Niall me había dejado bañarme para poder limpiarme, ya que mi cuerpo había quedado sucio y pegajoso después del helado. Esta vez me dejó bañarme sola, mientras él se encargaba de ordenar el desastre que había quedado hecho el cuarto de su hermano.
Mientras me aseaba noté lo cansada que estaba, no sólo física sino también mentalmente.
Habían pasado demasiadas cosas en muy poco tiempo...
- ¿Puedo pasar? - escuché la voz de Niall, titubeante, desde el pasillo. - Necesito lavarme las manos...
- Entra, no me molesta. - sonreí, divertida.
Lo escuché entrar y dar unos pasos hasta llegar al lavabo. La cortina de la ducha me impedía verlo.
De pronto una idea pasó por mi mente...
Sorprendí a Niall agarrando su brazo y atrayéndolo hacia mí, hasta meterlo bajo la ducha conmigo sin dejar de reír. Estaba vestido con un bóxer negro que no tardó en mojarse, al igual que todo el cuerpo del irlandés.
- Esto se está volviendo costumbre. - me sonrió de forma traviesa mientras se ponía a enjuagar mi cabello.
Le devolví la sonrisa y pasé el jabón por sus brazos y su pecho marcado por horas en el gimnasio, él se quitó el bóxer y así yo pude enjabonar todo su cuerpo perfecto mientras él se encargaba de mi pelo. Al terminar fui yo quien se puso a enjuagarle el pelo mientras él pasaba el jabón por cada rincón de mi cuerpo.
Me costaba un poco concentrarme en lo que estaba haciendo. Las manos de Niall recorrían mi cuerpo lentamente, a conciencia, con suavidad, como si supiera acaso lo cansado y agarrotado que estaba.
Cuando por fin terminamos de bañarnos él apagó el agua de la ducha y me envolvió con una toalla. Me puse en puntas de pie para besarlo y luego me volví hacia la puerta.
- Dejé tu ropa en mi cuarto. - avisó mientras me observaba salir del baño.
Me volví para sonreírle y luego me dirigí a su habitación, mi ropa estaba doblada sobre su cama. Apenas me había puesto mi ropa interior cuando Niall entró a la habitación y se puso a buscar algo con lo que vestirse.
Ignoré las mariposas en mi estómago y seguí vistiéndome en silencio.
Estaba terminando de vestirme (ya sólo me faltaba la camisa negra) cuando sentí el cuerpo de Niall contra mi espalda. Pasó sus cálidos brazos por mi cintura y apoyó su rostro en mi hombro.
- No tienes idea de lo mucho que te amo. - musitó, acariciando mi vientre.
Sonreí con timidez y coloqué mis manos sobre las suyas.
- Lo que sí sé es cuánto te amo yo a ti. - susurré, ruborizándome.
