The Mesmerizing Mermaid || NCT

🥬 Hendery 🥬

— ₩60.

— ¡60! ¡¿Me estás jodiendo?! La semana pasada eran ₩30.

— ₩60 niño ¿Tómalo o déjalo? —Pregunta mientras se mueve ansioso en su enorme abrigo.

—Bien —acepta tosco —, espero que sea mejor que la última.

—Ni siquiera sentirás el rostro —asegura sacando con cuidado una pequeña bolsa transparente de una de las tantas bolsas ocultas en su abrigo.

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— ¿Wong KunHang?

El nombrado mastica goma de mascar de forma grotesca sentado en una de las tantas sillas en el pasillo esperando a ser llamado por la secretaria del director; tiene las piernas extendidas y cruzadas a la altura de los tobillos, los omóplatos recargados en el respaldo de la silla, la diestra oculta en el bolsillo de su enorme abrigo negro y la siniestra juega con los pequeños rastros de barba que olvidó afeitar esa mañana.

—Puedes pasar —indica la secretaria sin levantar la vista del computador.

El chico asiente y sin emitir palabra entra en la oficina del director.

El decano, desde su asiento de cuerina, observa cada movimiento del joven; mueve la cabeza y con esto le indica al chico que tome asiente frente a él, a lo cual obedece. —Joven Wong —suspira cansado acariciándose la sien —no lleva un mes en el instituto y es la ¿Séptima vez, aquí?

Novena, pero no piensa corregir al director, después de todo es un adulto.

Sin expresión alguna toma una pequeña bolsa sobre el escritorio la cual el chico frente a él reconoce como suya, y la analiza con ojo crítico. — ¿Qué es esto, joven Wong? —Eleva la pequeña bolsa.

—Lechuga.

Y vaya que no miente, el muy hijo de perra le vendió gato por liebre, o mejor dicho ¿Lechuga? ¡Maldición! Se siente tan imbécil, ahí va su maldita mesada ¿Y en qué? En un asqueroso trozo de lechuga.

— ¿En serio? —Susurra incrédulo. Enarca una ceja y abre la bolsa para comprobar el contenido.

No sé necesita ser un idiota para reconocer un maldito trozo de lechuga, pero al parecer él sí porque no se dio cuenta hasta que abrió la estúpida bolsa adentro del armario del conserje e intentó fumarla, fue un completo imbécil y activó la alarma de incendios del pequeño armario, y por ello ahora está ahí, frente al director, teniendo que explicar qué hacía en un área prohibida intentando quemar un trozo de lechuga.

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— ¿Wong KunHang?

El mencionado levanta la mano y se acomoda mejor en el pupitre. Son las dos en punto y según las palabras del director debe estar ahí hasta las cuatro por las siguientes seis semanas, es una suerte que no lo hayan expulsado.

—Perfecto —susurra sarcástico para sí, serán las mejores tardes de su maldita vida.

El maestro encargado sigue leyendo los nombres de la lista y como es de esperar la mayoría no está ahí, de los treinta y ocho de la lista sólo hay doce. —De acuerdo —habla el maestro —, estaremos aquí por un tiempo así que...

Dos golpes en la puerta interrumpen al maestro, ésta se abre y una chica demasiado alineada y con la respiración agitada atraviesa el umbral. — ¡Lo lamento! —Hace una pequeña reverencia e intenta calmar la respiración —tenía clases al otro lado del instituto —explica exaltada —, vine corriendo lo más rápido que pude —inhala profundo — ¿Puedo pasar? Por favor.