Todo lo que quiero

Presente - iv

—Hay un tráfico horrible y calles cerradas —respondió el conductor.

Arthit miró al conductor por el espejo retrovisor.

—¡Ahhhhhh!

Arthit retrocedió lo más posible en su asiento al ver el rostro lo miraba de vuelta. Miró a su izquierda y a su derecha. Sigue dentro de un taxi y sigue siendo de día afuera.

—Jajaja. ¿Me extrañaste?

—Pasado, ¿qué haces aquí? —Preguntó Arthit, frunciendo el ceño y aferrándose al cinturón de seguridad.

—Teníamos que asegurarnos de que hayas cambiado tu actitud. De otro modo, habría sido una completa pérdida de nuestro tiempo. Hasta ahora has pasado nuestras pruebas.

—¿Pruebas? ¿Cuándo? —Preguntó Arthit con curiosidad.

—La mujer embarazada era Presente y el anciano era Futuro —respondió Pasado.

—¿Qué? ¿Eran ellos? ¿Qué hay de ti? —Arthit estaba más molesto que sorprendido.

—Yo soy quien ha estado desviando los taxis. Genial, ¿no? —Rio Pasado.

—No, no es para nada genial. Voy tarde y me veo y siento asqueroso.

—No te preocupes por llegar tarde. Soy un gran conductor. Te llevaré allí en un dos por tres —dijo Pasado con orgullo.

—¿No puedes teletransportarme o algo? ¿No tienes magia?

—Lo siento, viejo. Como Espíritu del Pasado, sólo puedo llevar tu espíritu al pasado.

—¿Qué hay de Presente y Futuro? —Preguntó Arthit, inclinándose hacia el frente con repentino interés.

—Ellos puede que sí, pero estarías allí sólo en espíritu y no físicamente. Sólo siéntate bien. Te llevaré allá —dijo Pasado mientras pisaba el acelerador y pasaba entre dos autos en movimiento.

—¡Ahhhh! —Arthit se sostuvo de la manilla "¡oh, mierda!" dentro del auto, rogando por su vida. —¿Tienes licencia para conducir? —Preguntó Arthit con los ojos cerrados.

Pasado había cortado frente a un gran camión con apenas unos centímetros de distancia entre ellos. Arthit ya se había preparado para el impacto. El camión detrás de ellos tocó el claxon repetidas veces, haciendo que los oídos de Arthit retumbaran.

—Soy un espíritu. Sólo vuelo por allí. ¿Por qué necesitaría conducir? Por supuesto que no tengo una licencia. Pero te digo que es algo nato. Sólo mírame. Es pan comido —sentenció Pasado.

—En este punto yo también me convertiré pronto en un espíritu —dijo Arthit de nuevo con los ojos cerrados. Rezaba para llegar vivo al aeropuerto.

—Por favor, al menos déjame llevar a mis padres a sus chequeos y asegurarme de que están bien.

—Por favor, haz que se vaya lo que sea que tenga mi madre.

—Por favor, déjame ver a mi Kong antes de morir.

—Por favor, déjame besarlo una vez más.

—Por favor, al menos hazle saber que lo intenté.

—Por favor deja que encuentre los engranajes.

—Por favor hazle saber que lo amé antes y que lo amaré siempre.

—Por favor déjalo ser feliz cuando me vaya.

Arthit siguió murmurando plegarias en voz baja por la próxima media hora. Sintió que el auto iba a la izquierda y luego a la derecha, moviéndose hacia el frente, hacia atrás, frenando y acelerando. No supo nada porque tenía los ojos cerrados. Sólo podía oír autos tocando el claxon y maldiciendo en su dirección.