El silencio en la habitación era denso, ninguno de los presentes se animaba a empezar con aquel relato, hasta que el Alpha no tuvo otra opción, tenía que decirle a su pequeña hija la verdad, o al menos gran parte de ella.
— Hace años cometí grandes errores que me cobraron factura — empezó Ethan — no soy el hombre que ahora ves... era un tremendo imbécil impulsivo que no se detenía a pensar y fue todo eso lo que me alejo de tu madre cuando la conocí — miro a Leah, recordando aquel pasado tortuoso — y mis acciones casi hacen que tu hermano y tu madre murieran — dijo con gran pesar en cada una de las palabras — y no sabes cuánto me arrepiento de eso, cada día de mi vida.
— ¿Por qué me dicen todo esto ahora? — pregunto dolida Thais — ¿Por qué me tengo que enterar así?
— Porque debes de saber algunas cosas para poder comprender lo que te vamos a decir — respondió Leah — por favor, escucha a tu padre.
— Hay una ley en nuestra especie que declara que ningún Alpha puede estar a cargo de dos manadas, por lo que para juntar dos manadas debes de tener una compañera que esté a cargo de una y ser legitimante compañeros — continuo — es una regla inquebrantable que el consejo hace que se lleve a cabo cuando dos mates son Alphas — miro a su hija — tu madre es Alpha y Luna de New Moon como yo soy Alpha de Full Moon, por lo que al nacer Thiago, solo nos quedaba dos opciones — espero unos segundos, antes de decir aquellas palabras — esperar que la compañera de tu hermano fuera primogénita...
— Pero no lo fue, Naima es omega — interrumpió Thais, su padre asintió — ¿Cuál era la otra opción? — pregunto, aunque temía por la respuesta.
— Tener otro hijo — respondió Ethan, con el corazón acelerado. Temía que su preciada hija lo odiara.
Thais miro a su padre incrédula, no podía creer aquellas palabras que había dicho, miro a su madre quien por instinto quiso abrazarla, pero Thais dio un paso atrás.
— Entonces... me estás diciendo que nací solo para gobernar una manada, ¿es enserio? — miro a su madre con los ojos llorosos — ¿realmente solo nací para eso?
— Thais por favor, las cosas no son tan crudas como se oyen — intento volver acercarse Leah.
— ¿Y entones cómo son mamá? — pregunto, conteniendo el nudo en su garganta y aguantando las terribles ganas de llorar — ¿Cómo te sentirías si tus padres te dijeran que la principal razón por la cual estas viva, es porque tienes que estar a cargo de una manada? — negó, miro a sus padres — quiero estar sola.
Sin más que decir salió de allí, camino directo a la puesta trasera de la casa que daba con aquella parte del bosque donde le encantaba caminar.
(...)
La oscuridad de la noche la tenía absorbida, le encantaba mirar el cielo sin ninguna nube o estrella, a ella le parecía más hermoso ver el cielo nocturno solo con la enorme y brillante luna.
Jugueteo con la hoja seca que recogió del piso de aquel frío bosque. La miro con detenimiento y luego la soltó con la pequeña brisa que pasó.
— Ojalá así fuera todo — suspiro — ojalá todo se lo llevará el viento.
Se levantó de la roca de donde estaba sentada, empezó a caminar hacia su casa a paso lento, no quería llegar, no con lo que paso por la tarde; en ese transcurso pensó en todo y en nada, le abrumaba sentir tantas cosas y no poder entender ningún sentimiento. O tal vez sabía que sentimiento era el más fuerte, que saberlo le aterraba; por eso se negaba en aceptarlo.
— ¿Por qué no puedes salir de mi cabeza? — preguntó en voz alta — ¿Por qué siempre has estado en mi mente?
Se preguntó de nuevo, cerro los ojos y trato de calmarse, le abrumaba no poder encontrar todas las respuestas de las preguntas que se han acumulado con el paso de los años. Pero aun, le preocupaba que después de la tarde caótica que paso con sus padres, ella solo pensara en él.
— Averígualo... — escucho una voz susurrarle — busca y encontrarás pequeña Thais, busca... — la voz poco a poco se fue haciendo eco.
— ¿Quién eres? — pregunto mientras miraba hacia todos lados en busca de la dueña de la voz — ¿Quién eres?
— No importa quién soy... — respondió de nuevo — sino quién eres tú y porque estás aquí... — Thais siguió buscando algo, pero no veía nada — busca y encontrarás... no te han dicho todo...
— No te vayas — camino Thais hacia donde creía estaba la voz — dime quién eres y porque me dices todas esas cosas — siguió caminando — ¿Quien no me ha dicho todo? ¿A qué te refieres? — se detuvo al darse cuenta que era en vano ver a aquella persona que le susurraba — no sé qué más me podría esperar, aparte de la confesión de hoy — murmuro para ella.
Dio media vuelta para retomar el camino a casa, pero se encontró con una joven de unos veintiocho años, vestida con una túnica que solo dejaba al descubierto una parte de su cuello y cabeza, lo único que logro ver fue su cabello negro azabache y unos profundos ojos color azul.
— Beneficios de un puro — fue lo único que dijo antes de esfumarse con el viento.
Aquel suceso solo hizo que se confundiera más Thais; intento seguir su camino sin tomarle importancia a lo que había dicho aquella extraña mujer, pero su cerebro hizo clip al recordar las veces que había escuchado aquella palabra "puro".
— El tío Daniel le ha dicho puro — recordó — el tío Joseph y hasta el tío Eliot — empezó a recordar que aquella palabra tan pequeña había estado en su vida, pero nunca le había puesto atención, entonces se preguntó — ¿qué carajos es un puro?
Aquel paso lento se volvió en uno acelerado, sabía que cualquier información que buscara siempre la iba a encontrar en la biblioteca de la casa, aquella estante tenía libros tan viejos como su padre y tío samuel juntos. Llego a la puerta trasera de su casa y entro haciendo el menor ruido posible, no quería hablar con nadie y lo único que le interesaba era encontrar alguna información relacionada con un "puro".
Llego hasta la habitación donde estaban los libros y fue hasta ese momento donde se dio cuenta que todo era una estupidez, que no podía hacerle caso a una mujer del bosque. Estaba dispuesta a salir de ahí, pero escucho de nuevo aquella voz.
— Busca... — volvió a escuchar aquel susurro — busca aquel papel carcomido y cambiado por los años con la cubierta maltratada... — le susurro — es tan viejo como la historia misma, búscalo y encontraras cosas inimaginables.
Fue entonces cuando recordó haber visto un libro tan viejo, y no se encontraba en la biblioteca de la casa, sino que, en el despacho de su padre, ese libro lo había visto innumerables veces, pero nunca le había ocasionado alguna curiosidad, hasta ahora. Se encamino hasta aquella habitación que guardaba muchos secretos y que muy pronto uno de ellos seria revelado; abrió la puerta con cautela y se asomó para ver si su padre se encontraba ahí, en su vieja silla mirando un montón de papeles apilados en su preciado escritorio de caoba, pero él no se encontraba allí.
Entro completamente y se dispuso a su búsqueda, busco en cada parte de la habitación, hasta encontrar el dichoso libro en uno de los cajones del escritorio; lo tomo con ambas manos y lo miro detalladamente, no creyó haber llegado tan lejos aquel día, pero teniéndolo en sus manos, no le quedaba más que averiguar si aquello susurros traían una verdad consigo.
Y quien busca, encuentra. Y ese día, Thais hubiera preferido no haber buscado nada.
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Rencor [3]
WerewolfThais Black puede ser la hija perfecta, el ejemplo a seguir que toda manada requiere, pero ella se niega ser algo que nunca quiso, algo que no le nace. ¿Quién dijo que ella sería la salvación? Porque ella no. Tercera parte de la trilogía "Lazos roto...