ASPIE

-7-

Cuando llego mi madre a hablar con el director, salí no lo vi bien estar ahí, escuchar de nuevo al director seria mortificante.

Me senté en una de las bancas a la vez que sonaba el timbre de la hora de recreo, muchos niños salieron corriendo hacia los patios, a lo lejos pude distinguir la figura corpulenta y fofa de un niño, era Carlos, su actitud era ridícula, tonta y estúpida, se la pasaba maltratando a muchos niños que eran la mitad de su contextura.

Siempre estaba acompañado de un compañero más, si este lo seguía, lo más probable era que lo haga por miedo, se acercaban temerariamente hacia a mí, deduciendo sus pretensiones, ya que yo era casi el triple menos de su contextura, imagino que vendría a maltratarme.

- Gabo – me llamo por mi apodo - me han dicho que te has portado mal con mi amor platónico (refiriéndose a la maestra).

- Falso – dije.

- ¡Falso!, ¡Falso!, te la paras diciendo eso a cada momento, te golpearé en la cara.

- ¿Con que razones?

- ¡Porque yo lo digo! – se acercó y me miró directamente a los ojos.

- ¡Retírate! – grité - ¡Ahora!

Es difícil entender la mentalidad de Carlos, era complicado, aunque solía entender a las personas casi siempre, pero esta vez me fue ilógico, después de que dije "Ahora", recibí un certero puñetazo de su parte, lo único que llegué a ver en ese momento fue el techo del pasadizo donde estaba antes sentado, ya que ahora yacía en el suelo.

Después de eso escuchaba risas, risas sin sentido, como alguien podría divertirse viendo el cómo maltratan a otra persona, pero fuera de todo eso, había algo que me estaba presionando por dentro, una inquietud, ansiedad, sensación de hacer ver a los demás que estaba avergonzado y adolorido, pero lo más doloroso fue tener la idea de no poder hacerlo.  

- Veo que eres muy fuerte ante el dolor – dijo con voz burlona Carlos.

- Solo resisto, el dolor no es el suficientemente fuerte para no levantarme – dije mientras me tocaba la nariz sangrante.

- ¡Idiota! – gritó Carlos (no entendí su reacción).

- Tendrías que analizar la situación para decir eso, en todo caso, si se analizan las cosas, el idiota resulta ser tú.

Puso una mirada de extrañeza, meneo la cabeza casi sin mover el cuello hacia su compañero, soltó una risa.

Me volvió a golpear.