar? ¿Qué te diría si te viera en este estado? ¿Eh? ¿Eh? ¿Debo recordarte todo lo que me hiciste pasar para conquistar el corazón de esa chica? ¡No voy a dejar que la pierdas así!
—Mista, cálmate —interrumpió Polnareff—, te estás precipitando. Para empezar, Giorno, ¿qué pasó ayer? Desde que regresaste de tu cita estás raro. ¿Qué sucedió?
Giorno se recargó en sus manos entrelazadas, antes de contarles la sospecha de Fiore sobre la mafia, el conocimiento vago de los stands y el nombre de un tal Esteban. Ambos lo escucharon con total atención.
—Vaya... eso sí que está raro y es un asunto delicado —comentó Mista en cuanto Giorno terminó su relato.
—Entonces vayan, y búsquenla, puede que no sea tarde —dijo Polnareff.
—¿A qué te refieres, Polnareff? —le preguntó Giorno.
—Es obvio que tu chica está en peligro, hasta que no sepamos más sobre ese tipo, será mejor mantenerla vigilada —explicó la tortuga—, ¡vamos! No puedo creer que cometieras un error así, tú, Giorno.
—Como dije: el amor te vuelve idiota —agregó Mista, obteniendo miradas frías de sus amigos—. Bueno... ya, ¿qué estamos esperando? ¡Vámonos! —terminó, agarrando a Polnareff y saliendo de la oficina corriendo, seguido de Giorno.
Llegaron rápidamente al hogar de Fiore, y gracias a los pequeños stands de Mista, se dieron cuenta de que la casa estaba vacía.
—No hay nadie, y lo poco que vimos es que en el ático hay una cama, ropa tirada y cajones abiertos, no parece que hayan esculcado nada, parece que... ella se fue —explicaba número tres.
Giorno chistó, apretando los puños. No creía que fuera por la charla del día anterior, algo más había pasado, pero, ¿qué?
Entonces un grito llamó su atención: el padre de Fiore se acercaba a ellos, con una botella de licor en una mano, mientras que con la libre agitaba un puño.
ESTÁS LEYENDO
Mia Ragazza. Giorno Giovanna X Lectora
FanfictionEsta es una historia centrada en ti (de nuevo), y un romance creciente con Giorno Giovanna. Si leyeron mi anterior historia: Una nueva emoción en Morioh, pues la cuestión es similar, sino lo explico: la historia puede ser una experiencia inmersiva...