Los días pasan y, antes de lo esperado, voy de vuelta a la ciudad. Por el camino, el paisaje parece agarrarse a mis tobillos como si no me quisiera soltar; y, siendo sincero, el sentimiento es mutuo. Preferiría volver al pasado y empezar de nuevo, sin experiencias ni relaciones ya fijadas, sin errores cometidos. Sin embargo, el presente es más contundente, y me estrella contra la realidad como si de un muro de hormigón se tratase.
Principalmente son tres flancos a los que he de enfrentarme: en primer lugar, el tan esperado reencuentro con Niall; por otra parte, Zayn y su conocimiento sobre lo ocurrido con Harry; y, el más importante, la obligación de ver a Harry si quiero relacionarme con sus amigos. Además, también debo tener en cuenta la inestabilidad de la amistad con Liam, por la repentina ruptura con su prima; si bien sé que nuestro lazo, anterior a la llegada de Eleanor, es fuerte, sigue siendo su prima.
Intento no pensar demasiado en el pronto futuro y me centro en la vista que se percibe desde las ventanas del autobús. El verde del prado bajo, como un castigo, me recuerda a ciertos peligrosos ojos; y recurro al libro que guardo en la mochila para aligerar el viaje.
El piso es más grande que el año pasado y, como una recompensa por nuestra elaborada búsqueda, más barato. La pionera tensión en mis hombros se desliza hasta disiparse en el suelo al recibir una cálida bienvenida de ambos chicos. Incluso llego a pensar, con el paso de los días rápidos, que Liam se alegra tanto como yo de que haya roto la relación; pues supongo que también desde fuera se veía que ya sólo era monotonía y miedo.
El segundo año de carrera es más liviano, las prácticas opcionales del año anterior me quitan una asignatura, cumpliendo con un total de ocho; la tortuga de Niall ha decidido, en el verano, crecer hasta duplicar su tamaño, y ahora no temo pisarla cuando se pasea por el salón; y en las noches de película tengo el apoyo incondicional de Liam para ganar la batalla y escoger alguna de ciencia ficción y abandonar las comedias románticas que hacen llorar a Niall. Así que el comienzo del curso no se ve tan alto y arriesgado como lo parecía en el autobús.
El primer día de clase, Adriana me recibe con una abrazo que me ahoga por largos segundos; y criticamos juntos a los nuevos profesores. El segundo, me incorporo en el equipo de fútbol y salimos a comer Liam, Zayn y yo junto a los chicos del equipo. El tercero, todos se enteran de que he roto con Eleanor y, casi al instante, comienzan a analizar a las chicas del campus para ver, según ellos, quién me pega. Zayn me susurra sin mucho disimulo si prefiero que busquen en más de un género, provocando que casi me ahogue con las pipas.
Y, así, los días cruzan por mis manos sin apenas contarlos; demasiado fugaces e insignificantes como para destacar algo en ellos. Sin embargo, llega el principio de la segunda semana y, a lo lejos, veo a Niall hablando con alguien en las gradas; y, al fin, ese día queda destacado por ello. Sentado en el respaldo de un asiento, Harry se inclina hacia la pista, hacia los equipos jugando un amistoso. Todo de negro, resalta entre los asientos de colores y de Niall, que viste con una camiseta naranja chillón y unos pantalones marrones.
Esperando a Zayn, apoyados en un árbol, Liam me habla sobre cómo ha ido su primera semana. Yo, lejos de él, sólo puedo admirar el existir del chico de negro. Sus rizos caen suaves, en ondas grandes y perfectas, moldeadas por la naturaleza en un cumplido eterno; sus piernas largas se flexionan sobre el asiento y las manos cuelgan entre sus piernas, los codos apoyados en los muslos. Escucha a Niall hablar con paciencia, sólo correspondiéndolo por pequeñas palabras que, en la distancia, son desconocidas.
De pronto, sin esperarlo, Harry mira a Niall y su mirada opaca queda muy cerca de mí, tanto que a los segundos deja atrás la efusividad del rubio y sus ojos recorren el espacio entre nosotros. Los orbes verdes se hunden en mí como flechas ardientes, capaces de cavar lo suficiente en mí para que la voz de Liam sea un eco lejano a mis oídos. Me incorporo, aún apoyado en el árbol y le correspondo la mirada. Puedo ver a Niall riendo entre nosotros, ignorante de la tensión que recorre los veinte o treinta metros que nos separan.
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Pain {Larry Stylinson}
FanfictionLouis no soporta a Harry, no soporta sus rizos, ni sus hoyuelos, y odia la forma en la que se burla de él; mientras Harry disfruta con ello. O donde Louis está descubriendo que tiene una pequeña obsesión con el dolor, sin admitir ser masoquista, y H...