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Negro. Todo lo que podía ver era de color negro. Miedo. El único sentimiento que dominaba todo su cuerpo en el momento era esa horrible sensación que odiaba pero que siempre le acompañaba a donde quiera que esté.

Steve no podía moverse, quería, pero simplemente no podía hacerlo. Se frustró, le ordenó a sus pies que se movieran, pero de nuevo no lo hicieron. Se miró a sí mismo; estaba completamente desnudo aunque no podía ver sus propios genitales.

En eso, una figura humanoide se apareció en frente de él. Parecía una sombra, y literalmente había salido de la misma plasta negra que servía de fondo. Achinó los ojos, en pocos segundos reconoció la figura.

Era su madre; sin embargo había algo raro en ella; la observó mejor y entonces notó que era la figura de su madre, con su cabello corto rizado y un vestido de flores. Pero no tenía rostro, tan solo una sonrisa burlona de oreja a oreja era lo que podía distinguirse como un rasgo humano.

─ Dicen que los primeros hijos siempre son los fallidos, ¿no es así, hijo? ─ la figura de su madre se rio malévolamente y desapareció como una sombra.

Sólo denme un número,

Steve estaba asustado de lo que había visto y escuchado. Pero entonces dudó, ¿en serio era él el peor hijo por ser el primero? ¿Fue como el conejillo de indias y cuando sus dos hermanos menores nacieron todo fue diferente?

Arqueó sus cejas en frustración, no quería tener ese tipo de pensamientos negativos, aunque parecían aquellos los únicos que ocupaban su mente los últimos días. Otra figura se apareció frente a él.

─ Todos deberíamos olvidarnos de ti y dejarte solo, ¿no crees, Steve? ─ era una sombra parecida a la de Joe, quien había hablado serio pero mantenía una sonrisa burlona. De igual forma que su madre, no se podían distinguir otros rasgos humanos en su rostro.

No me llamen por mi nombre,

─ Nadie de nosotros quería ayudarte, sólo lo hicimos porque nos diste pena. ─ agregó una sombra parecida a la de Sav, con otra sonrisa burlona y con forma humanoide.

Olviden todo sobre mí,

─ ¿De verdad creíste que éramos amigos? Ja, pobre idiota. ─ habló una sombra oscura parecida a la figura de Rick, también con un solo brazo, y se rio burlonamente.

Y déjenme caer.

Silencio. Steve ordenaba silencio dentro de su propia mente, y ni siquiera eso podía tener. Parecía haber perdido el control de sí mismo, estaba sollozando mientras con ambas manos se restregaba su rostro en ellas. Estos no eran sus amigos de verdad, ellos no dirían este tipo de cosas. ¿O quizá sí?

─ Eres el peor hijo de todos, de verdad que me arrepiento de que mi sangre corra en tus venas. Seguirás siendo el mismo fracasado de siempre. ─ rió una sombra igualita a la de su padre; detrás de ésta se asomaban dos sombras más como si fueran de dos niños pequeños.

Ya no importa,

─ Hermano, nunca nos caíste bien, ni nos importaste. Además, eras muy malo en todos los juegos que jugábamos contigo. ─ dijo una de las pequeñas sombras, mientras que la otra simplemente se reía.

Tan sólo soy una persona,

Todas las sombras iban desapareciendo en cuanto terminaban de decir su frase, pero siempre que una de ellas se esfumaba aparecía otra. Parecían tener un solo objetivo: burlarse.

Steve ya no aguantaba. Estaba agitado, suspiraba cansadamente, cayó sobre sus rodillas en la superficie negra y plana, mientras seguía tapándose el rostro con sus manos.

─ Oh, Steve, ─ habló la voz de una mujer ─ Me alegro de haberme divorciado de ti y no tener hijos tuyos; nada más imagínate, habrían salido igual de fracasados como su padre.

Destrúyanme por completo,

Lorelei, o la sombra con la figura de Lorelei sin rostro a excepción de una sonrisa de oreja a oreja que incitaba miedo, desapareció enseguida, pero el desfile de las sombras no había acabado ahí.

La figura humanoide de un hombre aparecía de poco en poco, hasta que Steve pudo descifrar que se trataba de Phil. Trató de rogarle por ayuda, pero nada pudo salir de sus labios. Parecía que los llevaba sellados con cinta adhesiva, a pesar de que estaban libres.

─ Steve, jamás me importaste. Ni siquiera por un puto segundo me importaste, ─ los ojos del nombrado se llenaron de lágrimas, amenazando con romper en llanto ─ No eres importante, y nunca lo serás para nadie de aquellos a quienes amas. Porque no lo mereces.

Y deséchenme lejos.

La sombra de Phil se esfumó igual de poco en poco, no tenía rostro ni nada, solo una sonrisa terrorífica. Steve se veía patético ahí, tirado en la superficie plana y oscura, desnudo, sin nadie a quien recurrir. Cuando creyó que todo había acabado, miró hacia abajo y vió algo.

Un reflejo. Un reflejo suyo, como si aquella superficie negra simulara un espejo. Sin embargo, esta imagen idéntica de él desnudo no tenía un rostro como él sentía que tenía el suyo, tan solo se trataba del contorno de su cuerpo y cabello desaliñado.

Lentamente, una sonrisa enorme y malévola se dibujó en aquel reflejo parecido al de Steve, lo cual le asustó y lo obligó retroceder. La sombra se salió del piso oscuro como si pasara de una segunda dimensión a una tercera, acercándose a él.

─ Estás solo, y sabes que mereces morir.

La sombra oscura con la figura de Steve se rió como si fuera un monstruo, asustando al verdadero Steve y logrando que las lágrimas se deslizaran por su rostro silenciosamente, mientras suspiraba agitado. En el momento en que la sombra se lanzó encima de él para atacarle quiso gritar como si no hubiera un mañana, pero en cambio, abrió los ojos y despertó rápidamente.

Dió un sobresalto de su cama sentándose de un impulso sobre ella, agitado, respirando fuertemente. Tenía su abdomen y pecho descubierto, tan solo estaba vistiendo unos pants con los cuales siempre duerme.

Notó que estaba todo sudado, sus mechones rubios estaban pegados en su frente y su cuello, además de notar sobre la sábana de la cama un óvalo de sudor. Hizo una mueca de disgusto. Estaba en su habitación, en su solitaria casa.

Miró al buró que se encontraba a uno de los lados de su cama, observó un vaso de vidrio con algo de líquido dentro del objeto. Su cabeza le dolía bastante, y si le dolía debido al alcohol, ¿qué mejor opción que volver a tomar alcohol? Una vez el vaso vacío lo volvió a asentar sobre su buró.

Carraspeó la garganta, sintió asco de sí mismo y rápidamente entró a darse una ducha. Parecía ser ya pasado el mediodía. Mientras el agua caía sobre su cuerpo y cabeza, apoyó ésta contra la pared de su baño y puso sus dos manos a cada lado.

Comenzó a mover su cabeza de manera que se la estaba golpeando contra la pared. Estaba crudo del día anterior, treinta y uno de diciembre, y ni siquiera recordaba qué había hecho o a dónde había salido.

Felicidades, Steve. Al menos llegaste a tu casa para el primer día de 1991. Escuchó el timbre de su casa sonar. Abrió los ojos y enseguida cerró las llaves de la regadera para tomar una toalla y amarrarla a su cintura.

Cuando abrió la puerta principal de su casa vio a quien menos se esperaba que esté ahí. Se sorprendió, y pequeñas gotas de agua de las puntas de su cabello caían sobre sus hombros y brazos, comenzando a deslizarse sobre su torso desnudo, hasta fusionarse con la toalla amarrada a la cintura de Steve.

Close Every Door To Me [Steve Clark; DL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora