La petulante Mary ya me había soltado, eso sí era satisfactorio, y me quede aliviado, preferí no decirle nada, el hecho de que me haya soltado ya es suficiente, solo alcanzó a decir que me estaría vigilando y salió por la puerta sin dejar de mirarme hasta que la madera cubrió su ángulo de visión hacia mí.
Argentina, el segundo país más extenso, grande, complejo... complicado.
No sabía qué hacer, en treinta y cuatro minutos se había descontrolado mi vida, haciendo un repaso de todo lo que pasó, llego un viejo a decirme que me llevara a Argentina sin antes habérmelo consultado, no tengo conocimiento de que tan importante sea él, pero tampoco no le da el derecho de disponer de mi persona, antes de ello apareció una extraña joven no calculaba más de mi edad y sin razón alguna hace paralizar mi cuerpo, y por último la petulante Mary me había cogido fuertemente y me hizo recordar esos momentos tan desagradables.
Era un desastre.
Repentinamente, como si no fuera suficiente, entró por la puerta la razón de mi inmovilización pronunciando palabras que estúpidamente no logre entender.
- Oh, lo lamento, es que mi tío, por aquí ha debido de olvidarse sus gafas, ¿vos los has visto? – me dijo.
- ¡No!
Espere a que me responda, pero solo vi la puerta cerrarse abruptamente.
Una vez más, la razón de la inmovilización se fue sin más.
Se abrió la puerta nuevamente, volteé instantáneamente con un cierto grado de ansiedad, algo raro, en mi subconsciente imaginaba que era ella, quizás quería algo más, quizás me vendría a explicar porque me miró con cara de susto, quizás quería hablar conmigo.
- Ven al jardín inmediatamente – dijo Mary mirándome fijamente.
Sin ganas de discutir, salí delante de ella, y me dirigí al jardín con ella tras mío. No solía salir al aire libre, prefería estar en mi habitación. Después de recorrer varios pasillos que alcanzaban los ocho metros de largo, ya que el albergue era grande y extenso, el último de estos daban hacia la puerta principal, aproximadamente de dos metros de largo y tres de ancho, con bordes tallados en madera de fines del siglo XIX, estaban abiertas dejando entrar grandes cantidades de luz, se escucha alboroto y murmullos afuera, lo cual no podía distinguir bien por la luz, cuando salí todo era como siempre, el verde grass muy bien cuidado por el señor Miguel quien día a día miraba por la ventana regar el césped y recortar los arbustos e incluso podría asegurar que hablaba a las plantas como si fueran seres hablantes, se notaba un deleite en su persona al hacerlo.
Acompañando al césped estaban las decoraciones en madera hecha por un grupo de jóvenes que tenían bastante talento para ello, entre ellas estaban, animales y personas talladas con una delicadeza estupenda.
Lo que si era nuevo eran los toldos y sillas blancas que habían puesto a lo largo del grass y muchos de los niños y jóvenes del albergue estaban sentados, frente a ellos había un estrado, y un micrófono conectado a los viejos parlantes del albergue. Era muy probable que el viejo vaya a hablar a todas esas personas, intentaba buscar a la causa imposible por algún lado, confundida entre todas esas personas, no logré ubicarla.
¿Por qué demonios quería ubicarla?
YOU ARE READING
ASPIE
RomanceUn aspie lucha contra su transtorno y nos enseña una visión distinta de lo que es el amor o lo más cercano a eso.