Espíritu del Futuro - i

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Arthit bajó su dedo ya que Kongpob ya no estaba allí. Miró alrededor y estaba solo. Vio el reloj, eran las 9 de la mañana. Fue rápido a tomar su teléfono. Iba a llamar a Kongpob y gritarle antes de que se fuera a Chiang Mai. Kongpob tenía que parar esas tonterías.

Marcó el número de Kongpob, pero no entraba la llamada. Frunciendo el ceño, intentó una videollamada por LINE, pero seguía apareciendo que no tenía conexión a internet. Nada funcionó. No podía hacerlo no importaba cuántas veces lo intentara.

Luego, Arthit intentó llamar a sus padres y lo mismo sucedió con ellos. Se frustró tanto que tiró su celular al suelo.

Decidió simplemente vestirse e ir a casa de Kongpob. Olvídense del Espíritu del Futuro. Él tenía que cambiar la actitud de Kongpob.

Arthit tomó sus llaves y se dirigió a la puerta. Sin embargo, por alguna razón la puerta estaba trabada. La jaló con toda su fuerza pero la puerta no cedió. Tomó la manija con ambas manos y la jaló con un pie en la pared.

—Ah... —Arthit aterrizó sobre su trasero con la manija en su mano. La había roto, pero la puerta seguía cerrada. Arthit lanzó la manija contra la puerta. —¡Qué mierda! Sé que son ustedes, sólo salgan —gritó Arthit.

—Jajaja...

Arthit se giró al oír la risa de una mujer. Vio a una mujer sentada en el reposabrazos, mirando hacia él.

—¿Prae? ¿En serio? —Preguntó Arthit levantándose del suelo mientras frotaba su trasero

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—¿Prae? ¿En serio? —Preguntó Arthit levantándose del suelo mientras frotaba su trasero.

—Soy el Espíritu del Futuro. Este es sólo un disfraz. Ya deberías saber eso —habló Futuro con expresión seria y ojos resplandecientes.

—Ah, sí. Sólo esperaba otro amigo hombre —Arthit habló sin atreverse a mirar a Futuro.

—¿Por qué? Ambos géneros son creados iguales. Sólo ustedes los humanos cometen el tonto error de creer que los hombres son superiores. Este cuerpo tiene piernas hermosas y sus pechos tienen una forma tan perfecta. Estos zapatos de tacón hacen que sus piernas se vean mucho más largas —Futuro pasó sus manos por todo su cuerpo y piernas.

—Esto es tan incómodo. ¿Por qué tienen que ser tan pervertidos? —Preguntó Arthit casi en un murmuro.

Futuro sonrió.

—Jajaja, porque podemos. Ahora, ¿comenzamos?

—Mira, en serio tengo que ir a casa de Kongpob ahora mismo. Está siendo tonto y creo que puedo arreglarlo por mí mismo.

—Tsk, tsk... Oí que eres un trabajo duro. No lo creía hasta ahora —Futuro se levantó de su asiento y chasqueó los dedos.

Arthit se elevó en el aire y colgó de cabeza. Futuro giró su dedo y Arthit comenzó a girar.

—Ahhhh... Bájame. Por favor. Iré contigo —suplicó Arthit.

Futuro chasqueó los dedos y Arthit cayó al suelo al instante.

—Auuuu... —Arthit frotó su cabeza y sus hombros y luego se puso de pie lentamente. Maldición, eso duele.

—Ahora, ¿en qué estábamos? Ah, sí. Debemos irnos —Futuro tomó la muñeca de Arthit.

Arthit sintió que estaba viajando por algún túnel galáctico con una luz al final de este.

—Ve hacia la luz —ordenó Futuro.

De repente estaba de pie en el pasillo de lo que parecía un hospital.

—¿En dónde estamos? ¿Quién está aquí? —Arthit entró en pánico, mirando a Futuro.

Futuro apuntó a una habitación al final del pasillo y los ojos de Arthit la siguieron. Las brillantes luces y el olor a hospital le daban escalofríos.

Arthit camina con duda por el pasillo con Futuro siguiéndolo por detrás. Internamente está rezando porque nada serio le haya pasado a ninguno de sus seres queridos.

Justo cuando Arthit estaba a punto de llegar a la última habitación, se vio a sí mismo salir de esta. Era más bien empujado fuera de ella.

—Papá, tengo el dinero. Podemos mandar a mamá a Japón para que tenga un tratamiento mejor. Debe haber opciones. Sólo escúchame —Arthit intentó empujarse de regreso a la habitación.

—No necesitamos tu sucio dinero. ¿En dónde estabas cuando te necesitábamos? Ahora es demasiado tarde. No queremos verte. No tenemos un hijo. Ahora, vete antes de que llame a seguridad —el padre de Arthit lo empujó más y dio un portazo.

—Papá. Papá. Por favor déjame entrar. Sólo quiero que mamá tenga el mejor tratamiento. Papá. ¿Me oyes? —Decía Arthit junto a la puerta.

Arthit siguió golpeando la puerta con su mano.

—¡Papá! Abre la puerta. ¡Papá!

—Señor, está molestando a los demás. Tendré que pedirle que se vaya —un guardia de seguridad fue junto a Arthit.

Arthit miró la puerta cerrada una última vez antes de irse.

—¿Qué sucede con mamá? —Preguntó Arthit a su propia figura que no podía verlo ni oírlo. Luego se giró hacia Futuro, pero ella se encogió de hombros y atravesó la puerta. Arthit la siguió y también atravesó la puerta. La sensación era un poco espeluznante para Arthit.

Cuando entró, vio a su padre sentado al lado de su madre que estaba recostada en la cama. Sostenía la mano de su madre y lloraba.

—Todo es mi culpa. Debí haber prestado más atención. Debí haberte hecho tratarte desde mucho antes.

—Cariño, no es tu culpa. Ni siquiera yo me di cuenta. ¿Cómo hubieras sabido? Algunas cosas no se pueden evitar. Este es mi destino. Prométeme que no serás muy duro con Oon cuando no esté aquí —la madre de Arthit acaricia la mejilla de su esposo.

—No quiero hablar de él. Él no es mi hijo.

—Es nuestro único hijo. No debes darte por vencido con él —dijo la madre de Arthit.

—Y nosotros somos sus únicos padres. ¿Le importa? No. Su trabajo es más importante que nosotros. Sé que no quieres que él gaste dinero en tratamientos, pero quizá la tecnología es mejor en Japón. Podríamos intentarlo.

—No. El doctor dijo que las probabilidades son bajas. No hay motivo para que gaste el dinero que se ganó con esfuerzo.

El padre de Arthit lloró con su cabeza baja sobre la mano de su esposa.

¿Qué rayos tiene mamá? Arthit fue a ver la historia médica que estaba en el bolsillo de la cama. No pudo entender la letra del doctor. Todo lo que sabe es que es algo muy serio.

Sus lágrimas empezaron a caer y Arthit caminó al lado de la cama.

—Mamá, ¿dime qué sucede contigo? Por favor. Lo siento tanto. Déjame ayudar.

Arthit se arrodilló en el piso junto a su padre, intenta tomarlo del brazo, pero sus manos lo atraviesan.

—Papá, te prometo que seré un mejor hijo. Por favor dame una oportunidad. Por favor déjame ayudar. Por favor salva a mamá.

Arthit lloró y suplicó.

Futuro fue detrás de él y puso su mano en su hombro.

—Vamos, es hora.

—¡No! No quiero dejarlos. ¿Qué sucederá? Por favor dime que mamá estará bien. Por favor —sollozó Arthit.

—Sólo puedes ver lo que debes ver y ahora debemos irnos.

Futuro extendió su mano frente a Arthit y Arthit colocó a regañadientes su muñeca sobre ella.

Tal vez esta era sólo una gran pesadilla. Mientras más pronto se terminara, más pronto despertaría.

Todo lo que quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora