Advertencia perrito, advertencia.

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—Vamos Lily, no te acobardes ahora, eres una Gryffindor, sé impulsiva por una vez en tu vida— Marlene decía que su conciencia tenía la voz de Lily, y Lily estaba completamente segura que la voz de su inconsciencia era la de Marlene.  Sirius bajó por la escalera del lado de los varones, bostezando, se anotó mentalmente preguntarle si la noche había estado muy agitada, por la herida alargada que traía en el mentón.

Remus seguramente estaría en la enfermería y Peter con él.

Inhaló hondo, intentando juntar la valentía necesaria para romper muchas reglas. Lo más difícil fue el primer escalón, los demás pasaron bajo sus pies con rapidez, abrió la puerta del cuarto sin pensar demasiado. Y allí estaba la imagen que valía dos meses de detención si la atrapaban.

Ignoró el desastre inhumano que era aquel cuarto, se centró solo en James. James estaba dormido, con la expresión tranquila y sin gafas, se mordió el labio al darse cuenta que dormía sin pijama, podía ver sin esfuerzo los músculos de su espalda.

Vaya que Dorcas tenía razón, él definitivamente era el chico más atractivo de Hogwarts.

—James...— le tocó el hombro. Parecía uno de sus primeros sueños, en los que entraba por la noche y lo hacían en silencio para no despertar a los demás. —James— se removió, antes de abrir los ojos e intentar enfocar la mirada, algo imposible sin sus gafas, pero no había que tener un ojo de halcón para reconocer aquella melena pelirroja.

—¿Lily? Si eres Sirius con poción multijugos ¡No voy a caer de nuevo y voy a golpearte!— Lily rió.

—No, solo yo...¿De nuevo?— podría jurar que James se había sonrojado.

—¿Qué haces aquí? Quiero decir, no me molestas para nada, pero estas rompiendo unas cuantas reglas— tanteó la mesita de noche hasta dar con sus gafas.

—Lo sé, pero cuando se trata de ti, puedo romper todas las reglas del colegio y valdría absolutamente la pena— se quedó parada ahí, como una tonta, sin saber exactamente como proseguir, rozó la yema de sus dedos con el brazo de James— Quiero estar ahí contigo, pero mi valentía no es suficiente para ponerme cómoda sola. Y me da miedo no ser como las otras chicas que has visto desnudas.

James se sentó en la cama, rodeó su cintura con las manos y la acercó más a él.

—Tú eres más hermosa que todas las mujeres del mundo Lilian, vestida, desnuda y hasta con una bolsa encima— sonrió, halagada— Y no voy a desnudarte, porque si lo hago no podría contenerme.

—¿Y por qué te contendrías?— James tiró de ella, para sentarla en su regazo, acarició sus piernas.

—Tú sabes la fama que tenemos con Sirius, incluso con Remus,  y esa fama es más cierta de la que me gusta admitir, no quiero que camines por el colegio, oigas cosas y te sientas una más de las que desvirgaron en el cuarto de los Merodeadores. Porque no es así. Estoy tan desesperado por complacerte que me siento más virgen que cuando era virgen. —James besó su cuello— Amo cada parte de ti, mereces algo mejor que esto.

—James, para ti es importante ser el primero, para mí lo único importante es ser la última— lo besó, mordisqueando su labio inferior— y que haya soñado con nosotros en este lugar no tiene nada que ver.

—Siempre hablamos de tus benditos sueños y nunca entras en detalle, dime que hacíamos aquí...Y que no te desnude no significa que no pueda ayudarte a ponerte cómoda ¿verdad? —asintió, relajándose cuando comenzó a desprenderle la camisa.

—Te besaba— el azabache rió contra su cuello.

—Hay una gran diferencia entre tus sueños húmedos y los míos.

De como James y Lily tuvieron sexo por primera vez. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora