Llegamos a casa unos minutos después. Habíamos optado por tomar un taxi desde su casa hasta la mía, porque no queríamos que nadie reconociera su moto estacionada en mi garaje, y porque la suave lluvia que había caído esa tarde comenzaba a transformarse en tormenta, una gran tormenta eléctrica. Los rayos no dejaban de atravesar el cielo, y los truenos sonaban tan fuertes que me asustaban un poco.
Bajamos del taxi y corrimos hasta mi casa tratando de mojarnos lo menos posible. Riendo, metí la llave en el cerrojo y abrí la puerta con rapidez. Niall me tomó de la mano y me hizo entrar a la casa con él, cerré la puerta con llave y me volví a tiempo para recibir un beso bastante subido de tono. Pasé mis brazos por su cuello y le devolví el beso sin pensarlo siquiera. Niall me empujó contra la puerta y apretó su cuerpo contra el mío, solté un gemidito al sentir su bulto apoyándome.
De pronto sonó mi celular.
Niall suspiró con aplomo y se alejó de mí, deshaciéndose rápidamente de mi abrazo.
Yo atendí la llamada de mala gana.
— Hola, mamá. — casi gruñí.
— Hola cariño, sólo te llamaba para...
— Mamá. — la interrumpí, impaciente. — Ya estoy en casa, voy a acostarme a dormir ahora, estoy muy cansada.
Niall me sonrió y se dirigió hacia las escaleras, o mejor dicho, hacia mí cuarto.
— Que descanses... — me dijo mi madre.
— Hasta mañana.
Colgó y yo subí las escaleras. Al llegar al pasillo del segundo piso titubeé buscando a Niall, pero no estaba. La puerta de mi habitación estaba entornada. Di unos pasos dudosos en esa dirección.
Al entrar a mi habitación no pude ver mucho, la luz estaba apagada.
— ¿Niall?
No hubo respuesta alguna.
Algo nerviosa, tanteé en la pared buscando el interruptor de la luz.
De pronto una cálida mano me detuvo.
Una corriente eléctrica recorrió mi cuerpo.
— Aquí estoy. — susurró Niall con voz seductora. — Aquí me tienes... — acarició mi mejilla con suavidad. — Puedes hacer conmigo lo que desees.
Nuestras bocas se encontraron en un beso voraz, y de inmediato pasé mis brazos por su cuello y lo atraje hacia mí. Niall metió sus manos en los bolsillos traseros de mi pantalón y me apretó el culo. Gemí por lo bajo y seguí besándolo apasionadamente...
Era increíble lo sexópata que era cuando estaba con Niall, en realidad yo no era así.
Había perdido mi virginidad hacía un año con un chico llamado Scott Cowell. Él era capitán del equipo de fútbol de mi escuela (y era el hijo del entrenador, Simon), era muy popular en ese entonces, todas las chicas estaban detrás de él. Nosotros llevábamos saliendo casi un año, y él quería dar el siguiente paso conmigo. Hacía meses que estaba tratando de meterme en su cama, y el día en que finalmente accedí, bueno... Pasó lo que pasó. Scott y yo tuvimos sexo, pero no fue muy bueno y después de eso no volvimos a intentarlo. Meses después, cortamos, aunque en buenos términos.
Y eso había sido todo.
Después de lo de Scott yo no me había acostado con nadie más, y de pronto, Niall apareció en mi vida... Y ahora apenas podía pensar en otra cosa que no fuera sexo.
