-Tranquilo Lou, todo va a ir bien- susurra Eleanor, coge mi mano y hace pequeños círculos con su dedo pulgar, tranquilizándome. Todas las cosas vuelan en mi cabeza una y otra vez y apenas puedo pensar en ellas sin sentirme estúpido. Cierro los ojos y suspiro, y no sé si es porque me gustan sus caricias o porque mi mente está aterrada ante los cambios. Agradezco que sus ojos castaños estén fijos en la carretera, estoy mordiendo mi labio y no quiero que me vea. Me odio a mí mismo por esto, cada pequeño cambio, cada problema, cada error, todo da vueltas. No es como si quisiera temblar o angustiarme, pero lo hago, sin remedio. Ella me mira de nuevo y sonríe.
-No me puedo creer que estés tan preocupado. Boo, vas a empezar la universidad, no es el fin del mundo- ríe, y lo sé, maldita sea, no sé porque me cuestan tanto estas cosas. Antes mis manos sudaban, no podía dormir al día anterior y pensaba en ello una y otra vez, y era por ir a un instituto al final de la calle. Ahora es una nueva ciudad, una nueva independencia, nuevas asignaturas, y no sé cómo voy a sobrevivir a ello.
-Relájate, no querrás que Niall te vea así- dice bromeando y suelta mi mano para cambiar de marcha. Mi mente se relaja un poco con ese pensamiento, mi compañero de piso es perfecto, al menos. Un joven y estudioso literato que, como yo, ha obtenido matrícula de honor en el instituto. He estado buscando alguien parecido a mí mucho tiempo, y el perfil de Niall salió en internet como una salvación.
-Es cierto, tampoco hay nada por lo que preocuparse- me digo a mí mismo, Eleanor asiente sonriendo. Me quedo mirándola durante unos segundos, es preciosa así, centrada en la carretera, en su perfecto perfil y con el liso y castaño cabello cayendo por debajo de sus pechos. Llevo mi mano a su muslo con cariño.
-Y si necesitas algo, siempre puedes venir a mi piso- dice amable. Ella va a vivir con una amiga a dos calles de mi apartamento, el problema de la distancia se ha solucionado prácticamente solo. Miro a través del cristal, el viejo edificio de apartamentos se alza sobre nuestra vista, elegante y sobrio. Gira la llave y el motor para, se arregla el pelo en el espejo antes de mirarme.
-Debo irme a mi piso, ¿podrás sobrevivir hoy solo?- pregunta, la diversión baila en su voz y le saco la lengua haciéndola reír.
-Creo que podré, ya estoy mucho más tranquilo- miento, ella muestra sus dientes en una sonrisa y se acerca para besarme. Un beso lento y cálido, que acaba de tranquilizarme por completo, y sé que no tendré que preocuparme hasta mañana por la mañana.
-Nos vemos mañana, ¿vale cielo?- habla sobre mis labios, la beso en respuesta y me bajo para tomar mis maletas. Las dos enormes maletas en las que he metido media casa pesan como si llevaran piedras. Me despido de ella con la mano y entro en el edificio, agradeciendo que haya ascensor. Marco la tercera planta, y al llegar, arrastro por el pasillo las maletas con desgana.
Me quedo parado al verlo, sentado sobre la maleta en el suelo y sujetando una pequeña tortuga en sus manos. La luz parpadeante del pasillo hace brillar sus múltiples perforaciones metálicas, y está hablando alegre al animal. Aclaro mi garganta, captando su atención. Sus ojos se fijan en mis pies y lentamente suben hasta llegar a mi cara. Nada más hacer contacto visual, esboza una sonrisa enorme y puedo ver un pequeño piercing (smiley) sobresaliendo de sus labios. Deja a la tortuga en una gran caja de plástico y se levanta para darme dos efusivos besos en las mejillas.
-Soy Niall, tu compañero de piso- habla, el acento irlandés baila en su voz como la confusión en mi mente. Me tomo unos segundos para mirar su aspecto. Su camiseta está remangada y los tatuajes lucen un perfecto negro en su blanquecina piel, no sé hasta dónde llegan, pero cubren el brazo y puedo ver un reflejo negro en su cuello. Su cara tiene perforaciones en la ceja y los labios; y sus orejas cuelgan con dos dilataciones por las que probablemente podría meter mi dedo. Lleva una línea fina de delineador negro bajo sus ojos azules, y a mi mente se vienen las conversaciones online tan perfectas que he tenido con mi perfecto compañero de piso, un responsable estudiante de literatura clásica. Ni de broma lo imaginaba así.
-Louis- digo, aún en shock. Él se agacha y coge a la tortuga con cuidado. La sostiene justo frente a mi cara y ríe antes de hablar.
-"Hola Louis, soy Shelly, encantada"- sonríe, haciendo que la tortuga agite la patita levemente, imitando una voz ridículamente aguda. ¿Este es el serio literato con el que yo he hablado por internet? Subo la mano y saludo a la tortuga, soy patético. Él sonríe, su sonrisa es demasiado cálida para su duro aspecto, como un noble y enorme pitbull con collar de pinchos. Pasa una de sus manos por su cabello rubio con claros reflejos lilas.
-Bueno, ¿vamos a entrar o qué?- dice, bajando la tortuga a su pequeña casa de plástico, y asiento sin poder hacer nada más. No puedo esperar a que Eleanor lo vea, tanto como ella odia los tatuajes y los piercings y todo lo que cambia el aspecto físico de una persona en general.
Abro la puerta y lo dejo pasar, su sonrisa llena la oscura habitación, mirando alrededor alegre. Se quita la chaqueta vaquera sin mangas y la tira al sofá.
-Wow, es mejor en persona que en fotos. ¿Cuál es mi cuarto?- pregunta, y le señalo el pasillo. Las cosas en el piso están tal y cómo las dejé cuando vine a pagar el alquiler, tres semanas antes.
-En el pasillo a la izquierda, al lado del baño- digo, el chico no tarda en retirarse por unos minutos para "instalar" a Shelly y deshacer la maleta. Mi mente está dando vueltas, volando a los tópicos y rezo para que no escuche heavy hasta las tantas de la madrugada. No me da tiempo a sentarme en el sofá cuando él está saliendo con la enorme caja de plástico.
-Creo que Shelly estará mejor en el salón, así te va conociendo- sonríe, trago con dificultad, no voy a ser amigo de una tortuga. Se toma como diez minutos pensando en qué lugar irá mejor la caja y cuando decide que al lado de la ventana está bien, se gira hacia mí. Hace tantas cosas al segundo que no me da tiempo a pensar claramente cuando sus ojos están sobre mí de nuevo.
-Voy a hacer pizza casera, ¿quieres?- pregunta amable, mis malos pensamientos sobre él se van lejos al instante, si sabe cocinar me da igual que escuche heavy hasta las cuatro de la mañana.
-¿Sabes cocinar?- pregunto esperanzado y él se encoge de hombros antes de reír. Sus dientes con ortodoncia vuelven a mi vista, perfectos y blancos.
-Sé hacer algunas cosas, me está enseñando un amigo- dice, entonces yo acepto su invitación a la pizza y va al baño a lavarse las manos. Vuelve de allí con un pijama de tortugas que le queda como tres tallas grande, y unas gafas de pasta negras que hacen centellear sus ojos azules. Me pregunta con detenimiento que quiero para la pizza, y se encierra en la cocina. Media hora y dos vasos de coca cola después, está riendo a carcajadas por un viejo capítulo de Friends.
-¿Has visto lo que ha hecho Joey?- pregunta apenas sin poder hablar por la risa. Río por el simple hecho de que él está riendo y espero una hora más para verlo dormido sobre mi hombro. Es como un rebelde torbellino que no para de hablar y reír, sin dejarme pensar en nada.
Todo ha pasado muy rápido, y parece haberme cogido confianza cuando lo oigo roncar en mi oreja. Su aspecto no concuerda con él, si lo viera por la calle probablemente lo asociaría con una personalidad prepotente y negra, pero es lo más agradable que he visto en mucho tiempo. Hago una foto para Liam, la cara de Niall se ve perfectamente y brilla con el flash, dejando la foto con varios puntos brillantes por sus piercings. Dejo al chico en el sofá con una manta por encima, y me voy a mi habitación. El primer día de universidad cae sobre mis hombros nada más cerrar los ojos, espero que no sea tan malo como imagino.
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Pain {Larry Stylinson}
FanfictionLouis no soporta a Harry, no soporta sus rizos, ni sus hoyuelos, y odia la forma en la que se burla de él; mientras Harry disfruta con ello. O donde Louis está descubriendo que tiene una pequeña obsesión con el dolor, sin admitir ser masoquista, y H...