Desperté temprano ese viernes, aunque la idea era dormir hasta tarde... No había descansado mucho durante esta última semana.
Con un suspiro me levanté de la cama y fui al baño a cepillarme los dientes y lavarme la cara. En cuanto me vi al espejo descubrí que mi pelo era un increíble desastre, lo até en un cómodo rodete y tras asearme un poco salí de allí y me dirigí hacia la cocina. No me sorprendió que esté vacía (se suponía que mis padres despertarían dentro de unos cuarenta minutos), de modo que me preparé el desayuno en silencio. Tras hacerme una gran taza de café con leche, tomé unas galletas Oreo, puse todo en una bandeja y la llevé hasta mi cuarto. Al entrar a éste apoyé la bandeja sobre mi escritorio y luego me apresuré a cerrar la puerta con llave.
Estaba desayunando cuando recordé que ese día era el día de la entrega del práctico de informática. Busqué en mi cuarto hasta encontrar mi computadora, la encendí y me puse a terminar el práctico... Por suerte me quedaba poco.
Unas horas después, terminé el trabajo. Se lo envié por correo a mi grupo de amigos y me puse a escuchar algo de música mientras ordenaba mi habitación. Al terminar, llevé la bandeja y lo demás a la cocina.
— Buenos días, mamá, papá. — los saludé, sonriendo levemente al verlos desayunando en el comedor.
— Hola, cariño. — me saludó Anne, mi madre.
Elliott Sykes (mi padre) se limitó a asentir con pereza mientras observaba su café. Aún no había despertado del todo... Y por lo visto mi hermano, Nathan, seguía durmiendo.
Regresé a mi habitación y preparé mi ropa para la escuela. Estaba buscando mis zapatos cuando recibí una llamada de Louis Tomlinson, mi mejor amigo de toda la vida.
— Hola, Lou. — atendí su llamada, sonriente.
— Hola, bella. — se rió. — Acabo de recibir tu correo... Veo que ya terminaste todo. ¿Quieres que pase por ti ahora, y vamos a la escuela?
— Faltan dos horas para que entremos a clase, Louis. — le recordé a la vez que ponía los ojos en blanco.
— Lo sé, es que tengo entrenamiento con el equipo de fútbol... El partido es esta noche, por si lo olvidaste, y tenemos que prepararnos. — me explicó. — Los chicos también van, y creo que Harry iba a llevar a Valerie... ¿Quieres venir?
— ¡Dame tiempo para prepararme! — le pedí, volviendo a buscar mis zapatillas.
— Tienes exactamente treinta minutos, bella. — me avisó antes de colgar.
Encontré mis zapatos debajo de la cama. Agarré mi ropa y corrí hacia el baño. Me duché lo más rápido que pude y luego me vestí con el uniforme de la escuela: una camisa blanca abotonada con detalles rojos, una pollera negra, unas medias rojas hasta la rodilla y unos zapatos negros. Al terminar salí del baño y regresé a mi habitación. Cepillé mi cabello y lo sequé con mi secadora, luego me apliqué una muy leve capa de maquillaje y preparé mis cosas para la escuela.
Escuché la bocina del auto de Louis, que ya se estaba estacionado frente a mi casa. Sonreí, pero antes de irme me miré al espejo que hay en mi habitación.
Soy Ashley Sykes, una estudiante de sexto año del secundario. Hija de Anne y Elliott Sykes, tengo diecisiete años de edad. Soy una chica de estatura promedio, tez pálida, cabello rubio largo por la cintura y ojos celestes. En estos meses he bajado de peso, antes tenía algo de panza pero ahora soy delgada, me siento más cómoda así...
Al mirarme al espejo noté que había olvidado ponerme la corbata de la escuela (color rojo), de modo que la agarré de mi armario, me la puse, y tras tomar mi bolso y pasarlo por mis hombros salí de mi habitación, al mismo tiempo que alguien tocaba el timbre.
