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𝔏𝔞 𝔬𝔱𝔯𝔞 𝔠𝔞𝔯𝔞 𝔡𝔢 𝔩𝔞 𝔪𝔬𝔫𝔢𝔡𝔞

Un calor insoportable rodeaba toda la habitación, gritos de desesperación combinado con el de llantos implorando por piedad, era lo único que se escuchaba esa noche, en aquel gran salón

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Un calor insoportable rodeaba toda la habitación, gritos de desesperación combinado con el de llantos implorando por piedad, era lo único que se escuchaba esa noche, en aquel gran salón. En medio de todo aquel caos se encontraba una silueta de una mujer, en su rostro se encontraba una gran sonrisa, sus ojos estaban bien abiertos apreciando el caos a su alrededor. Pero aquel deleite que la joven tenia fue interrumpido por una voz gruesa.

- Kaili Shipman, la tenemos rodeada, salga con las manos en alto -

Tres, Cuatro, Cinco minutos habían esperado los policías, y cuando creyeron que no saldría la joven se llevaron con la sorpresa de ver una silueta caminar a la salida. El sonido de metal oxidado llego a los oídos de los demas, pero aquel ruido fue camuflado por los fuertes gritos que salían de aquel lugar. Varios policías se quedaron perplejos, algunos se les veían pálidos, otros horrorizados y los demas trataban de mantenerse al margen.

- Señorita Shipman no lo repetiré otra vez, salga por completo con las manos en alto -

La voz gruesa del mayor hombre llego a los oídos de la joven, que con una sonrisa saldría por completo del lugar. Para la sorpresa de los oficiales, era como ver a un cadaver andante, los ojos de la chica eran rodeados por grandes bolsas negras, su cuerpo era extremadamente delgado y se podían notar los huesos de esta misma marcarse debajo de la piel, era pálida y eso hacia notar los grandes moretones que tenia por sus brazos y piernas, su cabello era largo, pero se notaba lo maltratado que estaba . Era como ver a las chicas de secuestro y abuso que llegaban a las oficinas, solo que en este caso, ella no era ninguna de las anteriores.

- Las manos donde las pueda ver -

Pero nada, no recibió ningún movimiento de la joven, en cambio la chica solo veía como todos los policías delante de ella le apuntaban con pistolas. El mayor de aquellos hizo una señal para que la agarraran. Dos hombres se acercaron a ella, pero antes de que la tocaron un arma filosa atravesó el cuello de los dos mayores. Todos miraron con pavor a la chica, en sus manos ya ensangrentadas tenia un mar de cuchillos de mesa.

- ¡Habrán fuego! -

Disparo tras disparo impacto en el cuerpo de la joven. Todo aquello paso rápido, aquel cuerpo pequeño ya estaba tirado en el piso sobre un gran charco de sangre, y los policías solo miraban la escena.

 Todo aquello paso rápido, aquel cuerpo pequeño ya estaba tirado en el piso sobre un gran charco de sangre, y los policías solo miraban la escena

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- Entonces este es el infierno, y yo estoy aquí por que ocasione un genocidio -

- Así es niña ¿Cuántas veces lo repetirás? Ya me tienes cansado -

En lo que parecía ser un bar ya se encontraba Kaili sentada frente a la barra, entre sus manos se encontraba una copa de vino tinto y frente a ella el cantinero le llenaba aquella copa, este era algo singular para los ojos de la joven, tenia unas grandes alas, y ni hablar de su apariencia, era un gato de color negro con blanco.

- Mira mocosa, puede que sea algo raro al comienzo, pero te aseguro que en dos días ya estarás por ahí matando o cogiendo con cualquier vagabundo que te encuentres -

La joven agarraría su copa media llena y de un sorbo se lo tomaría.

- Como sea, ahí luego te lo pago -

Aquel gato solo la miraría con su cara de pocos amigos, algo en ella era peculiar, tanto por su apariencia como el momento en que llego al infierno, no había ni pasado media hora de que los exorcistas se habían ido de su masacre que aquella chica llego al infierno, algo singular para decir verdad.

Kaili miraba por todas partes, era singular, nunca se había imaginado el infierno de esa forma, siempre se lo idealizo como un lugar voluble, con todos los condenados pagando por sus pecados, gritos por ahí, lamentos por haya.

- ¿Ahora a donde voy? -

En lo que caminaba la joven trataba de no pisar los cuerpos muertos que estaban esparcidos por todos los lugares. Pasaba por grandes edificios, algunas tiendas y unos establecimientos de comida.

- Esto me pasa por dejar que se vayan algunos de esos mierdas, les jalare las patas por delatarme -

En lo que Kaili se sumía en sus pensamientos unos grandes tipos se acercaban a ella sin ni siquiera disimular, eran aproximadamente 4 sujetos, cada uno con una apariencia singular.

- Pero miren que tenemos aquí, parece carne fresca -

Aquellas palabras hicieron que la chica se saliera de su discusión mental y se diera la vuelta para verlos.

- Pero que sacos de mierda son ¿No pudieron aparecer con una forma mas agraciada? -

Las carcajadas no tardaron, haciendo que Kaili se enojara un poco.

- Eres ruda, eso me encantan de las zorras como tu -

Uno de los tipos la acorralo en uno de los muros de aquel lugar, lentamente pasaría una de sus manos por las piernas de la chica levantándola lentamente.

- ¿Se buena y haz tu trabajo quieres? -

Ella no dijo nada, ni hizo nada, solo los miraba.

- ¿Mi trabajo? Claro, hare mi trabajo -

Con una sonrisa pasaría sus brazos al cuello del tipo que tenia enfrente, las risas de satisfacción por parte de los mas grandes llenaron el lugar, pero aquellas risas se quedaron en seco al ver a su compañero derribarse al piso con el cuello cortado.

- ¿Por que ya no se ríen? Solo estoy haciendo mi trabajo -

El rostro de aquella chica ya no era el mismo, se podía notar un ligero color rojo salir de sus pupilas, algo muy notorio, ya que por lo particular el color de ojos de ella eran de un plateado brillante, pero ahora eran dos esferas carmesí.

- Hija de puta -

Los tres que quedaban se abalanzaron a ella, pero no se esperaron que aquella diminuta joven los esquivaría con facilidad, hacia movimientos delicados pero rápidos, casi pareciera que estuviera bailando. Con cada movimiento un corte nuevo aparecía en los cuerpos de ellos.

- Esto es una mierda, no tiene armas celestiales, ¡ya mátenla! -

Corte tras corte, quejidos mientras se desangraban, aquellos tipos no sabían como aquella chica atacaba, no tenia ningún arma entre las manos, pero algo singular eran sus uñas, aquellas uñar color negro habían crecido, parecían grandes garras que con solo rozarte la piel te hacían cortes profundos difíciles de curar.

Aquellos demonios ya no aguantaron mas, dejándose caer en el frio piso del infierno sobre sus propios charcos de sangre, en medio de ellos estaba Kaili, miraba con una sonrisa el lugar y con paso lento se alejaría de ahí mientras sus uñas volvían a la normalidad.

- Este lugar no esta tan mal después de todo -

- Este lugar no esta tan mal después de todo -

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𝑬𝒗𝒊𝒍 𝑳𝒊𝒆𝒔   ⚕︎    𝗔𝗹𝗮𝘀𝘁𝗼𝗿 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora