Lo conocí en verano, fue una mirada fugaz, de esas que te hacen perder la respiración, de esas que te hacen escuchar un click en tu cerebro, como una señal que te envía diciéndote "caíste" y lo hice, caí, como gorda en tobogán, me aventé, aunque no inmediatamente, tuvo que pasar un tiempo.
Han pasado dos años desde la última vez que lo ví, fue en una fiesta. Dejé de verle, no sé a dónde se fue ni qué pasó con él, pero sigue en mi mente, creí que era un enamoramiento pasajero y que lo superaría en unos meses, que se hicieron como el descanso de One Direction, eternos.
Estaba en el aeropuerto, dispuesta a irme a otra ciudad para olvidarme de él, pero no me creo lo que veo, está formado en una fila frente a mí, se ve feliz, y mucho más guapo de lo que recuerdo, sólo tiene un defecto, va con su esposa e hijos. Me mira y me reconoce, saluda con una gran sonrisa, nos presenta.
–Kat, esta es Aly, mi esposa, Aly, ella es Kat, una vieja amiga–me dijo amiga–Y ellos son mis hijos, Tobias y Lyla.
–Henry, hola, un placer conocerlos–la mirada que me lanza su mujer me podría haber dejado frita–bueno, yo ya me voy, adiós.
–Kat, te acompaño, me gustaría hablar contigo.
Caminamos alrededor del aeropuerto sin pronunciar palabra, su confesión previa me dejó en shock, se iba a divorciar, ¿la razón? Estaba enamorado, creerás que de mí, pero no, estaba enamorado de Mike, uno de nuestros amigos en común.
Ahora, llevándolo al altar, sigo sin poder creer que mi amor platónico se casará con un hombre.
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De cerdos que vuelan y elefantes que cantan
RandomRecopilación de relatos sin un tema en particular, ilustrando los avances de una estudiante de escritura creativa en el transcurso de la carrera. Algunos textos podrían tener un contenido para mayores. Los textos no están editados a la perfección, s...