El Faro Ancestral

Capítulo 4

Luego de escuchar estas palabras me dirigí junto a mi guía hacia la misma puerta por la que hace unos momentos había entrado. Volví a entrar al pasillo y noté instantáneamente que en una de las paredes anteriormente lisas ahora había una puerta metálica a la cual no le vi ningún tipo de pestillo. Me acerqué y la puerta se abrió automáticamente. Entré en la vagamente iluminada sala y me encontré con un escenario perturbador. En su interior había montañas de cuerpos translúcidos como los del salón, pero esta vez no parecían conscientes. Estaban tirados y de cada una de sus cabezas salían cables que se mezclaban con una maraña gigante de ellos que colgaban sueltos del techo. Viendo mi cara de sorpresa, el Vigilante comenzó a hablar "Aquí es donde tenemos a los agresivos, los que en su vida decidieron solucionar las cosas con violencia e imponer su voluntad agresivamente sobre los demás. También están los ladrones, ya que su castigo es similar y cuanto más apretadas estén estas sucias almas, mejor. El castigo de los ladrones es vivir eternamente en una simulación en la que trabajan muy duro permanentemente para conseguir algo; sufren, se lastiman y se sacrifican y cuando al fin lo consiguen, se les es arrebatado para el provecho de otro. El de los agresivos es similar pero su simulación se basa en vivir por siempre en cuerpos débiles e inofensivos que todos los demás puedan abusar sin esfuerzo, su palabra u opinión no tienen valor, y son maltratados, golpeados y mutilados por cualquier mínima decisión que tomen".En una de las paredes de la habitación se había encendido una pantalla en la cual se podían ver algunas almas en su castigo. En ella se podían observar diferentes almas, algunas siendo golpeadas, otras maltratadas psicológicamente, sometidas, otras en la pobreza absoluta a causa de una estafa, etc. Era como si esa pantalla hubiera surgido por mi deseo de saber más concretamente a que eran sometidas esas almas impuras y despreciables."Bueno, ¿proseguimos?" Preguntó el Vigilante. Acto seguido comenzó a guiarme hacia una puerta de la que no me había percatado antes.