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Jungkook tenía seis años cuando una de las personas que más ama en la vida lo abandona; y a pesar de los esfuerzos de su mamá por querer hacerlo feliz, él no puede dejar de estar triste del todo.
Un día ve movimiento en la casa...
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No es que Jungkook nunca antes haya probado lo que la responsabilidad es, de hecho esa es la parte de su carácter que más halagos se ha llevado siempre, pero la universidad es diferente en todo sentido. El alfa entiende, después de un arduo primer semestre allí, que el mundo es bastante más amplio y complicado que lo que ha pensado alguna vez, y que muchas veces hay situaciones que no se pueden resolver solo con buena voluntad.
El tiempo siempre es escaso, sin importar cuánto trabajo adelante, sin importar cuanto acomode y piense sus horarios, siempre hay algo pendiente o algo que debe ser relegado a otro momento. Sus clases comienzan en las mañanas, y no hay día en el que pueda liberarse los minutos suficientes como para almorzar con calma y no tener que correr por el campus hasta las prácticas en las canchas. Cuando la tarde está bastante avanzada ya, cuando el sol cae y el frío empieza a sentirse sobre su piel, es el momento en el que puede llegar hasta Taehyung y sentarse con un poco de calma junto a él.
Taehyung tiende a pasar muchísimas horas sentado en un mismo sitio, con su vista fija en la computadora o en los planos manuales que necesita diseñar para sus clases. Jungkook sabe que a Taehyung le encanta escucharlo hablar sobre sus actividades del día, mientras continúa clickeando y trazando; cada logro o pequeño paso que Jungkook avanza es una gran cosa para el omega, quién no se cansa de alentarlo y animarlo cuando hay algo que no va del todo bien.
La mayor parte del tiempo es algo bueno que Taehyung esté forzado a leer durante largas horas, Jungkook puede unirse a él después de comprar algo delicioso para que ambos se alimenten como corresponde y cumplir con las escasas tareas teóricas que le solicitan. Pero entonces está la otra parte del tiempo, cuando el omega tiene problemas para entender algo o cuando un examen difícil está a la vuelta de la esquina. Son esos momentos en los que, a pesar de todo el estrés, Jungkook se da cuenta del gran temple que Taehyung ha adquirido; sin importar qué, sin importar los desvelos, el llanto y el sacrificio, el omega siempre puede sortear cualquier obstáculo que se ponga delante de él. Jungkook lo observa con cuidado cada vez, y sin importar si su omega ha sido cabeza dura y se ha descuidado para poder cumplir con todas sus tareas, al finalizar siempre tiene para él brazos fuertes y cómodos con los que va a sostenerlo y un pecho en el que podrá dormir siempre que se sienta demasiado agotado.
No es tan agradable no poder compartir un dormitorio, no poder tomar las cosas con calma cuando necesitan hacer el amor y todo es apresurado por las reglas y restricciones de sus respectivos edificios. Aun así, vale la pena. Ambos están haciendo lo posible por cumplir sus metas, así que sin importar si fallan o incluso si es demasiado duro, siempre vale la pena. Después de todo Jungkook siempre obtiene mensajes de buenas noches y buenos días, besos lentos y "te extrañé" en murmullos suaves cuando al fin tienen tiempo para coincidir.
Esa mañana no es la excepción, Jungkook tiene todo aquello; pero cuando la hora del almuerzo llega, hay un mensaje de Taehyung explicándole que se siente un poco enfermo y que volverá a su dormitorio para descansar porque definitivamente no puede prestar atención a sus clases de esta forma. El alfa piensa entonces que en días pasados el frío ha aumentado y que ellos han permanecido demasiado rato en lugares con poca calefacción, atribuye los síntomas a un resfriado y a las escasa horas de sueño, le promete a Taehyung que comprará para él vitaminas y medicamentos que puedan ayudarlo a sentirse mejor.
