Tu Nombre

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Para red no era ninguna novedad que su padre y su tío Thomas tuvieran una pésima relación de hermanos. Lo sabía desde que tenía memoria, y seguramente su difícil relación existía desde mucho más antes de que ella naciera, de hecho veía prácticamente imposible una reconciliación por parte de ambos. El tío Thomas, por lo poco que lo conocía, parecía un hombre bastante amable, correcto y con buenas costumbres. Su esposa Laura, también era muy amable y servicial, y sus primos, pues no lo negaba, también eran muy buenas personas. Sin embargo, a su padre no le fascinaba la idea de que ella fuera a visitarlos, de vez en cuando, decía que no tenía ningún problema con que se reuniera con sus dos sobrinos, pero al saber que probablemente su hermano empezaría a soltar sus comentarios venenosos referentes a el, prefería que red se quedara en la ciudad, pues existían muchas redes sociales, y podían comunicarse por ahí.

En fin, red ya se imaginaba porque su tío, no quería tener algo que ver con su padre, este último solía hacer jugadas sucias para mantener su negocio a flote, siendo totalmente inmune a las autoridades gracias a uno de sus socios, quizás eso era una aberración para su tío, y lo creía un delincuente, un tramposo, entre otras cosas más. Pero a pesar de eso, red tenía un fuerte lazo con su padre, uno que era imposible de romper, lo admiraba y respetaba, era prácticamente su héroe, aún sabiendo muy bien lo que hacía en el bar del cual llevaba toda la vida trabajando. Ella lo veía necesario, necesario para poder seguir teniendo la maravillosa vida que llevaban.

-Hola, papá - saludo red al entrar a la oficina de su padre.

El lugar era espacioso y se ubicaba en el segundo piso del bar. En las paredes habían varias estantes de licores y cerca del escritorio un mueble acolchado, en el cual la chica tomó asiento, mientras sujetaba una copa que estaba encima de la mesita de centro y se servía un poco de vino.

Skeeter vio a su hija por un momento y respondió a su saludo como de costumbre. Su atención sin embargo se fijaba más en el monitor de la laptop frente a el. El entrecejo del pelirrojo estaba serio y red lo escucho chasquear.

-¿Todo bien, papá? - pregunto después de tomar un sorbo de su licor.

-Si hija... Todo está de maravilla - contestó cerrando la laptop rápido y mirando hacia la pared.

Red supo que esa respuesta no era sincera, conocía a su padre, y en ese momento se notaba muy estresado. Dejando la copa sobre la mesa se levantó del sofá y camino hasta el, sentándose esta vez en el sillón frente al escritorio.

-¿Que sucede? - pregunto sería, y sin querer escuchar otra mentíra.

El hombre suspiro cansado y decidido contar el motivo de su comportamiento.

-Te seré muy honesto, hija, aún me inquieta la muerte de Andrew - la vio con algo de preocupación.

-¿De tu socio? ¿Por que? - se extraño levantando una ceja - a los demás socios no les importo mucho, y tu tampoco eras muy unido a él.

-No se trata de eso. Su muerte fue demasiado extraña y nadie más que yo le ha dado importancia a eso. Yo digo que alguien lo planeo.

-Pero dijeron que el responsable fue uno de sus bailarines extranjeros, un striper asesino o algo así.

-Eso es sólo una suposición. Es imposible que uno de esos bailarines haya logrado matarlo teniendo el un montón de guardias protegiendolo, además las cámaras de vigilancia no grabaron nada, alguien las apago, ¿como rayos es posible que todo eso lo haya hecho un bailarín? Debió ser planeado por alguien mucho más preparado.

-Papá, creo que te estas preocupando demasiado por algo que no es tu problema. El está muerto, que más da, y ya la policía logrará encontrar al asesino - expresó la chica, dándole la más mínima importancia a ese tema.

Corazón de hierro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora