Esta es una historia corta de Navidad con Arthit y Kongpob, ligeramente basada en mi historia de Navidad favorita por Charles Dickens, Un cuento de Navidad.
Sólo puedo prometer un viaje divertido y un final feliz. Eso es todo, amigos. ¡Felices fiest...
Arthit abrió sus ojos y su corazón se sintió el doble de pesado. Miró alrededor del familiar lugar y no quiere estar allí. Tiene miedo de lo que aprenderá allí.
—¿Podemos ir a otro lugar? —Arthit se giró hacia Presente quien estaba ocupado estudiando las muchas fotografías en las paredes.
—Yo no escojo a dónde ir. Estamos aquí por una razón. Esta es tu oportunidad para descubrirlo —dijo Presente mientras seguía mirando varias fotografías. —Oye, estoy en estas dos fotos aquí. Mira lo lindo que soy —dijo Presente con emoción.
—Ese es M, no tú —dijo Arthit, girando los ojos.
Arthit también miró varias de las fotografías. Se dio cuenta de que algunas de las fotografías que estaban allí antes ya no estaban más allí.
Aún puede ver fotografías de él con su grupo de amigos, pero ninguna de sus fotos solo seguía allí. También faltaban todas sus fotos de pareja.
Arthit caminó hacia el librero al otro lado de la sala donde normalmente estaba su fotografía favorita. Lo golpeó un sentimiento de desesperanza y dolor. ¿A dónde se fue la foto?
Se dio la vuelta y ubicó una caja abierta en el piso. Se fijó dentro y allí estaba la foto que buscaba. Quiso sacarla, pero su mano seguía atravesando la caja. ¿Por qué estaba su fotografía en esa caja? ¿Las otras también están allí dentro?
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Entonces oyó que se abría la puerta del baño. De allí salió Kongpob, sin camisa, usando solamente su ropa interior y una toalla alrededor del cuello.
—En serio quería escogerlo, pero no estaba disponible ya que es una de tus visitas. Es tan guapo, y mira ese cuerpo —dijo Presente mientras miraba a Kongpob de pies a cabeza y luego al notable bulto dentro de esos boxers.
—Deja de mirar a mi novio, pervertido. ¿Por qué todos ustedes son unos pervertidos? —Arthit intentó bloquear la vista de Presente.
—No tenemos deseos sexuales. Sólo apreciamos la belleza —dijo Presente. Arthit entrecerró sus ojos en su dirección y luego se volvió hacia Kongpob. Incluso él tenía que admitirlo, Kongpob era hermoso.
Kongpob se acercó a la encimera de la cocina y se sirvió un vaso con agua. El cabello de Kongpob seguía escurriendo y Arthit tiene la urgencia de tomar su toalla para secarle el cabello por él. Solía hacer eso cada vez que Kongpob se quedaba en su dormitorio. Eso se sentía como hace milenios atrás.
El cuerpo delgado pero esbelto de Kongpob era sensual y elegante. Arthit ni siquiera se había dado cuenta de lo mucho que extraña el toque cálido de Kongpob. Se acercó a Kongpob e intentó poner su mano cerca de su mejilla. ¿Cómo no se había dado cuenta de las ojeras bajo sus ojos esa misma tarde? Sin éxito intentó peinar hacia atrás un mechón de cabello sobre la frente de Kongpob.
Kongpob se alejó de la cocina y caminó hacia la recámara. Arthit y Presente lo siguieron.
Kongpob fue hacia su armario y de forma casual sacó una camiseta y se la colocó. Sus maletas ya estaban empacadas para su viaje de tres días a Chiang Mai.