La noche cayó impávida en Italia, y un ligero viento soplaba, refrescando a la acalorada gente que apenas llegaba de trabajar.
Para fortuna de «Fiore» —nuestra pequeña chica protagonista con un tierno apodo— había llegado antes que su padre: a veces se quedaba horas extra en el trabajo para sacar un poco más de dinero, aunque llegaba de mal humor y con la espalda lastimada.
Esto no la desanimó, decidida, se fue directo a la cocina para preparar la cena, mientras tarareaba con alegría, y luego iría a adelantar sus tareas, hasta que llegara su padre, para cenar juntos.
Todo el plan salió como quiso, y su padre llegó (sí, de mal humor y quejándose), indicándole que debía bajar al pequeño comedor, para saludar y cenar.
—¡Buenas noches, padre! Me da gusto que llegaras —dijo ella, dándole un beso en la mejilla a su papá.
Él contestó con un gruñido, dirigiéndose a la cocina.
—Te gustará la cena, y podrás ir a descansar, ¿te hicieron quedarte horas extra o fue tu decisión?
—Llegó una carga retrasada... y adivina a quién le encargaron atender a esos infames...
—Ya veo. Come y ve a acostarte después, te sentirás mejor en la mañana —dijo Fiore, sirviendo guisado en un par de platos.
—Te veo de buen humor. ¿Pasó algo interesante en la escuela? O... ¿los laboratorios?
—¿Mm? ¡Ah, sí! Pude vender todos los postres en la escuela, entre alumnos y las señoras de la cafetería, además de que tuve buena nota en el laboratorio... sí. Por eso estoy de buen humor.
—Ya veo... me alegro por tus ventas, hija.
—Gracias, padre —contestó Fiore evitando mirarlo directo a los ojos, mientras comenzaba a devorar su cena, tratando de dejar ese tema bien atrás y que su padre no sospechara nada—. ¡Provecho!
Comieron en silencio durante un rato, hasta que su padre terminó y se fue directo a la cama, no sin antes decir: «gracias por la comida». Fiore se rezagó para lavar los platos, mientras seguía tarareando y recordando su cita con Giorno.
Algo la comenzaba a emocionar. No quería ir muy rápido, pero la verdad de las cosas era que se la había pasado muy bien, pero seguía sintiendo, de alguna manera, a Giorno como un completo desconocido.
Lo bueno es que quería otra cita, seguramente ella aceptaría y se daría la oportunidad de conocerlo un poco mejor. Pero, ¿qué era esa sensación de peligro? ¿Ese sexto sentido que resonaba en su cabeza diciendo: «ten cuidado»?
Fiore negó con la cabeza, quizá era eso, un chico que conoció en un café, como un extraño que se mostraba caballeroso y gentil. Mientras fueran a lugares públicos y no aceptara subirse a un auto con él, estaría bien... ¿cierto? Giorno no parecía mala persona, mucho menos secuestrador.
«Ya basta, estoy pensando demasiado, de nuevo», pensó, mientras terminaba de lavar platos y se dirigía a su habitación, para terminar los deberes.
Se sentó en su pequeño escritorio y continuó su tarea de matemáticas, ya después bajaría a adelantar la preparación de algunos postres para el día siguiente; hasta que su celular sonó: una notificación de un mensaje entrante. Fiore lo tomó y observó: número desconocido, pero seguido de unas palabras que le robaron una sonrisa: «que tengas buena noche, mio Fiore; espero repetir este día pronto. Soy yo, Giorno Giovanna».
Fiore sonrió estúpidamente y luego se reprimió, no quería ir de prisa, así que simplemente tecleó: «Buena noche para ti, Giorno, gracias por todo, de nuevo». Dejó el celular a un lado y continuó su labor, sin darse cuenta que seguía tarareando.
ESTÁS LEYENDO
Mia Ragazza. Giorno Giovanna X Lectora
FanfictionEsta es una historia centrada en ti (de nuevo), y un romance creciente con Giorno Giovanna. Si leyeron mi anterior historia: Una nueva emoción en Morioh, pues la cuestión es similar, sino lo explico: la historia puede ser una experiencia inmersiva...