Capítulo 4

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Adam Clark

Mi respiración se vuelve dificultosa y mis ojos lagrimean contra mí voluntad. Otra arcada hace que vuelva mi cara contra el retrete y bote todo lo que tengo en el estómago.

Dejo salir todo, y cuando me aseguro que ya no seguiré vomitando, me levanto y jalo la cadena del baño. Enjuago mi boca y luego me cepillo los dientes para quitarme el mal sabor.

Al salir del baño me encuentro con Alas, quién me mira con reprobación. La ignoro y paso por su lado para dirigirme a la cocina, mi estómago ruge de hambre y no pienso ignorarlo.

Abro la heladera y saco un bote con gelatina de piña, tomo una cuchara y me siento a comer en completo silencio. Mi hermana se sienta frente a mí y niega en silencio.

Trago la gelatina y la miro con el ceño fruncido.

—¿Qué?.

—¿Dónde te metiste anoche? Dejaste a Rosita fresita muy preocupada por ti, por poco y llama a la policía.

—Me sentía sofocado—Por sus recuerdos—, así que decidí salir a tomar aire, entonces ví un bar y decidí tomar un poco.

Me encojo, de hombros y sigo comiendo bajo la atenta mirada de mi hermana.

—¿Eso fue todo? —Levanta la ceja derecha.

—Sí, solo... —Me callo cuando flashes de recuerdos vienen a mi mente, y entonces recuerdo otras cosas.

Olivia estuvo conmigo.

Siento el recuerdo tan vivo que incluso puedo escuchar la música, sentir su cintura entre mis manos, sus brazos alrededor de mi cuello, su perfume y la cercanía de nuestros labios. Lo siento tan presente, tan real que incluso me duele, duele recordar que anoche la tenía entre mis brazos y una vez más se me volvió a escapar. Duele recordar que me ha vuelto a rechazar.

Siento una punzada en mi corazón, y el hambre se me quita. Dejo caer la cuchara y paso mis manos por mi rostro.

—Por lo que veo, ya lo recordaste.

—¿Cómo sabes qué estuve con ella?.

—Resulta que cuando estás borracho te pones de parlanchín—El pánico se apodera de mí ¿Y si Peyton me escuchó?—. Si tu cara de susto es por la pelirroja, ni te preocupes, ella no escuchó el como llorabas porque Olivia se negó a besarte —Lo último lo dice con burla.

»¿Hasta cuándo te seguirás haciendo esto, Adam? ¿Por qué no admites que la sigues queriendo y qué Peyton es sólo una distracción?

—Si lo dices así suena fatal—suspiro—. Sí, aún la quiero como el día en que me fui, o quizás más ¿Pero de qué sirve si ella se empeña en alejarme de su vida?. No puedo seguir amando a alguien que solo me dice: No. Que no me deja amarla—Cierro los ojos cuando siento las lágrimas caer—. Todo es más fácil con Peyton, no hay dificultades ni problemas, nos comprendemos bien, y me quiere, pero...

—Ella no es Olivia y no puedes quererla—asiento—. Sabes que al estar con ella estás lastimando tres corazones ¿Cierto? Te lastimas a ti por intentar quererla, la lastimas a ella por darle esperanza y lastimas a Olivia al demostrarle que eres feliz con alguien más.

Limpio mis lágrimas. Tengo que dejar de llorar por esa mujer que solo se dedica a romperme el corazón. ¡Pero joder! La quiero demasiado, la amo pese a todo el daño de por medio. Como desearía que con ella todo fuera más sencillo, que el estar a su lado fuera fácil con respirar, pero ella solo lo dificulta.

—Todo era más fácil cuando estaba lejos y no la veía. Los sentimientos estaban ahí, pero estaban en completa paz, solo me bastó verla una vez para que todo me arrasará de nuevo, para que el dolor de no tenerla, volviera —Más lágrimas comienzan a salir.

TócameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora