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10 años

Había transcurrido tanto en tan solo cinco años; la muerte de Cosme había traído a la hija más pequeña de los Black, un dolor indescriptible, así como también situaciones desagradables.

— Nadie quiere ser su amigo... — se escucharon los murmullos, haciendo que Thais se encogiera más en su lugar y dejara aquel emparedado a medio comer — si no quieres terminar muerto, no seas su amigo.

Las lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas, los niños podían ser muy crueles si se lo proponían, y Thais lo sabía perfectamente. La campana sonó una vez más, anunciando que el receso había acabado; en el pequeño trayecto de la cafetería a su salón de clases, la pequeña Black no recibía mas que empujones a propósitos y una que otra risilla de burla.

La escuela se había vuelto un tormento desde que toda la escuela se entero de que la muerte de Cosme estaba ligada con Thais, el rumor se había esparcido como pólvora y el secreto a voces se distorsionaba cada día, haciéndolo peor para la menor de los Black White.

Las horas restantes de la jornada escolar pasaron lento, haciendo que los nervios de la pelinegra estuvieran a tope; nunca pensó que desearía tanto poder salir ya de la escuela, pero no quería decepcionar a sus padres, puesto a pesar del maltrato que recibía, se esforzaba por sacara buenas notas y hacer sentir orgullosos a sus padres. Al fin la última campanada sonó, todos salieron corriendo de sus aulas para regresar a casa, Thais se tomo su tiempo en guardar sus cosas, lo que más deseaba, es no encontrar a ninguno de sus compañeros en los pasillos para no seguir escuchando esos murmullos que solo hacían que su corazón se oprimiera.

Camino rápido por los pasillos, rogando a la Diosa Luna que su hermano ya estuviera esperándola afuera, puesto que tenia miedo de lo que le podría pasar si estaba ella sola en la entrada. Apresuro el paso, casi corriendo, salió y empezó a mirar por todas partes, su corazón latió más de prisa cuando se dio cuenta que Thiago aun no llegaba; jugueteo con sus dedos, su mente imaginaba demasiadas cosas, y cada una de ellas era peor que la anterior.

Diviso a un grupito de niños viéndola y hablando sin discreción alguna, sintió palidecer cuando vio que venían hacia ella, haciendo que los nervios y su corazón se alteraran, estaba a punto de echarse a correr cuando la inconfundible voz de Renata se hizo escuchar.

— ¿No ha llegado el tonto de mi cuñadito, cierto? — pregunto, ajena a la situación de la menor, Thais solo negó, sintiéndose de alguna manera, menos vulnerable.

Todos sabían quien era Thais Black, por lo tanto, sabían cuando hacerla sufrir y cuando no, ninguno de los estudiantes quería tener sobre ellos la furia del Alpha y que esta recayera en toda su familia, por lo que al ver a Renata decidieron en retirarse y posponer su maldad para el siguiente día.

— Ya se tardo un poco — respondió Thais.

— Ni que lo digas — sonrió — ¿te parece si lo esperamos juntas? — a lo que la niña asintió — mi hermana me dijo que la viera en tu casa, esta como loca por esto de la boda, dime que tu eres una de las que no perdido la cabeza todavía, que por lo que se, tu madre esta que no para — rio un poco, contagiándote su buen humor.

— Mi mamá esta muy emocionada — menciono Thais al recordar cómo había visto a su madre durante estos meses — faltan muy pocos días para la gran ceremonia.

— ¡Ya se! — dijo emocionada — en tan solo una semana para que Naima y Thiago se casen, y al otro día, mi cumpleaños — menciono sonriente.

— Cumplirás 17 ¿verdad? — asintió Renata — ¿estas emocionada por encontrar a tu mate? — la sonrisa decayó a una pequeña mueca, la menor de los Spinster no le gustaba la idea de estar atada a alguien, no por ahora.

Rencor [3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora