Jean se sentó al frente de aquel Omega, causando que lo viese con rapidez, aun atento a cada movimiento que hacia ese Alfa de ojos azules. No podía bajar la guardia en ningún segundo y carraspeó apenas su garganta.
El Alfa se quedó mirando hacia aquella bebé quien parecía cómoda, completamente tranquila en el pecho de su madre, y sonrió apenas, era tan...
Adorable.
Podía sentir como en su pecho esa, esa misma sensación de querer cuidar de aquellos dos seres, aquel instinto estaba presente y aún no comprendía perfectamente al animal que estaba en su interior.
Se había permanecido levantado aún, entre sus manos sirvió de aquel café humeante con tranquilidad, podía tener aún sueño, pero no iba a dormir si el Omega estaba con el estómago vacío.
— ¿Cuánto tiempo tiene?— bebió de su café al sentarse, mirando hacia aquella pequeña bebé.
—Cuatro meses - musitó— apenas.
Hace una amague para tomar a la pequeña cachorra, el Omega se tensó haciéndose un poco hacia atrás, cosa que hizo reaccionar al Alfa y avergonzado le miro directamente. —¿Puedo?
Miró pidiendo permiso, y suspiró bajo dejando que se acercase después de largos segundos.
Observó como el Alfa tomaba una de aquellas pequeñas manos, eran demasiado diminutas a comparación de las suyas, y aguantó gruñir queriendo cubrir al Omega y al cachorro con su aroma para cuidarlos.
Un poco cansado de esos pensamientos de su Alfa interno decidió ver a la bebé, su nariz pequeña y de botón, sus ojos eran de ese tono verde del mismo Omega y sus cabellos eran rubios.
— Eres muy bonita — dice bajo, era la misma imagen del Omega, de no ser de aquellos hoyelos que se le formaban en sus mejillas— igual que tú madre — murmura algo que no alcanzó a escuchar el Omega quien solo seguía viéndolo atento.
Podía tener todos sus sentidos en alerta, pero al ver cómo su hija apretaba el dedo índice de aquel azabache, le hizo calmarse.
Su hija solía estar inquieta si algo malo ocurría.
Pero no lo estaba, aun así.
— C-creo que debería irme,y-yo — dice en un murmullo después de varios minutos y su rostro se transformó en una mueca pero asintió de forma tranquila.
Pudo verse preocupado el Alfa.
Tenía un mal presentimiento de algo si los dejaba ir.
— uh, huh— bebió de su café sintiendo su lengua quemarse— iré a dejarlos a ambos si gustas, tengo que ir al hospital después. - menciona y el Omega arruga sus cejas.
Suspiró sintiendo su corazón agitarse.
Pero aquel mal presentimiento creció en el.
Tal vez no debería irse.
Pero lo hizo.
•
— Hasta pronto Amy, cuida mucho de tu mami, — dice tomando su manito de la pequeña cachorra mientras dibujaba aquella sonrisa— Hasta pronto Andrew, espero que puedan llegar seguros— dice mirándo al Omega.
Sus mejillas tomaron un calor, y solo movió su cabeza dándole una pequeña sonrisa, abrazando a su bebé con firmeza.
El doctor dejó salir un suspiro de nuevo, apretando sus manos al sentir aquella inquietud en su pecho.
Se dió vuelta con una sonrisa sin embargo, y subió a su auto ,me dió una última mirada, segundos después el omega vió su auto alejarse, sacándome un poco de aliento frotando su mano contra la manta de su hija.
— Hasta pronto Jean Peters — habló bajo, sintiendo aquella inquietud, — eres un buen Alfa y persona.
Apretó a su hija contra su pecho,sintiendo su pobre corazón bombear fuerte , ella se remueve, no sabía que había pasado con exactitud, sin embargo están agradecido, seguramente algo hubiera pasado anoche si el no hubiese aparecido.
No quería pensar que hubiese pasado si el no hubiese estado.
—Vamos mi amor, tenemos que buscar un buen lugar donde estar calientitos pronto e iremos fuera de esta ciudad.
•
Jean
Tomó aquella gran una bocanada de aire, el frío llenó sus pulmones haciendo casi doler su pecho, sus azules ojos buscaron a Andrew para después perderle de vista.
Finalmente,su vista fue hacia al frente.
Es hermoso, era muy hermoso, Jean, era nuestro Omega, era nuestro Omega y lo perdimos.
Pudo sentir a su lobo murmurar.
Cierra sus ojos apenas unos segundos y volvió abrirlos ya que no quería morirme si chocaba,aún con su suave y dulce aroma a manzanas verdes y un toque de algo dulce que no logró identificar llegó al hospital.
Pero antes que nada, aclaró a su lobo que ese Omega no era suyo, no era nada suyo como para ser posesivo.
Buscó aquella bata para buscarla tendría una nueva ya que la que tenía estaba estropeada y rota.
Sintió aun ese aroma en su piel.
Permaneciendo ahí.
Sonrió involuntariamente.
Wow.
Hasta que cayó en cuenta, sintiendo su respiración atorarse, comprendiendo aquel actuar de su lobo.
Mi destinado.
— Debi darle mi número — murmuró mirando la calle.- tomando mis cosas — solo viene mi dirección del hospital en la tarjeta que le di — musitó para el mismo, escuchando que le llamaban.
Pero regresó a su auto al no encontrar su billetera.
Buscó entre aquella guantera y se dió cuenta de algo al buscar en el asiento trasero.Encontró aquel pequeño suéter que tenía aquella cachorrita.
Color rosado, tenía distintos dibujos ahí mismo, sonrió sin evitarlo sin borrar sus cejas fruncidas.
Era un pequeño suetercito.
Pudo sentir ese aroma de ambos.
Y sus ojos cambiaron a ese color dorado, sintiendo ese cosquilleo después y pegó su frente contra la puerta de su auto.
Entre sus manos aun tenía aquello, caminando hacia su consultorio.
—Buenos días doctor- me sonrió mirándo al Alfa aquella mujer con ojos brillantes.—Días- respondió de forma rápida y amable, caminó por el pasillo de forma rápida.