La melancolía de Diciembre.

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Escribo esto para mi, un doce de diciembre del año dos mil diecinueve. 

Y digo que lo escribo para mi porque no sé si me siguen leyendo por aquí, en este pequeño blog donde sacó pensamientos que no reconocía como míos hasta que me ponía frente a la computadora y los dejaba escapar de la jaula. 

A veces, todo a mi alrededor resulta demasiado extraño y me siento igual de atrapada que esos pensamientos que alguna vez no dejé salir. Estas fechas  vuelven a las personas extrañas, más nostálgicas, melancólicas y a la espera de milagros. Sigo en búsqueda de lo que soy y de mi motivo de existencia, el porque estoy aquí y que ruta seguir a continuación. Me refugio en las letras, las palabras. Comencé a escribir por gusto y terminó apoderándose de mi. 

Me encanta la navidad, algunos la detestan y otros la soportan. Pero a mi me encanta. Me trae buenos recuerdos, tanto alegres como tristes, pero salí adelante, los superé y creé nuevos. Vencí miedos y me aventuré a nuevas cosas. Siento que cada que esas mágicas luces se enciende, se encienden nuevas oportunidades que no sabíamos que podíamos tener. 

El tiempo se nos fue tan rápido este año... Todo da vueltas, todo viene, todo va. He leído cosas que escribí hace demasiados años, me dan risa, hay muchos errores, incluso ahora. Pero siempre, de algo que me he percatado, es que intento contar una historia de amor o aventuras. La influencia de Harry Potter siempre estará ahí, siempre será parte de lo que soy.  Tengo dos cuadernos con historias de chicos que van a distintas escuelas de magia para vencer distintas aventuras en tinta rosa y morada, recuerdo que en cuarto de primaria se los presté a unas amigas en el recreo, mis primeras "lectoras". Recuerdo sus caras, estaban emocionadas, les parecía algo irreal, estábamos demasiado acostumbradas a escribir historias sólo para la clase de Español. 

Siempre me llevé bien con las maestras de español, les gustaban mis poemas y cuentos. Nunca me llevé bien con los maestros de matemáticas, me gustaba ocupar colores en lugar de lápiz. Los maestros de dibujo me regañaban por ocupar lápiz en lugar de pluma y los maestros de educación física por ocupar pluma y no un balón. Pero no me quejo, fueron años divertidos. 

Me gusta ver y leer historias de amor, porque de alguna forma espero vivir alguna historia así algún día. Es sólo que, de alguna forma  u otra, no me di cuenta de que ya estaba viviendo la mía. No sé si será eterna o si sólo será parte de un recuerdo, de esos que te guardas muy en el fondo del corazón para los días nublados. Soy una romántica empedernida al momento de escribir, pero no al momento de vivir y es algo que me parece muy curioso. Las personas nos sinceramos de maneras inesperadas y en lugares inesperados.  Cuando vivo, cuando existo, me gusta imaginar que todo es diferente, cuando imagino, cuando pienso, entonces comienzo a vivir. 

Os prometo que no estoy escribiendo esto ebria, no lo haría. Sólo, son tantas cosas, que siento que pierden la forma al salir y plasmarse aquí. Si fuera una hoja de papel, estaría repleta de tachaduras.

Así que escribiré un poco de como la mítica idea de la nieve se ha vuelto  una especie de criatura mítica que te hace ver todo de manera distinta con un suave soplido. También escribiré un poco sobre la sensación cálida que te invade todo el pecho cuando tomas chocolate caliente con alguien a quien quieres. Al igual que la manera tan dulce de tomar la mano de alguien para no caer en una pista de hielo en la que no se tiene experiencia. No puedo dejar de lado el poder sobrenatural de un beso en la frente, más íntimo que muchas otras caricias. Tampoco olvidar las carcajadas curativas de un chiste local entre amigos y unos buenos empujones para ver quién consigue la última rebanada de pizza. Sin embargo, las lágrimas que se funden con las gotas que caen por la regadera no deben olvidarse, o las noches de oscuridad que viene desde el interior. 

Momentos en el año que pasan, vienen, se van. 


Blog: Fuera de Wattpad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora