-Jamás me había divertido tanto -le solté a Lu, quien con semblante resignado mordisqueaba la fruta de la mesa.
-Y eso que no has probado nada -apuntó Valerio, atrayéndome hacia él con un gesto de su mano en mi cintura.
-Y no me vas a convencer -respondí con una sonrisa, enfrentándome a sus ojos-. Yo no me meto en cosas por la nariz, cariño -añadí, mientras su cigarrillo soltaba su peculiar aroma de hierba que impregnaba el aire.
Bailamos torpemente, sin dejar de mirarnos, hasta que resultó inevitable separarnos.
Nos lanzamos a devorarnos los labios, entregándonos a la adrenalina del momento.
Mil sensaciones me invadían. Besar a Valerio era emocionante, apasionado y a la vez reconfortante.
Nos separamos para respirar.
-Mira, una niña de casa besando de esa forma-musitó Valerio cerca de mis labios.
-Cállate -jadeé, tomándolo del cuello de su camisa desabotonada para atraerlo hacia mí y besarle.
Nuestras lenguas se abrían paso libre por nuestras bocas mientras que su manos comenzaron a bajar hasta toparse con mi trasero, el cual comenzó a amasar.
-¡Venga ya, que han llegado mis amigos! -gritó Guzmán, llamando mi atención al escuchar la voz de Polo.
Me alejé rápidamente de Valerio, quien me miró desconcertado. Evité su mirada por la vergüenza mientras arreglaba mi ropa.
-¡cari, qué bien que llegaste! -salude a Polo al entrar por la puerta.
...
-¿Pero cuánto han bebido? -preguntó Ander al ver el estado de Guzmán, quien saltaba al ritmo de la música.
-No lo sé, Ander, lo que pillaron por ahí -respondió Lu frustrada.
Polo y Ander estaban en un sillón con Renata recostada sobre sus piernas, profundamente dormida desde hace minutos.
Valerio, Cayetana, Lucrecia y Guzmán estaban de pie, vigilando a este último.
Guzmán intentaba convencer a los demás de seguir la fiesta cuando, debido a su embriaguez, tiró un adorno al suelo.
-Mierda -exclamó Lu, pasándose la mano por el cabello.
-¿Es muy cara? -preguntó Guzmán preocupado.
-No, la compró mi madre en una subasta, es una de tantas -dijo la rubia sin preocupación.
Ander se frotó la frente, visiblemente cansado.
-Creo que ya fue suficiente, ¿no? Esto fue la gota que colmó el vaso -Ander tomó el brazo de Guzmán.
Guzmán rodó los ojos.
-Es mejor que nos vayamos -le dijo Lu.
-Vamos, Lu, qué pesada -bufó Guzmán-. ¿No te quedas tú, Cayetana? -ella lo miró sin mucha convicción.
-Venga ya -dijo Ander, acercándose a Guzmán.
-¡A que seguimos la fiesta! -se liberó del agarre de Ander.
-No, venga ya, tienes que dormir para que se te pase la borrachera -lo regañó su amigo.
-¡Que estoy bien! -extendió los brazos-. ¡Que estoy bien! ¡Coño, no me veis! ¡Que todo es estupendo y maravilloso! ¡Ya todos hemos pasado página!
-¡Que nadie ha dicho eso! -Ander sabía que todo esto era una manera de negar que Marina estaba muerta.
Los gritos de Guzmán y Ander despertaron a Renata, quien estaba en el regazo de Polo en el sofá.
-¡Nadie aquí sabe cómo es estar en tu lugar! ¡Y nadie ha perdido una hermana! -le gritó Ander.
-¡Que sí, Ander! ¡Que sí! -lo empujó-. Pero sabes algo, ¡mi hermana no murió! ¡La mataron! ¡A mi hermana la mataron, vale! -dijo Guzmán, ocultando sus ganas de llorar.
Renata notó el cambio de humor en Polo. Creyendo que estaba triste por la pérdida de Marina, tomó su mano y la acarició, tratando de reconfortarlo.
Todo esto era observado por Valerio.
-¡Que parece que no les entra en la puta cabeza, joder! -exclamó Guzmán antes de vomitar.
-Qué asco -dijo Valerio con una mueca mientras se acercaba a ayudarlo.
-Se lo pueden llevar -pidió Lu a Polo y Ander.
Ellos lo tomaron entre los dos y lo llevaron hasta el auto de Polo.
-Qué vergüenza, en serio. Perdón -le dijo Lu a Cayetana.
-No te preocupes, tía, no es nada.
Renata se levantó del sofá como pudo, sintiéndose avergonzada por las decisiones que tomó esa tarde.
