❖۞❖Hace 2 años en el imperio Kou❖۞❖
– General de Kou, lider de las tropas de Kou, se le encuentro culpable de traición a la reina de Kou y por desobediencia en reiteradas ocasiones, y sera usted sentenciado, a cadena de muerte, justo ahora. – Sonreía aquella mujer de cabellos negros mientras sostenía aquella espada que reflejaba el rostro de asombro del general de cabellos negros
Sin dejar que el general reaccionara o protestara, aquel arma de hierro atraviesa el hombre del general. Dejando que la sangre carmesí brotara rápidamente, y broto mucho peor cuando Gyokuen Ren retiro la espada causando un grito de dolor de parte del herido.
– ¡General! – grito la soldado mostrando por fin alguna expresión; Horror y preocupación.
– Oh, y a ti también por ser un perro de este – sonrió Gyokuen con malicia mientras miraba a los soldados que la acompañaban y les dio una señal para que mataran a aquella joven
– _______, vete de aquí – susurro el general apenas mientras intentaba detener el sangrado que aquella espada había dejado.
La soldado ignorando completamente el pedido del general, se acerco a los soldados de Gyokuen y al primero le dio un golpe en la cara haciendo que el soldado se golpeara la cabeza con la pared dejándolo muerto. Con el otro agarro "desprevenida" a Gyokuen y agarro la espada y se la atraviesa al soldado en la cabeza dejándolo muerto al instante.
– ¡Bravo! ¡Eres igual de genial que la primera vez que te vi pelear! – sonrió la mujer sonriendo – ¡Si sigues viviendo dentro de pocos años te veras igual a ella, seras idéntica!
Gyokuen esperaría ansiosa mente esos años, esperaría para que esa pequeña soldado se volviera mucho más fuerte.
– ¡Sinbad! ¡Llévame contigo! – rogó la ex-soldado mientras agarraba de la muñeca al marino.
– _____, estas herida, no puedo hacerte esto, sera mejor que descanses – pidió el marino mirando a la ex-soldado con suplica.
– ¡Puedo ser útil! – soltó la ex-soldado.
¿Aun seguía tratándose como un objeto?
Sí
¿Aun pensaba que su vida valía pepino?
Sí
¿Aun pensaba dar su vida con Sinbad sin dudar?
Sin duda.
– _______, si vas, no serias más que un estorbo para mí, por favor, quédate aquí – suplico el marino tomando con delicadeza las manos etéreo de la soldado.
– Pero...... De que sirvo si no te puedo ser útil de alguna modo – murmuro en un voz tan bajo que al marino se le hizo casi imposible escuchar.