[14 agosto 2009]
Pasaron las semanas y no volví a verlo ni siquiera de casualidad. Me pasaba como siempre los días con Gemma patinando por la calle y las noches en su casa ante de irme a dormir. Pero no me lo crucé por los pasillos, ni coincidíamos cuando salía de su casa ni en las calles de Holmes Chapel. Ni siquiera se unió a nosotras en la cena de ese viernes como era tradición. Tengo que decir que estaba bastante nerviosa por volver a verle de nuevo y compartir una mesa después de lo que había pasado el lunes, pero al mismo tiempo me decepcioné cuando me enteré de que no iba a venir, como si hubiese usado la palabra "nerviosa" como un eufemismo para "excitada".
Por eso esa semana después de aquel viernes me centré en volver a mi vida de chica normal y regular que sólo tenía una amiga y ni un solo chico interesado en ella. Me había caído un cubo de agua helada encima y me había despertado de una ensoñación de una semana de duración, así que fue bastante sencillo olvidarme de lo que había sucedido, o por lo menos dejar de pensar en ello todo el maldito tiempo. Pero tampoco pensé que iba a ser difícil.
—Creo que está acostándose con la chica esta —murmuró Gemma mientras ponía los platos sobre la mesa.
Yo la miré sorprendida colocando los cubiertos detrás suya y ella me sonrió mientras asentía.
—¿Cómo lo sabes? —le respondí intentando sonar neutral y divertida, riéndome un poco.
Se encogió de hombros.
—No lo sé, es una sensación, ¿sabes? Cuando empiezas a tener sexo tienes como ese aura de que te puedes comer el mundo. Además, se lo puedo ver en la cara.
Me encogí de hombros y Gemma se aseguró de que sus padres no nos estaban escuchando mirando cautelosamente hacia atrás.
—Bueno, tiene quince años, no es nada raro.
—No digo que sea raro, sólo te lo comento —alzó la mirada hacia la puerta cuando escuchó cómo se abría y cambió de compostura—. Mira, fíjate.
Dirigí mi mirada también hacia la puerta y vi cómo Harry estaba parado enfrente del espejo colocándose bien el pelo. Mi estómago dio un pequeño vuelto y no pude evitar sonreír.
—Harry siempre ha sido un pijo —le dije.
—No así —concluyó, mirándome a los ojos y acercándose a sus padres para seguir poniendo la mesa.
Me estaba sonriendo mientras se acercaba a la cocina y sentía como me estaba poniendo algo nerviosa. No esperaba que estuviese tampoco esa noche después de que nos diese plantón la semana pasada, y el tiempo que habíamos estado sin vernos se me había hecho eterno, y me estaba dando cuenta ahora de que lo había echado de menos. Obviamente, no lo iba a admitir.
—Mira quién se ha dignado en presentarse —le dije al sentirle sujetarme de la cadera para darme un beso en la mejilla. Di un pequeño brinco.
Siempre me saludaba con un beso en la mejilla. Pero era la segunda vez que me pellizcaba la cintura al acercarse. Y la primera que subía una ola de escalofríos por mi espalda al tocarme descuidadamente.
Tuve que recomponerme un poco mientas se acercaba a sus familiares a saludarles, y cuando terminó volvió a ponerme la mirada encima desde la distancia, metiéndose un tomate cherry en la boca.
—Me han obligado a venir. Me han dicho lo decepcionada que estabas cuando no vine —dijo, y me sonrió juguetón, con sus ojos clavados en los míos.
Alcé las cejas y me crucé de brazos.
—Vaya, ¿te contó también que fue la mejor cena que tuvimos en un tiempo?
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Yina |s.m|
Short Story🌺✨dahlia /ˈdeɪliə/ (dalia): gratitud, buenas intenciones, primer amor. {Spin-off de Same Mistakes} ©fxck0pinions, 2019 TRIGGER WARNING: contenido explícito de drogas y sexo. Lees bajo tu propia responsabilidad.